Capitulo VII - La aullante oscuridad

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El rugido del Argo rasgó el aire mientras descendía sobre el denso follaje del Amazonas. Desde su posición en la nave, Scarlett observaba con asombro la escena que se desplegaba ante ella. Behemoth y Moguera, cubiertos por los restos de la reciente batalla, permanecían juntos, como dos guardianes en un mundo que solo ellos entendían. Sin embargo, algo no encajaba en la imagen. Scarlett enfocó su mirada en Moguera, cuya apariencia no era lo que había imaginado. Su diseño era extraño, casi anticuado, como un eco de una era tecnológica pasada. A pesar de su apariencia robusta y menos refinada, era evidente que Moguera estaba construido para resistir, para combatir. Pero algo en su silueta, en su diseño, la hizo cuestionarse qué propósito real tenía.

—¿Ese... es Moguera?

Ilene asintió. —Sí, funciona con IA que emula el comportamiento de un Titan—

— Ósea lo diseñaron con la intención de que pueda interactuar con otros titanes de manera pacifica.

— Para comprender a los titanes, hay que tener un titan.

Scarlett estaba sorprendida, pero rápidamente sintió un nudo en el estómago cuando escuchó el rugido ensordecedor de Godzilla. El titán emergió de la espesura con furia. Observaba el lugar analizando lo sucedido, pero rápidamente su mirada se fijó en Moguera, y sin previo aviso, Godzilla lanzó un ataque, su poderosa cola azotando al mecha con tal fuerza que lo derribó al suelo. Moguera cayo como roca, pero no realizaba ningún movimiento de contrataque.

—¡No se defiende!— exclamó Scarlett, sus manos crispadas alrededor del borde de la consola. —¿Por qué no se defiende?—

—Está programado para no atacar a Godzilla— explicó Ilene con preocupada. —Pero eso no significa que Godzilla lo vaya a perdonar.—

Moguera, obedeciendo su programación, no se defendió. Permaneció inerte en el suelo, un acto de sumisión que solo reforzó la sensación de inquietud en Scarlett. Era como si Moguera entendiera que cualquier intento de respuesta solo aumentaría la ira de Godzilla.

Behemoth, observando desde su posición, dio un paso adelante. Aunque no desafiaba abiertamente a Godzilla, su cuerpo se interpuso entre el rey de los monstruos y el mecha caído. Su gesto era sutil, casi sumiso, pero claro en su intención: no deseaba que Moguera fuera destruido. Los ojos de Godzilla se estrecharon mientras evaluaba la situación, su respiración pesada llenando el aire con tensión.

Scarlett notó la forma en que Behemoth se movía, no como un rebelde, sino como un protector, uno que reconocía la importancia de Moguera en la reciente batalla contra Amhuluk. Behemoth no era un simple súbdito; era un aliado, un defensor del equilibrio natural. Godzilla, alfa indiscutible, respetaba ese equilibrio. Aunque la furia aún ardía en sus ojos, Scarlett pudo ver que el respeto que sentía por Behemoth era lo que lo detenía de continuar su ataque.

Godzilla lanzó un gruñido bajo, claramente irritado. Sus ojos, llenos de ira, se encontraron con los de Behemoth, quien mantuvo su posición, esperando la decisión de su rey. Durante lo que parecieron ser interminables segundos, ambos titanes se observaron mutuamente. Finalmente, Godzilla, aún molesto, dejó escapar un resoplido y se dio la vuelta, alejándose de Moguera.

El aire se impregnó de una sensación de alivio cuando Godzilla se alejó lentamente, su imponente figura desapareciendo entre los árboles del Amazonas. El suelo dejó de temblar, y por un momento, todo volvió a una calma tensa. Behemoth permaneció firme, observando a lo lejos para asegurarse de que su alfa no regresara. Mientras tanto, Moguera se quedó quieto, como si comprendiera lo que acababa de suceder.

Behemoth se giró hacia el mecha y, con un leve empujón, ayudó a Moguera a ponerse de pie. El titán inclinó ligeramente la cabeza, en una reverencia que denotaba respeto y agradecimiento, antes de alejarse. Moguera, en un gesto inusual para una máquina, levantó su brazo como si se despidiera de su nuevo aliado.

Godzilla: El despertar de la pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora