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Punto de vista de Kenma:

Un año antes ୭ ˖ ࣪ ⊹

Según los cuentos de hadas, las y los brujos son seres de un aspecto deplorable a los que les encanta causar el mal y arrebatar vida, pero esto no podría estar más alejado a la realidad.

La realeza se ha encargado de llenar de maldad las cabezas de los niños y arrebatarles cualquier rastro de inocencia. Les ocultan la verdad del mundo y se encargan de glorificar a todo aquel que degolle o queme a una bruja.

La verdad es cruel, desgarradora e injusta para todo aquel que no se apegue a él prototipo perfecto que fue impuesto por la corona. Una prueba irrefutable de ello es el reciente ataque a el bosque donde yo y mi pueblo vivimos.

Unos estúpidos soldados se encargaron de quemar cada parte de aquel sagrado lugar y con ello, acabaron con la única familia que logré conocer.

Para mi fortuna, pude escapar de aquel catastrófico incendio sin ningún daño mayor (a excepción del mental). Corrí tan rápido como pude y sin mirar atrás, tal y como aquella mujer de mayor edad me había solicitado antes de arder en llamas y soltar un desgarrador grito de dolor.

Sentía demasiadas cosas al mismo tiempo. Mis entrañas se retorcían al recordar aquella escena. La impotencia y la ira me estaban matando, pero sabía claramente que yo solo era un inexperto brujo huyendo de grandes, fuertes e imponentes máquinas de guerra.

Aquellas malditas marionetas me habían quitado todo lo que conocía. Se llevaron con ellos mi hogar, mi pueblo y mi familia.

Mis torpes y cansados pies se tropezaron con algo después de correr por lo que sentí como horas. Al levantar la vista vi ahí a una señora que aparentaba aproximadamente 45 años. Su rostro estaba un poco arrugado y su cabello pelirrojo comenzaba a tornarse rubio, mientras que sus ojos color avellana eran adornados por unas gafas qué cubrían la mayor parte de sus ojeras.

-¿Qué haces por aquí a estas horas, muchacho? Estas lleno de cenizas... -Aquella mujer me extendió la mano, la cual tome después de dudar por un par de segundos. -¿Tienes alguien que pueda venir por ti? No es bueno que un omega se encuentre solo en plena carretera y mucho menos llorando.

La señora acercó su mano a mi cara y antes de que pudiera alejarme limpio las lágrimas que brotaban por mis ojos. Mi cuerpo se tensó ante el repentino tacto, pues no era normal que un completo desconocido estuviera haciendo eso.

-Se que eres un brujo, muchacho. - La pelirroja hizo crecer un par de plantas a sus espaldas de forma repentina. En definitiva no era el único brujo de ahí. - Solo busco ayudarte. Se lo que es estar en tus zapatos y lamento profundamente lo que sucedió con tu pueblo... Por favor, permiteme darte un alojamiento en mi humilde hogar.

Asentí sin formular ni una sola palabra. No podía hacer mucho más, pues no tenía alguna otra alternativa u otro lugar al cual acudir, por lo cual prefería ir con alguien de mi misma raza.

Todo se sentía como un extraño sueño del cual estaba ansioso por despertar. Horas atrás me encontraba escribiendo poemas sin sentido bajo la luz del sol y en compañía de mis seres queridos, pero todo cambió de forma repentina y ahora era un simple huérfano sin un techo donde refugiarme.

-¿Ya me dirás tu nombre? -Preguntó con cierta curiosidad la mujer, haciéndome volver a la tierra y abandonar todos mis pensamientos.

-Soy... Kenma, Kozume Kenma. -Comenté en un tono de voz bastante bajo, casi en un susurro. Estaba muy nervioso y mis emociones aún no lograban controlarse.

-Bien, tenemos que escapar de este lugar antes de que los soldados nos vean y nos cuestionen Kenma. -La señora de piel pálida comenzó a caminar y la seguí, manteniendo unos pasos de distancia por mi propia seguridad. -Por cierto, soy Calista Miura, es un placer.

Después de un par de minutos conseguimos llegar al hogar de Calista. Fue un viaje largo y silencioso, lo cual agradezco demasiado, pues detesto hablar con cualquier ser viviente que no sea un gato o un animal similar.

La pelirroja abrió la puerta de su casa y me permitió pasar. Era una casa de una planta con un aspecto hogareño y que podría ser fácilmente confundida por una cabaña. El interior estaba repleto de plantas y a pesar de solo ser de un nivel, era más grande de lo que aparentaba.

-Adelante, mi casa es tu casa. Puedes quedarte en la habitación del fondo a la derecha... Originalmente era de mi hija, pero los soldados son demasiado crueles. -Miura suspiró y su semblante cambió repentinamente. Noté como se retiró hasta la que parecía ser la cocina y me pidió tomar asiento mientras preparaba la cena, pues creyó que estaría hambriento (lo cual era cierto).

-¿Cuantos años tienes, Kenma? Disculpa la indiscreción, pero luces muy joven.

-Tengo 18 vueltas al sol. Mi aniversario de nacimiento se celebró hace un par de lunas llenas. -Respondí rápidamente. Tenía bastantes conocimientos sobre el calendario de las personas, pero prefería expresarme con frases de brujos.

-Vaya, si que eres joven. -La mujer se quedó en silencio por un par de minutos, hasta que finalmente volvió al comedor con un plato de sopa con aspecto agradable. Definitivamente tenía magia culinaria en ella.

Un año después

Las lágrimas inevitablemente salieron de mis ojos al ver aquella terrible escena, sin embargo, me negué a apartar mi vista. En parte me sentía demasiado culpable por ello, así que era una forma de castigarme por todo.

La mujer que hacía más de un año me había recibido con los brazos abiertos, ahora estaba en un gran escenario rodeada de gente morbosa mientras que su cuerpo ardía en llamas. Sus gritos desgarradores me causaban un inmenso dolor en el pecho.

Calista era una mujer sumamente dulce, divertida y confianzuda. Era una especie de madre para mi y sin duda, un gran pilar de apoyo. Nadie con una descripción como esa merecía la muerte por el simple hecho de poder hacer un par de hechizos.

Cuando aquel horrendo acontecimiento terminó, me dirigí a mi hogar con pasos lentos. La última voluntad de aquella bondadosa mujer fue heredarme su hogar, pues sabía claramente que yo no tenía ningún otro lugar al cual acudir después de su partida.

Al llegar a casa, un caballero estaba en la puerta esperando por mi. Rápidamente limpie mis lágrimas y le pregunté por su inesperada visita. El me aclaró que era un guardia real y que estaba ahí para informarme sobre mi nuevo empleo como sirviente del palacio.

Había solicitado empleo hace un par de meses y por lo visto, el rey finalmente se apiado de mi. Le agradecí mentalmente a la diosa Hécate por la oportunidad.

Finalmente, después de agradecerle a aquel hombre, entre a mi hogar. Rápidamente me rompí en llanto y comencé a jurar venganza a la nada.

A mis ojos, los hombres eran los seres más crueles que jamás había conocido, pues me arrebataron a mi familia tres veces. Al parecer aquellos horribles seres nunca me dejarían tranquilo.

Llaman mounstro al que cura con su magia, pero no al que asesina con su espada. Vaya tontería.

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Coronas y varitas - KuroKen Omegaverse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora