VIII

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Narra Kenma

Un fuerte dolor de cabeza de apoderó de mi ser y me hizo despertar de forma repentina.

Me encontraba totalmente desorientado. No sabía donde estaba, pues lo último que recordaba era cómo tomaba aquel veneno en mi hogar y ahora estaba en un lugar totalmente diferente.

¿Estaba muerto? Tal vez era eso. Tal vez el veneno hizo bien su trabajo y logré morir de una forma rápida y sin dolor... Pero eso no tenía sentido, yo no estaba en el infierno.

—Me alegro de que despertarás, Kenma. —Observe que frente a mi se encontraba un joven de cabellos peculiares y con una bata que tenía bordada la palabra "Yamamoto" por lo cual supuse que era su nombre. —El príncipe estaba muy preocupado por ti. Si me disculpas, le informaré sobre tu estado de salud.

Al instante, el chico se retiró de el lugar y no pude evitar soltarme a llorar. No podía ver a Kuroo, no queria verlo.

Seguramente solo me salvó para matarme con sus propias manos, para asegurarse de que realmente me encontraba sin vida, pues después de todo el príncipe seguía siendo un cazador de brujas.

Observe mi alrededor en busca de algo con lo que defenderme e incluso pensé en uir del lugar, pero tenía un par de aparatos conectados en mis brazos y seguramente tardaría en quitarlos.

Finalmente acepte mi destino, pues estaba cansado de todo. No tenía fuerzas para uir, por lo cual solo me hice bolita en la camilla y comencé a sollozar fuertemente mientras pensaba en el terrible destino que tendría.

Unos momentos después se abrió la puerta de la sala y ahí entró kuroo junto con el hombre de bata. De forma automática baje mi mirada, pues no tenía ganas de verlo, no sabiendo lo que me haría a continuación.

—Hazlo lo más rápido posible, por favor. —Dije entre sollozos. —Ten piedad por mi. Hazlo ya y ahorrame todo el dolor.

—Kenma... —La fría mano de Kuroo tomó mi mentón y me obligó a verlo a los ojos. Su mirada lucia algo triste e incluso pude percatarme de sus cristalinos ojos.

—Hazlo rápido, Kuroo. —Supliqué con la voz cortada.

—No lo haré. No te haré daño, Kenma. —Sus palabras sonaban genuinas, por lo que supuse que sería su padre el que acabaría con mi vida. —No vas a morir, Kenma.

No creía ni una sola de sus palabras. Era demasiado bueno para ser real, seguramente solo estaba jugando conmigo y en realidad ya estaban preparando todo para quemarme vivo.

Yo era un mounstro, no merecía vivir y el príncipe lo sabía bien, por lo que solo estaba jugando con mis sentimientos para ganarse mi confianza y aumentar mi sufrimiento. Seguramente esa era la realidad.

Alejé su mano de un golpe y volví a hacerme bolita en mi lugar. No iba a creer en sus palabras, no después de saber lo que podrían hacer conmigo.

Kuroo le hizo unas señas a él hombre que se encontraba detrás suyo y el asintió, para luego retirarse después de una reverencia.

—No te voy a hacer daño, lo juro.

—Dejame solo... Por favor. No puedo confiar en ti, no sabiendo de quien eres hijo. —Mi llanto se intensificó mucho más.

—Bien, te daré tu espacio. El suficiente para demostrarte que no haré nada, pero no escapes, por favor. Aún estás muy grave y no puedo arriesgarme a perderte, no después de todo lo que pasó. —El príncipe se alejó de mi y pude escuchar el ruido de la perilla. —¿Te gustaría hablar con Yaku? El jamás te juzgará aún sabiendo la verdad.

Coronas y varitas - KuroKen Omegaverse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora