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Se quedó inmóvil, completamente estático, al tener la impotente presencia de aquel hombre a escasos metros de distancia. Un nudo de nervios se enredó en su garganta, casi sofocándolo. Era abrumador. Sus ojos, su porte, todo en él parecía emitir un aura de belleza insondable y sobrenatural. Era como si la mismísima perfección se hubiera materializado frente a sus ojos, una presencia que rayaba en lo sublime, lo etéreo.

Su mente se retorcía, sus pensamientos eran un caos al verlo en persona y no saber qué mierda hacer para no quedar como un idiota. En el fondo de su ser, esperaba que fuera una maldita broma, una confusión absurda que lo llevaba a idealizar a un completo extraño. Quizás aquel hombre no era más que un visitante casual, un hermano perdido, primo o tío lejano, o un total desconocido, de elegancia exquisita, que se asemejaba a un ser divino, pero que no compartía ningún lazo familiar cercano con su amigo. Era lo que deseaba fervientemente creer.

Sus ojos escrutaron con ansiedad cada rasgo, cada detalle, cada gesto, buscando algún indicio que pudiera desmentir la verdad que ya había asumido. Pero sabía que no había equivocación. La luminosidad en la mirada, la armonía en los rasgos, todo resonaba con una belleza cautivadora que eclipsaba cualquier explicación. Aquel hombre era, sin duda, el padre de Mingyu, y se revelaba como una figura de una belleza singular, una presencia que trascendía lo terrenal y lo común.

El señor Kim Taehyung.

Un exitoso y talentoso diseñador gráfico de 36 años. Se ha destacado en la industria por su creatividad sin límites y su enfoque innovador y único, creando campañas publicitarias, logotipos y diseños para diversas empresas y marcas reconocidas a nivel internacional. Con una trayectoria de casi dos décadas en el campo del diseño, Taehyung ha dejado una huella indeleble en el mundo del arte visual y la comunicación gráfica.

Era un conocimiento innecesario, pero certero el que, a lo largo de los años, haya acumulado una considerable fortuna, convirtiéndose en una figura respetada y con poderosa influencia en la comunidad empresarial.

Pero regresando a la actualidad, el pulso de Jungkook le martilleaba en las sienes, haciendo que el aire se volviera denso, pesado. Su corazón golpeaba con fuerza, casi ensordecedor, en su pecho por la atracción que no pudo negar sentir.

Kim Taehyung era como ver una obra maestra viva, un cuadro perfecto, una revelación, que desafiaba los límites de la realidad y suspendía el tiempo.

-Supongo que tú eres Jeon Jungkook ¿Verdad? 

Él, definitivamente, habló primero. Su voz resonando ronca, grave y profunda, como un eco que reverberaba en el espacio entre ellos, y Jungkook se sintió totalmente capturado por él.

Sus ojos seguían fijos en los del señor Kim, ahora, perdido completamente en su mirada cuando lo vio descender con gracia los escalones restantes. Por el contrario, Taehyung, mantenía su atención fija en Jungkook mientras avanzaba con una amable sonrisa dibujada en su rostro.

Mierda.

En ese momento, una palabra resonó en la mente de Jungkook: "Sexo". Todo en aquel hombre gritaba sexo. No había otra forma de describir la embriagadora presencia que tenía delante. Todo en él irradiaba una intensidad magnética, una fuerza que no se podía ignorar.

Su cabello color castaño, pero con algunas zonas más claras, peinado hacia atrás en un estilo impecable, destacaba su piel canela exquisitamente tonificada. Sus ojos, intensamente marrones, parecían capturar la esencia misma de la profundidad. Altura, condenadamente, alta, bastante más que Mingyu, su porte y elegancia vestían una camisa blanca que realzaba su pecho, con dos botones desabrochados que ofrecían una mirada tentadora y el pantalón de vestir oscuro se adhería a sus muslos, enfatizando su forma.

El padre de mi mejor amigo. // -VKOOK-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora