Charlotte tenía los pies descalzos sobre el cajón en el cual estaba sentada con las piernas cruzadas y flectadas hacia su pecho, abrigándose con el blazer de Husk, el cual usaba como cobija por el frío que la dejaba ver su propia respiración. Cabeceaba de vez en cuando con los ojos a punto de cerrarse, hasta que finalmente se quedó dormida unos segundos muy breves antes de que un escalofrío vuelva a despertarla.
Con algo de envidia, miró al gato de reojo quien dormía plácidamente acurrucado en sí mismo; del mismo modo en el que lo hacía en el hotel, sobre unas cajas que lo aislaban del frío del suelo. Realmente tenía muchas ganas de despertarlo para poder dormir, pero había sido una noche muy movida y él necesitaba descansar...
Bueno, eso...
Y que se le ocurrió una maliciosa idea para pasar el frío.
Se puso de pie y muy silenciosamente se acercó con lentitud hacia él. Todo ese pelaje se veía demasiado abrigado, por lo cual, tras detenerse a pensarlo un momento.
— Es solo para entrar un poco en calor —susurró para sí misma, tiritando— luego sigo vigilando —muy delicadamente se sentó sobre la caja para primero apoyar la espalda sobre él de la manera más cautelosa que pudo para no despertarlo, se acurrucó poco a poco junto al gato, cuyo pelaje; como ella esperaba, era tan suave y cálido que, tras suspirar embelesada por la placentera sensación, sus ojos se cerraron inevitablemente y se quedó dormida de inmediato.
Las horas pasaron, y lentamente el cielo comenzaba a iluminarse a medida de que el sol se asomaba por el horizonte. Para esa hora, un pecador caminaba por los vagones de carga haciendo el conteo del inventario, proceso que en realidad solo hacían de rutina, pues la mayoría de ellos estaban vacíos.
El demonio pingüino, entre bostezos ya estaba terminando la labor de esa mañana y solamente le faltaba el último vagón. Aunque cuando estaba pasando por el acople, a pesar del sonido del viento y las vías del tren, le fue posible escuchar una voz desde el otro lado de la entrada. Como un hombre regañando a alguien más.
— ¡(...) No me importa cuánto frío hacía, princesa! —cuando escuchó "princesa", el trabajador sacó su comunicador con el cual entró en la línea del maquinista y, tan rápido como le fue posible, jaló de la palanca que da acceso a la entrada frontal del vagón y abrió la puerta por completo. Para encontrarse con que no había más que algunas escasas cajas de suministros al fondo.
— ¿Todo bien en las bodegas? —preguntó una voz del comunicador.
— Creí escuchar algo, mantente en la línea por si acaso —respondió mientras caminaba hacia el fondo del vagón, mirando hacia todos lados.
— Recibido —contestó la voz del comunicador.
El pecador comenzó a registrar las cajas en la lista del inventario mientras recorría cada rincón de la bodega con la mirada. Muy desconfiado, se subió sobre las cajas para poder observar detrás de ellas, pero aunque estaba realmente empeñado en encontrar a los polizones, no estaban por ningún lado.
Se estaba tomando un buen tiempo en buscar y rebuscar, lo cual comenzaba a poner ansiosos a Husk y la princesa, quienes desde su escondite, escuchaban atentos a los pasos del empleado caminando desde un lado hacia otro.
El gato le cubría la boca a Charlotte mientras la sujetaba desde atrás para ocupar la menor cantidad de espacio posible. En determinado momento, los sonidos del pecador se detuvieron, haciendo a Charlie abrir los ojos, y a Husk, quitarle la mano de la boca para cruzar el brazo frente a su cuerpo y acercar la mano a su funda.
Pero, de la nada, caminando de vuelta hacia los vagones delanteros del tren, volvió a sonar el comunicador.
— ¿Qué te está tomando tanto?
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El sexto circulo
FanfictionCharlotte y Husk, un ship inusual, pero eso no nos va a detener. Ambos viajaron al sexto circulo para asistir a una entrevista patrocinada por sus gobernantes, pero obviamente no iba a ser tan fácil. Esta historia transcurre en el universo de "Aque...