No me gusta la política

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Era un día soleado en la Ciudad Pentagrama.

Husk, quien llevaba un atuendo casual, con la camisa desabotonada en el cuello y sin su sombrero; miraba su reloj de vez en cuando, apoyado contra un pilar frente al aeropuerto intercircular, mientras lo acompañaba únicamente una maleta y un bolso de mano. Eventualmente, fue difícil no notar la llegada de la opulenta limosina que lleva a la princesa a todos lados; el gato, suspirando fue hacia el vehículo para encontrarse con ella.

Dazzle la estaba ayudando a sacar su equipaje del maletero, mientras que Razzle iba a buscar un carro para llevar todas las maletas. Cuando ella vio a Husk, inmediatamente fue a abrazarlo emocionada con una enorme sonrisa.

— ¡Husk, lograste convencerlo! —él rápidamente la apartó confundido.

— ¡¿Convencer a quien de qué?! —preguntó molesto, mirándola directamente.

— No tienes que hacerte el malo Husk, mi padre me dijo que te hacía ver triste —giró los ojos sujetándose las caderas— pero yo creo que fue tierno de tu parte.

— Explícame de una vez a qué te refieres —contestó con el ceño bajo.

— Ay, tú sabes —miró hacia ambos lados y se acercó su oído para susurrar, cubriéndose con la mano— que le rogaste a mi padre para que te permita ir conmigo. 

— ¡Qué demonios! ¡¡Eso no tiene ningún...!! —exclamó iracundo alejándose de ella, pero, se detuvo a la mitad del reclamo y se dio la vuelta para caminar hacia el interior del aeropuerto refunfuñando. 

Charlotte solo se rio suavemente, cubriéndose la boca con la punta de los dedos y los ojos cerrados antes de seguir a Husk al interior del edificio junto a Razzle, quien llevaba el carro con las maletas.

Cuando ambos entraron, la princesa se acercó a la recepción y preguntó por su vuelo, cuyo avión ya había llegado, pero antes de entrar al aeronave era preciso pasar por un montón de procesos de seguridad y control de identidad.

Husk no estaba poniendo atención a todo eso, pero le llamó mucho la atención cuando, de repente, Charlie sacó de su bolsillo una moneda de oro muy brillante, la cual tenía el símbolo de la familia real grabado.

Cuando vio la moneda, el pecador que la estaba atendiendo se quedó boquiabierto. Ni tan siquiera pesaron el equipaje antes de hacerlo pasar por la banda transportadora y los hicieron ir por una entrada que parecía ser del personal. El demonio gato estaba confundido, a nadie parecía importarle que ella fuera la princesa hasta que enseñó esa moneda. 

Usualmente el proceso de abordaje hubiera tomado algo más de una hora, pero ellos en menos de 10 minutos estaban dentro del jet y, apenas la pista estaba despejada, emprendieron el vuelo hacia Anatemia, la capital del sexto circulo.

El interior de la aeronave era muy cómodo y espacioso, el viaje sería bastante largo, así que habían televisores, juegos de mesa, libros y; lo que realmente le interesaba a Husk, un bar en medio de la cabina principal. Al darse cuenta de ello, Charlotte se le acercó desde atrás.

— Pedí un modelo con bar para ti~ —le dijo con la cabeza ladeada hacia él, tocándose la mejilla con el hombro.

— Heh, está bien —caminó hacia el bar con las manos en los bolsillos— me caes un poco mejor.

— Es algo —giró los ojos mientras sonreía— estaremos 36 horas en el aire, así que dime ¿Qué planes tienes?

— Pasarme la mayor parte ebrio... —se quedó mirando el estante con las botellas mientras sostenía un vaso con hielos— O al menos eso diría si tuvieran el whisky que me gusta.

El sexto circuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora