Un nuevo artista

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A medida que pasaban los días, la relación entre Izuku y Bakugou seguía desarrollándose. Bakugou había invitado a Izuku a acompañarlo en una cita para explorar una nueva galería de arte que acababa de abrir en la ciudad. Izuku aceptó encantado, emocionado por la oportunidad de pasar tiempo con Bakugou y explorar más sobre el arte.

El día de la cita, Bakugou y Izuku llegaron a la galería, una moderna exposición con obras de diversos artistas contemporáneos. Mientras recorrían las salas, disfrutaban de la variedad de estilos y técnicas, conversando sobre sus impresiones y preferencias.

—Esta galería tiene una colección impresionante —comentó Bakugou, intentando mantener su tono habitual de arrogancia, aunque una pequeña sonrisa traicionaba su emoción.

—Sí, es un lugar fascinante —respondió Izuku—. Siempre es interesante ver cómo otros artistas interpretan el mundo.

En medio de su recorrido, se encontraron con un joven de cabello bicolor que parecía estar sumido en una conversación técnica con un grupo de admiradores. Era Todoroki Shouto, conocido por su habilidad para combinar elementos de frío y calor en sus obras. Al notar la presencia de Bakugou, Todoroki levantó la vista y los reconoció.

—Bakugou. —Todoroki lo saludó con una mirada fría y una leve inclinación de cabeza—. No esperaba verte aquí.

—Todoroki. —Bakugou respondió con una expresión de desdén—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Izuku, sintiéndose un poco incómodo ante el tono tenso, extendió la mano en un intento de suavizar la situación.

—Hola, soy Izuku. Un placer conocerte, Todoroki.

Todoroki observó a Izuku por un momento antes de estrecharle la mano con una expresión neutral.

—El placer es mío.

Bakugou miró a Izuku con una mezcla de orgullo y ansiedad, sintiendo una punzada de inseguridad. Aunque Todoroki era conocido por su habilidad artística, Bakugou no podía evitar sentir que su presencia añadía una capa de complejidad a la situación.

—¿Nos acompañarás en el resto del recorrido? —preguntó Todoroki, su tono no invitaba a la cercanía pero sí a la cortesía—. Estoy seguro de que tus opiniones podrían ser interesantes, Izuku.

Izuku miró a Bakugou, quien asintió con una sonrisa forzada. Decidieron unirse a Todoroki, y mientras recorrían la galería, las conversaciones entre los tres eran cortantes pero educadas. Izuku intentaba mantener la conversación fluida, mientras que Todoroki se limitaba a comentarios breves y observaciones técnicas. Bakugou se mantenía al margen, observando las interacciones con una mezcla de interés y frustración.

Al final del recorrido, Todoroki propuso ir a una cafetería cercana.

—Hay una cafetería cerca que sirve un buen café. Si te apetece, podríamos continuar la conversación allí —dijo Todoroki con un tono que no dejaba mucho espacio para debate.

Izuku, ansioso por no crear conflicto, aceptó la invitación.

—Claro, me encantaría.

Bakugou, aunque no estaba seguro de cómo se desarrollaría la conversación, decidió unirse para no parecer rudo.

En la cafetería, el ambiente se relajó un poco, pero la conversación seguía siendo formal. Todoroki hablaba de su enfoque técnico en el arte con precisión, mientras que Izuku intentaba encontrar puntos en común y mostrar interés genuino. Bakugou observaba desde la esquina, sintiendo una mezcla de celos y frustración al ver cómo Todoroki mantenía una conversación con Izuku.

—Tu técnica es impresionante —comentó Izuku, tratando de ser sincero—. ¿Cómo logras combinar esos elementos tan distintos en tus obras?

—Es una cuestión de equilibrio y técnica —respondió Todoroki con frialdad—. Cada elemento debe complementarse sin eclipsar al otro.

Bakugou, sintiendo la creciente tensión, intervino.

—¿En serio? Yo prefiero que mi arte hable por sí mismo. No necesito complicaciones técnicas para expresar lo que siento.

Todoroki lo miró con una ceja levantada, pero no respondió. La conversación continuó, con un aire palpable de competencia no dicho.

Al final de la noche, los tres se despidieron con un tono de cortesía pero con una clara distancia. Bakugou sintió que la presencia de Todoroki había cambiado algo en su dinámica con Izuku, aunque no estaba del todo seguro de cómo.

—Nos vemos pronto, Izuku —dijo Bakugou, su tono más suave de lo habitual—. Espero que podamos hablar más sobre arte.

—Definitivamente —respondió Izuku, aunque con un toque de incertidumbre en su voz.

Mientras se alejaban, Bakugou y Izuku compartieron una mirada que decía más que mil palabras. Ambos estaban conscientes de que las cosas habían cambiado, pero el futuro aún estaba por escribirse.

Pinceles y Pasiones: Amor en ColorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora