8: La fiesta

25 5 1
                                    


No podía con esto: me estaban buscando y yo solo me pongo a llorar por alguien que se supone, no debo tener sentimientos.

El me abrazo, no sé porque lo hizo, pero me abrazo, intenté zafarme de su agarre, pero no pude.

―Cálmate Emely, shh.

―Suélteme por favor― forcejeé nuevamente, pero de igual forma no pude liberarme.

―Está bien, te liberare, pero no huyas, ¿Sí? ―asentí y el me libero lentamente, como si temiera a que me fuera corriendo nuevamente.

―No tengo nada que decirle su alteza, ¿puedo irme? ―dije con mi mejor car de impasibilidad.

―No, no puedes irte― dijo demandante, pero mi actitud no cambio― ¿por qué sigues así si ya te dije que ella no es mi prometida?

―No estoy así por la señorita Dakota― dije fríamente― simplemente no quiero que esto continue: estoy aquí porque no sabía quién era y ese fue mi castigo por mi falta de conocimiento, soy su esclava y nada más, no tengo por qué exigirle nada ni usted por que darme explicaciones, lo que paso hace un momento solo fue un malentendido.

―Ya te lo dije, aunque no seamos pareja debo darte explicaciones, para evitar eso, malentendidos y....

―Lo que sea que paso entre nosotros también fue eso, un malentendido y ya no volverá a pasar, usted es mi rey y mi amo, yo soy su súbdita y su esclava―el no dijo nada simplemente me miro, así paso por unos cuantos segundos― Si no tiene nada más que decir, con permiso su majestad.

Sali de allí apresuradamente sin mirar atrás, no quería continuar por miedo a lo que podría pasar y eso no era bueno, el rey me atraía más de lo que imaginaba.

Tres días después de mi intensa ¿conversación? Con el rey Víctor, todo había sido normal, seguía teniendo mis pesadillas y el cumplió mi petición de comportarse como lo que éramos, y aunque por dentro moría por volver a estar entre sus brazos debía seguir así, por su bien y por el mío.

Hoy era el día de la fiesta, no me habían informado bien sobre este evento, solo sabía que se trataba de un acuerdo de tregua por reinos aledaños a este incluyendo Elaria, el rey Charles ya estaba enterado de mi presencia en este lugar y no ha hecho nada para que vuelva al orfanato, no sabía cuáles serían sus pasos y debía ser cautelosa con los míos, no quería que por mi estupidez cayera en sus garras y fuera obligada a irme de aquí.

El sastre me había entregado mis vestidos, y cuando lo vi me enamore de él, era precioso y ya esperaba el momento en que tendría que usarlo. El rey no me otorgo ningún cargo en los arreglos para la fiesta así que solo hice lo que me correspondía todos los días.

Sali de su habitación y me dirigí a la cocina, pero antes de siquiera dar un paso alguien colisiono contra mí.

―Dios Emely, te estaba buscando― dijo Martha, ayudándome a pararme― vengo a informarte que serás la pareja del rey, en la fiesta de hoy.

― ¿cómo? ― dije mientras me sobaba la cabeza por el golpe― pero... ¿por qué me lo informa tan tarde?

―no se― se encogió de hombros― también pensé lo mismo pero bueno, así es el.

No dijo más y salió apurada por el mismo lugar por donde vino.

Me encontraba de pie frente al espejo, admirando el vestido que había elegido para la noche. Era un vestido de gala impresionante, de un negro profundo que absorbía la luz del ambiente. La falda amplia y voluminosa se extendía a mi alrededor en un elegante corte princesa, haciendo que me sintiera como una auténtica reina.

La Esclava Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora