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"Hola, mi señor."
 
Saludó Jack el leñador, quitándose su viejo sombrero y cargando una carga de leña en el hombro.

"Buen día, mi señor."
 
El cazador Smith lo saludó, sosteniendo un conejo chorreando sangre.
 
"Hola, mi señor."
 
La nieta de la vieja extraña lo recibió con una cesta de huevos.
 
Entonces Louis aceptó en silencio sus saludos y bajó las escaleras de dos en dos.

"Gracias por todo."

La mañana aquí en el bosque era verdaderamente única porque, después de lavarse un poco en el dormitorio del segundo piso, se ponía la ropa, los zapatos y bajaba solo para encontrar a un montón de personas desconocidas saludando y mostrando reverencias realmente amables. Y cada uno de ellos tenía algo extraño en sus manos: Un hombre que se presentaba como leñador traía leña, un cazador traía caza recién capturada y las mujeres traían pan recién horneado o huevos calientes. Otros llevaban pollos o polluelos vivos, o les mandaban cajas de bayas silvestres. Entonces, la anciana encendía el fuego en el horno y cocinaba con lo que le habían obsequiado ese día. Y según Huid, como esta era su manera de pagar los impuestos, el hombre estaba tan sorprendido y enojado a partes iguales que por eso mismo no tardó mucho en fruncir el ceño.
Pero Louis realmente estaba complacido con tanta atención. Primero que nada, porque nunca esperó obtener un ingreso decente con esta tierra y estaba seguro de que ningún noble inteligente lo esperaría nunca. Solo se estaban, aprovechando de esto.

"Hola, mi señor."
 
Finalmente, la niña escondida detrás del cazador Smith lo saludó también.

"Hola."

Louis miró fijamente a la niña, que parecía tener sólo unos cinco años de edad, y entonces le tendió algunas flores silvestres con una bonita cara tímida adornada con unos lentes. La mano que sostenía la flor silvestre era muy pequeña y pálida y además, temblaba como si estuviera nerviosa.
 
Louis aceptó en silencio la flor silvestre en la mano de la niña y solo entonces, sonrió y puso una increíble cara de alivio.
 
"¡El señor lo aceptó!"
 
Y gritó, aferrándose a la cintura de su padre.
 
Louis entonces caminó hacia su destino original, sosteniendo algunas flores silvestres entre sus manos. Entró al comedor, suspiró pesadamente y entonces, los caballeros que estaban sentados alrededor de la madera se levantaron y lo saludaron con una muy elegante y enérgica reverencia. Pero Huid estaba extremadamente demacrado, incluso aunque Jade y Denver parecían tan tranquilos como si estuvieran en un "día de campo" por la pradera.

Jade lo observó por un momento y luego le preguntó a Louis:
 
"¿Qué con esa flor?"

"Es un regalo."

Louis levantó el ramo que tenía en la mano por lo que, ante esa simple respuesta, Jade se tapó la boca y sacudió los hombros. Huid se presionó las sienes.
 
"Ay, por Dios."

Porque incluso así, el trabajo de Huid era registrar y gestionar los artículos recibidos, como impuestos para la casa del conde.
 
[Cazador Smith: Un faisán.
Leñador Jack: Una carga de madera.
El leñador de al lado: Una cesta con frutos del árbol.
Niñita desconocida: Flores]

Y ciertamente no había nadie en este lugar que entendiera los sentimientos de Huid al tener que escribir registros todas las noches y todos los días, una y otra vez y otra vez hasta que terminaba por pegarse en la frente contra la mesa de nuevo.

Pero cuando estuvo a punto de hablar:

"Ting, ting, ting, ting."

Entró la anciana, empujando un carrito de comida tan viejo como el castillo. Empezó a llevar los platos.

"Para usted señor..."

"..."

"Y... La cuchara..."

Denver tenía una personalidad muy impaciente así que se veía bastante frustrado al respecto. Pero igual no dijo nada apresurado o se enojó y tampoco instó a la criada a ir más rápido. Esto se debía a que la mujer ya era anciana y parecía estar pasando por un momento bastante difícil precisamente debido a ellos por lo que, no tuvo más remedio que morderse la boca y refunfuñar mientras miraba a la mujer, sacudiendo sus brazos como si los platos fueran piedras de veinte kilos. Bueno, eran un grupo de varias personas, un carrito grande y una mujer con huesos de palillos así que, definitivamente iba a tardar más de lo que le gustaría. Y quizá esto se repetiría no por un mes o dos, sino por años.

"Quiero morir. Quiero morir ahora."

E inmediatamente después, tuvieron una comida bastante sencilla. Nada fuera de lo normal, pero tan nutritiva como se esperaba: Huevos que alguien había traído, leche que otra persona había traído, verduras y frutas y, por primera vez desde que llegaron a la mansión, pan.
 
Jade, quien fue el primero en tomar el pan y darle un enorme mordisco, abrió mucho los ojos y habló con la boca completamente llena de comida.
 
"Um. Gue gico."
 
Luego Denver tomó el pan, le dio un mordisco y asintió con demasiado entusiasmo. Lo mismo ocurrió con Huid y luego, incluso Louis tomó el pan de su plato y lo cortó justo por la mitad para poder probarlo. El pan estaba caliente, recién horneado y olía delicioso. Además, a diferencia de cualquier otro pan que hubiera comido hasta ahora, era muy suave y parecía como si se derritiera en su boca. Incluso Louis, a quien realmente no le importaba si algo era rico o no, se puso rígido y dijo, tan pronto como lo tragó: "Está riquísimo". Y terminó por preguntar:
 
"¿Quién lo hizo?"

Por lo que los ojos de todos se centraron en la anciana. Ella sonrió y dijo:
 
"Lo hizo un hada. Es más, no sólo preparó el pan, sino que también limpió toda la casa de pies a cabeza."

"..."
 
Ante el ruido inesperado de la anciana, Denver hizo un ruido malicioso pero de todos modos a la anciana no le importó y volvió a hablarles:

"También canta y baila. ¡Es realmente adorable!"

"..."

Por lo que en lugar de decirle algo, se limitaron a mirar a la anciana, alzaron los hombros y se preguntaron los unos a los otros si es que acaso tenía demencia.

"Y gracias a él, la verdad es que me sentí muy cómoda aquí después de mucho tiempo de no estarlo".
 
Y cuando la anciana, probablemente senil, salió del comedor, Denver dejó salir todo el aire que había guardado y preguntó mientras movía la cabeza para la izquierda y para la derecha:
 
"No puede ser ¿No deberíamos al menos conseguir una sirvienta que no vea cosas?"

Huid tragó el pan que estaba masticando y asintió. Él también estaba pensando en eso desde que notó que casi no veía ni escuchaba así que, el único problema, era que no había nadie adecuado para quedarse con el puesto.
 
"De todos modos no importa mientras siga haciendo pan. Puede decir que lo horneó el emperador si quiere".
 
Dijo Denver, tomando un bocado de pan y masticándolo de una manera bastante ruidosa. Luego, lentamente, tomó el pan en el plato de Jade. Jade lo detuvo del brazo, Huid miró con lástima a Jade y Denver, quienes estaban discutiendo sobre probar otro trozo de pan, y luego los tres comenzaron a golpearse sin razón alguna. Mientras tanto Louis, que estaba comiendo su porción, notó que algo se estaba moviendo justo fuera de la ventana. Elevó la ceja y fijó su mirada justo en el patio hasta notar que una tela blanca, que parecía una sábana, se estaba moviendo lentamente de atrás para adelante y luego, debajo de ella, unas criaturitas del tamaño de un pulgar saltaron y cantaron tomados de las manos.
 
~Lunes, martes, luego miércoles y jueves...~

"..."

Louis dejó lo que estaba haciendo y movió los ojos en otra dirección. Miró a Jade, Denver y Huid pero ellos simplemente estaban absortos comiendo.

Louis volvió a mirar por la ventana:
 
~Lunes, martes, miércoles, jueves...~
 
"... El bosque tiene hongos"
 
La atención de los tres caballeros se centró en la voz de Louis. Louis siguió hablando:
 
"Entre los hongos del bosque hay hongos alucinógenos, así que tengan cuidado. No los pisen porque son muy fuertes".
 
Los caballeros sacudieron la cabeza, confundidos ante el repentino consejo de su señor, y luego vieron a Louis volver a concentrarse en su pan como para bloquear el sonido del canto en sus oídos.
 
~Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo.~

La boda de las hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora