Saoirse Freztgerald.
Ethan, Ethan, Ethan. Te comportas como un estúpido.
"Gracias por la flor.
Es tan bonita y rosadita como me la imagine. "
Aún me hierve la sangre del cólera, ayer casi muero ahogada por su culpa y se toma el atrevimiento de jugar al pervertido.
"Dejarás que te toque el trasero donde quiera, como quiera y cuando quiera".
¿Me vio cara de zorra o qué? Por suerte, mi mano reaccionó más rápido que mis hormonas, dándole un gran golpe en la mejilla.
Sí debo admitir que su mano grande y calidad me salvó la vida, pero se pasó de la raya con esa estúpida propuesta.
Cerré el termo con el chocolate caliente que desprende vapor, envolví las donas en unas servilletas y las meto en mi bolso. Analice bien la flor, sus pétalos aún se mantienen firmes y con un ligero rubor. La puse en agua limpia al lado de mi cama, para después salir de mi habitación rumbo a la escuela, dónde tomaré un examen que, probablemente me volará el cerebro.
Llegué a la escuela con mi bici, en la entrada me esperaba Leyla con su cara de coqueta.
—Hoy si me contarás qué pasó ayer.
—Buenos días Leyla. Dios te bendiga.
—Amén, amén. Entonces... —procede a ignorar mi saludo, el tema del chisme y Leyla es mejor saltarlo.
—No pasó nada. —Entramos a la escuela y ella tomó mi brazo derecho como de costumbre.
—No pasó nada y llegaron empanados. —me detuvo. Me gire a verla, con una expresión seria en mi rostro.
—Nos caímos al lago. —hable y continúe el paso, ella me siguió y escuche un suspiro de su parte.
—Como sea. Recuerda no involucrarte con ese delincuente.
—¡No es un delincuente! —exclame, juro que me sentí como si estuvieran hablando de mi. Odio que juzguen a la gente sin conocerla.
—Oye no me grites. Él tiene tatuajes, dicen que consume sustancias y juega con las personas. También se rumorea de sus trabajos sucios en la ciudad. —solté una risita por su explicación. La mire a los ojos y ella se pone tensa.
—Leyla, ¿No sabes que no debemos juzgar a los demás por unos simples rumores?
—¿Por qué siempre lo defiendes?
—Yo defiendo así a todos. No hay razón para creer esas cosas solo porque lleve tatuajes
Ignore el hecho de que ayer se fumó dos rollos, es que eso no debe de importarle a nadie. Es su vida. Fumar o tener tatuajes no te hace menos o peor.
Llegamos al aula, tomamos la primera clase y nos preparamos para el examen. Hice tres Padre nuestro consecutivamente, sin detenerme y apreté el crucifijo de plata en mi escote.
Santa María, Madre de...
—Tranquila, las dos reprobaremos y ya. Todos cometemos errores. —chilla Leyla a mi lado, le asentí, aceptando mi futuro.
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El estúpido Ethan.
RomanceEn un pequeño pueblo, donde las campanas de la iglesia marcan los días y las noches, vive Sao, una joven católica. Su vida está llena de oraciones, misas y rosarios. Pero todo cambia cuando Ethan, un chico apasionado y rebelde que conoce hace muchos...