En un pequeño pueblo, donde las campanas de la iglesia marcan los días y las noches, vive Sao, una joven católica. Su vida está llena de oraciones, misas y rosarios. Pero todo cambia cuando Ethan, un chico apasionado y rebelde que conoce hace muchos...
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¿Estúpido? ¿Yo?
"Jajajaj, no me digas. Todavía me duele la nariz de ese golpe"
Leo con una pizca de emoción cada mensaje que me envía San, el rubio de ojitos alegres no deja de hacerme feliz nunca. Soy una tonta, y pensar que dude de nosotros solo por el estúpido Ethan.
"Leyla es increíble. Puede ser buena deportista y a la vez una chica refinada. Si vieras como se lee 2 libros en una semana. "
No pierdo el tiempo para escribirle, hablar con él es tan cómodo. Te escucha, te entiende y te corresponde.
"Yaaaa.
"Pero qué tipo de libros lee ella. "
Me enderecé sobre la cama y volví a teclear.
"Le gustan mucho los animales. Ayer estaba leyendo uno sobre unas mariposas que no podían salir de un jardín. "
"Ya veo. Pero dime, ¿Qué has hecho en estos días?
"Casi nada. Mi vida es aburrida, el otro día fui al lago y casi me ahogo. "
Mordí mi labio, seguido golpeó mi frente cuando casi meto la pata.
"Que mal, no estuve ahí para salvarte. "
Pero Ethan sí lo estuvo. Aunque fue su culpa.
"No importa. Salí entera. "
Y manoseada.
"Bueno. Me tengo que ir, adiós. "
"Cuídate. "
Deje el celular a un lado junto a suspiro. Fui a sentarme en la ventana mientras pienso en San. Y recuerdo que dejé a mis padres con un mal sabor la última vez, tampoco agradecí a Ethan por la flor.
La flor ya está decayendo. A pesar de que la veo toda la noche para dormir, con eso no es suficiente. Además, ya fue arrancada de raíz. Solo le quedan unos minutos antes de que sus pétalos se marchen.
Tome la flor en mis manos y la llegue a nariz, inhalando por última vez su aroma dulce. Caminé con ella hacia el baño y pensé varios segundos antes de tirarla a la basura.
