Abrí la puerta de golpe, estampándola contra la pared y causando un ruido fuerte y molesto, ni me giré a verlo marcharse ni despedirme de él. Me siento molesta, demasiado enojada a decir verdad. Cuando cerré la puerta detrás de mi, el rostro conocido de mi madre me ve con extrañes y esperando respuesta. Suspira hondo, recordando que me desaparecí la tarde entera sin contarle nada a ella o avisarle.¿Qué está pasando conmigo?
La veo con una ola de nervios recorrer todo mi cuerpo, aún así, me muestro firme y camino hacia ella despacio sin planes de darle explicaciones.
—¿No me saludaras? —cuestiona con las manos en la cintura.
Justo antes de pasarle por el lado. Trague saliva bruscamente buscando una respuesta para ella, solo puedo escuchar el sonido del viejo reloj en la pared y como mi mente está a punto de encenderse.
—Estaba con Leyla. —fue lo primero que salió de mi lengua, ella frunció las cejas y se acomodó sobre sus talones, y después abrió la boca para hablar.
—Leyla estuvo buscándote porque tu no respondías el celular.
Eso es Sao, se una estúpida. Miente, haz estupideces, desobedece a tu mamá.
Entonces mi corazón se encogió, me sentí una mentirosa rebelde. Solo debí decirle que saldría con un conocido, así no se abría preocupada o sentido mal, porque sabe que le estoy mintiendo. Pero solo pensar en decirle algo así me asustada, temo que se entere que ando por ahí besuqueándome con Ethan o viéndolo fumar. No sé cual será su reacción. Si lo sé, seguramente se enojara o se sentirá decepcionada, pero no quiero ver esa reacción de ella.
Pero no quiere dejar de hacer esto.
—Mi celular está apagado, pero después nos encontramos. También camine un poco por el parque mientras pensaba en La Cena Otoñal.
Ella, por su parte solo asintió. Pensativa, obviamente está dudando, es mi madre, y mi madre siempre sabe cuando algo está mal.
—Sube a tu cuarto y sácate toda esa mugre que tienes encima. Luego hablamos. —me señaló con el dedo todo el vestido, lo analizo y si, parezco marrana.
Hice caso para no complicar más las cosas. Subí las escaleras con rumbo a mi habitación y con un de desánimo enorme en todo mi cuerpo.
La pared de un color claro en mí habitación pide a gritos un nuevo color, veo el techo blanco sobre mi, la pared también blanca, empiezo a darme cuenta lo aburrida que es mi habitación. Los mismos muebles que compraron mis padres cuando deje los muebles rosas con bordados de Winx. Pensándolo bien, las Winx le daban más vida a esta habitación que el perro de peluche solitario que está sobre mi cama.
¿Por qué no decore esto antes?
Cuando salgo del baño, escojo una ropa para usar. Unos shorts azules juntos a un suéter de lana color gris. Cuando tomo asiento, lo primero que hago es ver si hay algún mensaje de Ethan, pues no hay nada. Su petición la deje en visto y no volvió a escribir, y posiblemente no vuelva a hacerlo.
Yo si no lo haré. No le escribiré,
Ethan, como dice él mismo, es un hombre independiente, sabe lo que hace bien y lo que no. No puede estar metiéndome en su vida personal, aún así, me causa mucho cólera que sea así. Que piense así, que crea imposible algo que él puede lograr con mi apoyo. Pero ya, lo prometo, no me meterá más en sus asuntos viciosos.
Pero la inquietud que tengo en mis piernas mientras trato de hacer la tarea para mañana no me dejan concentrarme.
¿Se vería mal si le escribo?
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El estúpido Ethan.
RomanceEn un pequeño pueblo, donde las campanas de la iglesia marcan los días y las noches, vive Sao, una joven católica. Su vida está llena de oraciones, misas y rosarios. Pero todo cambia cuando Ethan, un chico apasionado y rebelde que conoce hace muchos...