Capítulo 14.

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7 de la mañana, me acabo de levantar y lo primero qué pasa por mi mente es el verde opaco de los ojos de Ethan. Ni pensé en dar las gracias a Dios como de costumbre, solo me lance sobre la mesita de noche para tomar mi celular y ver dos mensajes de texto de él.

Una sonrisa grande se apoderó de mis labios inconscientemente mientras leía el contenido del nuevo chat.

"Buenos días muñeca"

"Hoy siéntate en las últimas filas".

Entendí muy bien a lo que se refería. Y como lo que menos deseo es estar al lado de mis padres en estos días por la presión que tienen sobre mi, obedeceré su orden y me quedaré al final. Siempre y cuando mi intensa mejor amiga no esté sufriendo de miopía justo hoy.

Cuando entro al baño, lo primero que hago es limpiar mi rostro con cuidado. Mi piel está muy hidratada, pero hoy, justo hoy, tengo un grano sobre mi ceja izquierda. Uno muy grande.
Más tarde pondré un parche. No planeo explotarlo, se pondría poner feo o salirme más.

Después de una corta rutina mañanera, lave mi cuerpo con agua caliente y salí del baño. En la cama ya tengo lo que usaré hoy, un vestido al muslo de un rosa pastel y de mangas largas. También hice de mi pelo una coleta baja, bien recogido y con un detalle floral sobre el.

Anoche, cuando llegue a casa volví a aclarar nuevos puntos con mis padres, ahora me siento más aliviada y con menos estrés. Solo le bastó decirles nuevamente que soy una tonta y que en vez de tener pareja, quiero una carrera universitaria.

Lo aceptaron, pero la brecha fue fuerte y al final todo quedó bajo mi responsabilidad. Yo lo pedía, siempre le decía a todos que me gustaba mucho San, y solo me bastó mirar a otro y las cosas cambiaron.

Cuando vea a San, hablaré con él. Es una persona que escucha y entiende, además, no creo que le guste tanto.

~*~*~

—¿Qué me estás diciendo?

Aquí, debajo del árbol más alto cercano a la iglesia, me arrepiento profundamente de no traer una tela más gruesa sobre mi piel. El viento sopla frío alrededor del rostro confundido de San.

—Discúlpame, algunas cosas cambiaron. —veo fijamente como sus ojos claros buscando una explicación más razonable. ¿Cómo no? El otro día estaba feliz por un supuesto matrimonio, pero hoy no quiero.

—Pero tú eras la que insistía en... —sacó su mano derecha del bolsillo de su pantalón fino e hizo comillas con sus dedos. —Todo esto, desde que eras pequeña lo pedías.

Por alguna razón, por una bendita razón, me siento tan apenada.

—Muchas cosas cambiaron. —flote mis manos sobre mis brazos en busca de calor. Algo inútil, solo logró ponerme más incómoda.

—¿Cómo cuáles?

San se inclina un poco hacia abajo dejando su oreja izquierda frente a mi. Tragué saliva con amargura, no debería decirle que me gusta otra persona, porque está mal, muy mal.

—Hace frío. Entremos dentro, la misa está por comenzar. —le comenté mientras me alejaba a pasos lentos, él se levantó. Lo peor de todo es que siento una actitud distinta de su parte.

—¿Estás con otro?

—¿Qué? —frene en seco antes de darle la espalda. Un pequeño nudo se formó en mi garganta, sin sentido alguno mis manos se pusieron más frías.

El emboza una sonrisa sarcástica. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando una ráfaga de viento nos golpeó.

—Está bien. Hablemos otro día.

El estúpido Ethan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora