Abrí mis ojos para verlo. Pero solo logré ver una parte de su cabellera oscura, lleve mi mano temblorosa a su nuca y trate de levantarlo. Arrancarlo de mi cuello y hacer que me bese, eso quiero.
—Cálmate... —sentí el duro de sus dientes rozar la piel mojada y sensible de mi cuello.
Busque de su rostro con mis manos, cuando tuve su rostro, lo aleje de espacio y lo levante. Él abrió sus ojos verdes. Extrañado y me dio una mirada tierna que me derritió, cuando iba a decir algo, plante mis labios sobre los de él. Se sorprendió, pero luego me sujeto con fuerza con una mano, y me ayudo a levantarme bien para poder disfrutar de sus labios.
Tome con mis dientes su labio de arriba, el dejo salir un suspiro que choco con mi barbilla. Con mi corazón ardiendo, chupe su labio para después sentir una mano en mi pecho izquierdo. Deje mis ojos cerrados para disfrutar como entra su mano por mi vestido y atraviesa mi sostén. Me erice cuando sus dedos tomaron mi pezon duro, sensibles y erectos. Todo mientras me besa, mientras nuestras lenguas batallan y siento mi intimidad palpitando sobre su pierna.
El sonido de un celular empezó a sonar, yo ando sin nada por lo que supongo que es el de él. Lo ignora, y continúa tocando mi pecho a su antojo. Su tacto es cálido y me hace sentir un cosquilleo tan rico cuando pasa sus dedos por mi pezon.
Pero, el celular siguió sonando. Me aleje de sus labios y se quejo en lo bajo, maldiciendo. Bruscamente sacó su mano y la llevó a su chaqueta, sacando su celular y alejándose de mi.
Me quede quieta pegada a la pared. Ethan lleva su celular a su oreja y me ojea lamiendo sus labios mojados antes de girarse para hablar.
Yo emitió su gesto lamiendo los míos. Con mis manos inquietas y un leve cosquilleo en mi interior.
Es la segunda vez, la segunda vez que siento ese deseo de dejar que se apodere de mi. La tensión es mucha, es insoportable, seguiré cayendo una y otra vez, lo sé, pero no puedo evitarlo.
—Iré enseguida.
—¿Sucede algo? —hablé tajante, mi respiración no está nada estable. El volteo hacia mi y guarda su celular.
—Debo irme.
Claro, es así. Paso lo que paso, y eso fue todo. Me enderece viendo a la nada, por algún motivo me sentí un poco mal. Más cuando lo veo retorcer mirándome, él también está procesando lo sucedido.
—Creo que ya todos se fueron a casa. Deja que te acompañe. —ofrece, mis ojos se iluminaron. Es la primera vez que a Ethan le tambalea la voz al hablar.
—No creo que sea buena idea. —le dije, si mamá me ve llegando con él se armaría tremenda bronca.
—Tampoco es seguro ir sola a estas horas. Serán las diez, vamos. Te dejaré cerca.
Termine aceptando. Ethan empezó a caminar a paso lentos hacia la puerta, yo lo seguí y entramos a la iglesia. Las sillas están vacías, no hay señales ni del seguridad.
El voltea a verme con una sonrisa, y con cara de: Tenia la razón.
Salimos de la iglesia y caminamos hacia la calle desolada y fría, donde se estacionan los autos. Una moto roja brilla en la oscuridad.
—Hay un problema. —rompe el silencio y lo veo mientras seguimos caminando. —No traigo cascos. El mío se arruinó en el accidente y lo envié a modificar. La moto es ajena, pero el dueño no quiso dejar su casco. Eso es muy intimo para nosotros.
—No importa, solo ve despacio. —él asintió. Nos acercamos a la moto.
Abrace mis brazos helados, el frío estaba empezando a afectarme. También mi pelo bailo con el viento.
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El estúpido Ethan.
RomanceEn un pequeño pueblo, donde las campanas de la iglesia marcan los días y las noches, vive Sao, una joven católica. Su vida está llena de oraciones, misas y rosarios. Pero todo cambia cuando Ethan, un chico apasionado y rebelde que conoce hace muchos...