Forget or Love [VegasPete]

#20

Pete se encontraba sentado en la cama de su habitación, con Porsche a su lado, quien lo miraba atentamente, sin saber que pensaba su mejor amigo. Después de su declaración, ni él mismo sabía cómo reaccionar o como responderle. Agradecía internamente que Kinn estuviera en el otro cuarto haciendo la tarea con Venice.

—¿Pete?

—No sé qué hacer... estoy confundido, Porsche —suspiró. —Las palabras de Vegas me dejaron confundido, yo puedo notar que él ha cambiado.

—¿Pero...?

—Pero si yo le doy otra oportunidad como él me pide, tendría que decirle la verdad sobre Venice y me va a odiar, ya no me verá con los ojos de amor con los que me ve.

¿Qué había pasado? En el restaurante, mientras almorzaban y Venice jugaba en los juegos, Vegas le había confesado a Pete que estaba enamorado de él y quería intentar algo con él, algo serio, algo formal y estaba dispuesto a ser un buen padre para Venice.

Dichas palabras lo habían dejado congelado y lo cierto era que con los meses que habían estado juntos, los sentimientos que tanto había reprimido finalmente estaban saliendo a flote, pero llevaba una gran verdad sobre su espalda.

—Tú aún lo amas, ¿no es así? —Pete asintió. —Yo te diría que no le des otra oportunidad, él te engañó y aunque hayan pasado ocho años todavía no han hablado de lo que pasó, todavía no han aclarado nada.

—Yo sé qu-

—No, escúchame Pete, de amor no se vive. Una relación se basa en la confianza, en el amor, en la comunicación, en el apoyo mutuo de pareja —vio a su amigo. —Puede que Vegas se haya dado cuenta de que te ama o puede que solo este confundido, tu no lo sabes.

—Porsche, te digo que siento en mi corazón que él ha cambiado.

—Al igual que tú lo has hecho. Han pasado 8 años, no somos los mismos, son como desconocidos volviéndose a conocer —suspira. —Mira, no te digo que no lo aceptes, pero al menos dense el tiempo de conocerse, de volverse a enamorar y tú de darte cuenta si este nuevo Vegas es realmente honesto.

—Tienes razón, pero aun así tengo miedo de que se llegue a dar algo entre nosotros, no sabría como decirle lo de Venice.

Porsche estaba a punto de responder, pero unos sonidos insistentes en el timbre lo interrumpieron. Eso irritó a Pete que se paró de inmediato y fue a abrir la puerta, únicamente para ver la cara del idiota que no sabía tocar en una casa ajena.

—¿Vegas? ¿Qué haces aquí?

Sin pedir permiso, el pelinegro entró al departamento.

—Necesitamos hablar —lo miró y Pete se dio cuenta de sus ojos rojos e hinchados.

—Claro, pero dime, ¿qué pasó?

—¿Alguna vez me mentiste?

—Yo... no Veg, claro que no, nunca te mentiría.

Pete se preocupó por el estado de ánimo del castaño e intentó acercarse a abrazarlo, pero Vegas se alejó. Intentaba guardar las lágrimas que amenazaban con volver a salir de sus ya hinchados ojos.

—Y si nunca lo hiciste, ¿por qué no me dijiste que Venice es mi hijo?

—¿Q-qué? —se rio nervioso alejándose un poco de él

—Lo que oíste. ¿Por qué no me dijiste ni siquiera que esperabas un hijo mío?

—No sé de lo que hablas Vegas, no sé quién te inventó tremenda mentira.

—¡Dime la verdad maldita sea! ¡¿Venice es mi hijo sí o no?! —lo tomó por los hombros comenzando a llorar.

Era el fin. Pete estaba atrapado y no sabía como decirle que sí, que en efecto el pequeño con el que habían almorzado esa misma tarde era su hijo, era su sangre. No quería romper más a Vegas, al menos no al verlo llorar con desesperación.

—Cálmate primero y... y te diré lo que quieres saber.

—Yo merecía saberlo Pete —rompió en llanto apretando sus puños. —¡Yo merecía saberlo!

—¡Vegas tú no querías hijos conmigo! ¡Por eso me engañaste! ¿Cómo mierda te iba a decir que esperaba un hijo tuyo si tu deseabas hijos con otra mujer?

—¡Tú no sabías mi maldita reacción!

—¡Joder! ¡Me repetiste tantas veces que solo una mujer podía tener hijos! ¡No quería que Venice sintiera que su padre lo odiaba antes de nacer!

—¡¿Al menos me lo dijiste?! ¡Yo entendería si te hubieras ido con MI hijo si al decirme, yo lo hubiera rechazado!

—¡Lo ibas a hacer! ¡No lo hubieras querido!

Pete explotó. Quería llorar, quería gritar, pero no podía, claro que en cierto punto él tenía la razón, nunca le preguntó para saber si quería un hijo, pero tampoco hubo la oportunidad al verlo acostándose con otra persona. En ese momento parecía la decisión más sensata, en ese momento parecía la decisión correcta, ahora se dio cuenta que no lo fue.

—M-me quitaste 8 años de su vida, Pete —susurró con la voz rota sentándose en el sofá, con las manos sobre su cabeza, permitiéndose llorar. —Y-yo... y-yo merecía conocerlo, merecía verlo nacer, verlo caminar... a pesar de todo lo que te hice, yo tenía derecho.

—Lo siento, Vegas...

—Un "lo siento" no arregla nada, no regresa el tiempo que perdí con él —negó con su cabeza.

El menor se limpió las lágrimas que salían de sus mejillas en silencio, para no ser visto por el mayor.

—¿Qué demonios sucede? Sus gritos se oyen hasta arriba —Kinn apareció.

—Tú también lo sabias, ¿no es así Anakinn?

—¿Dé que hablas?

Vegas tomó a Kinn de la camisa, con evidente enojo y dolor.

—De que Venice era mi hijo, ¿lo sabias?

—Si Vegas, yo lo sabía —se quitó de su agarre. —Pero antes que digas algo, no era mí a quien le correspondía decirte.

—Eras como mi hermano Kinn. ¿Cómo pudiste ocultarme eso?

—No lo metas en esto, Vegas. Porque recuerda que él guardo tu secreto cuando me engañabas con Love —intervino Pete.

—Lo guardó por 6 meses, en cambio lo tuyo lo guardó por 8 años —sonrió con tristeza. —Y yo tan imbécil pensando en que podía intentar algo contigo, conquistarte, enamorarte nuevamente, cuanto debiste reírte de mí.

—No fue así, de verdad... yo ya estaba buscando como decirte la verdad, porque también quería intentar algo contigo y-

Vegas levantó sus manos en forma de resignación y negó varias veces con su cabeza, negándose a oírlo. Su dolor era demasiado grande, porque al llegar a la casa de Pete, una parte de él esperaba firmemente que dijera que no era cierto, se negaba a creer que pudiera haberle mentido con algo tan delicado.

—Tienes esta noche para decirle la verdad a mi hijo, porque si no lo haces tú, lo haré yo.