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Banner: Kimhan y Porchay

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KimChay

El sonido de la ambulancia y las patrullas se iban acercando a la pequeña casa fuera de la ciudad de Bangkok. Muchos vecinos y gente cercana de la zona llamaron a la policía cuando escucharon los disparos.

No se sabía con exactitud si la policía llegó a tiempo o quizás fue muy tarde; la escena ante sus ojos era algo delicada.

Al lugar también llegaron los conocidos de las víctimas. Pete, Porsche y Kinn, estos dos últimos intentaban calmar al menor, quien no dejaba de llorar viendo a su hermano y cuñado en aquella situación.

¿Cómo había sucedido todo eso?

Los últimos días, Mon Kornkamon había dejado de administrarle drogas a Kim, y claro que no era por gusto propio. Todo lo contrario, su proveedor no le había entregado lo que quería ya que ella no tenía dinero para pagarle. Había intentado convencer a su hermana mayor de prestarle dinero, pero se negó rotundamente, y sus padres no la querían en casa, así que estaba sola.

El mayor temor de la chica era que el amor de su vida se despertara y se fuera de su lado. No iba a permitir que él regresara al lado de ese castaño insignificante; ella era mucho mejor.

—Mami... —la pequeña niña se acercó gateando hacia ella; no había comido en dos días.

—¿Qué quieres?

—Hambe —balbucea como puede.

—Aguanta un poco mocosa, puedes aguantar un poco más.

—Mami, hambe.

—¡Cállate! —le gritó y la empujó, desesperada y molesta.

Cuando Kanya se cayó, comenzó a llorar, pero a Mon no le pudo importar menos ver llorar a la niña. En cuanto su celular comenzó a sonar, una sonrisa se formó en sus labios y sin importarle nada, salió de la casa.

La niña lloraba sin cesar, hasta que unos brazos la calmaron suavemente.

—Ya, mi niña, no llores —un adormilado y cansado Kim comenzó a arrullarla.

—Papi, hambre —sollozaba en su pecho.

—Tenemos que irnos pequeña.

Físicamente, Kimhan estaba demasiado pálido y débil, con una venda en la cabeza y sangre seca en la parte trasera de su cuello. Como pudo, se levantó y regresó a la habitación donde había despertado y buscó en los cajones su teléfono.

Su cabeza le dolía demasiado y recordaba poco sobre cómo había acabado en esa situación, pero sabía perfectamente quien era la culpable.

Prendió el teléfono y busco entre sus contactos a la única persona que había amado y amaba con total locura y sabía que iba a poder ayudarlo.

Forget or Love [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora