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Capítulo 8

Mi corazón se acelera mientras llevo a Hyein a mi clínica, con Maddie pisándome los talones

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Mi corazón se acelera mientras llevo a Hyein a mi clínica, con Maddie pisándome los talones. Normalmente estoy tranquilo cuando trato con accidentes y emergencias, pero hoy no. Algo sobre Hyein tira de mi fibra sensible, verla sucumbir al pánico, ver cómo el color desaparecía de su rostro... no puedo recordar la última vez que me sentí tan impotente.

A lo largo de los años he llegado a sobresalir al separarme de mis pacientes, pero algo en Hyein es diferente, sentí su dolor como si fuera el mío.
Maddie corre a mi alrededor para abrir la puerta de mi oficina, y llevo a Hyein con cuidado. Está tranquila en mis brazos, su respiración es uniforme y sus mejillas tienen un hermoso color rosado. Se ve bien ahora, pero mi corazón todavía está descontrolado. Estoy preocupado, sé que ella no está realmente herida. Sus heridas son superficiales, pero no puedo soportarlo. Supongo que fue la mirada en sus ojos, y la devastación que la consumió momentáneamente.

Todavía está temblando ligeramente cuando la coloco en la cama para pacientes en mi oficina, con sus pies colgando del borde. Ella me mira, y nuestros ojos se cruzan. Esos ojos azules suyos... podría perderme en ellos si me lo permitiera.

―Yo puedo desinfectar sus heridas, doctor Min.

Parpadeo, apartando la mirada de Hyein. Olvidé que Maddie estaba aquí, y la expresión de su rostro me dice que lo sabe. La mirada silenciosa de advertencia que me envía me hace dudar, pero niego con la cabeza en contra de un mejor juicio.

―No te preocupes ―le digo.
—Lo hare yo mismo.

Ella asiente y se acerca al gabinete de mi oficina, claramente insistiendo en no dejarme a solas con Hyein. Muerdo mi labio mientras tomo la botella de vidrio de ella.

―No necesitaré ayuda ―le digo, sabiendo muy bien que estoy cometiendo un error al pedir estar a solas con Hyein.Hay algo en ella que no puedo resistir. Soy un tipo racional, y la advertencia de su abuelo todavía resuena fuerte y clara en mis oídos, pero no es suficiente para hacerme resistir a la tentación, y alejarme de la oportunidad de tener un momento a solas con ella.

Maddie me mira a los ojos y yo fuerzo una sonrisa educada y profesional en mi rostro, me mira por un segundo, y luego asiente.

―No pensé que se iría ―dice Hyein en el momento en que la puerta se cierra detrás de Maddie. Suena divertida, pero hay un borde en su tono, uno que me llena de curiosidad.

―Yo tampoco ―murmuro mientras abro la botella de desinfectante.

―Ella es bonita ―dice, con su tono extrañamente agravado.

Le sonrío y la miro.

―¿Ah, sí?

Ella frunce los labios, con una pizca de impaciencia en sus ojos.

DR. MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora