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Capítulo 10

Me desplazo por los resultados de búsqueda de Min Yoongi, frunciendo el ceño cuando no encuentro casi nada

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Me desplazo por los resultados de búsqueda de Min Yoongi, frunciendo el ceño cuando no encuentro casi nada. No tiene perfiles en las redes sociales, y lo único que puedo encontrar sobre él se relaciona con su trabajo o la investigación que ha realizado. En las pocas fotos que puedo encontrar suyas, se ve borroso.
Reconocible, pero borroso.

Qué raro. En estos días es casi imposible que alguien sea tan anónimo. Ciertamente, nunca me ha costado mucho saber más sobre alguien, en todo caso, normalmente puedo hacer que el FBI corra por su dinero. Leia elogia mis habilidades de acosadora sin cesar, pero ahora que las necesito, me están fallando.

Gimo y dejo caer mi cabeza en mi escritorio. Quiero saber más sobre él, específicamente, quiero saber si tiene novia. Un hombre como él... no puedo imaginarlo soltero, pero, de nuevo, ¿coquetearía conmigo de la forma en que lo hizo si no estuviera soltero? No parece del tipo que haga algo así.

―¿Qué estás haciendo?

Me siento al escuchar la voz de mi mamá y cierro de golpe mi computadora portátil. ¿Cuánto tiempo ha estado parada ahí? Ni siquiera escuché la puerta abrirse, así de inmersa estaba en mi acecho del doctor Min. Qué embarazoso, espero que no haya visto lo que estaba haciendo.

Mamá levanta las cejas y entra en mi habitación con expresión tensa. No estoy segura de lo que está pasando, pero la forma en que me mira instantáneamente me pone nerviosa. Desde hace años ella se ha mostrado distante, incluso conmigo, no deja que sus emociones se muestren, rara vez se enoja, y tampoco la he visto feliz. Ya ni siquiera estoy segura de cómo se ve eso.

Aunque esto lo recuerdo, la preocupación en su rostro me golpea justo en el pecho, es una expresión que no había visto en años y me trae recuerdos que creía perdidos. Caerme del columpio del porche y rasparme la rodilla cuando tenía diez años. Cortarme los dedos cuando intentaba hacer un ventilador solar a los doce años. No había muchas ocasiones, pero de vez en cuando el hielo de mamá se derretía, revelando a la mujer que solía conocer, la mujer que me está mirando en este momento.

―¿Qué ocurre? ―pregunto, con voz suave.

Mamá se detiene frente a mí, levantando un puño. Su mano tiembla mientras desenrolla sus dedos, revelando un arete de oro que reconozco al instante. Lo alcanzo, pero ella aparta la mano de un tirón, manteniendo mi arete atrapado en su puño.

―¿De dónde sacaste eso? ―pregunto, mientras mi corazón late con fuerza. Lo perdí el día en que papá me contactó, el mismo día que el doctor Min me llevó a su oficina. No le he contado que papá me envió mensajes de texto y he estado luchando con la decisión, ella no responderá bien y, sinceramente, dudo que haya ningún beneficio en decírselo.

Tampoco le respondí el mensaje de texto, y no estoy segura de que lo haga. Si solo recibir un mensaje de texto de él me trae tanto dolor, entonces todo lo que gano al dejarlo volver a mi vida es angustia. Además, ¿cómo se atreve? ¿Cómo se atrevía a aparecer ahora como si nada hubiera pasado, diciéndome que me extrañaba?

DR. MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora