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Capítulo 14

El doctor Min me sonríe y extiende su mano, esperando a que la tome pacientemente, está ignorando a Gregory por completo, y de alguna manera eso lo hace aún más sexy

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El doctor Min me sonríe y extiende su mano, esperando a que la tome pacientemente, está ignorando a Gregory por completo, y de alguna manera eso lo hace aún más sexy. Nadie ignora a Greg, es el heredero de un imperio petrolero, y ninguna persona que conozco se interpone en su camino.

Excepto el doctor Min.

―Está ocupada ―dice Gregory, y el doctor Min finalmente lo mira, con la ceja levantada como si no estuviera impresionado en lo más mínimo. No puedo evitar reír cuando deslizo mi mano en la suya, me atrae hacia él con más fuerza de la que esperaba y caigo en sus brazos.

La forma en que sus brazos me envuelven hace que mi corazón se acelere, e instintivamente empujo mi cuerpo contra el suyo, queriendo estar aún más cerca de él. Los ojos del doctor Min se encuentran con los míos, y mi corazón da un vuelco. Esa mandíbula cincelada, esos ojos color marrón... y esos labios. Trago saliva y arrastro mis ojos antes de que tengan la oportunidad de traicionar el deseo que siento.

―¿Hacia dónde lleva eso? ―pregunta el doctor Min, inclinando la cabeza hacia la escalera detrás de nosotros.

Sonrío y me doy la vuelta, agarrando su mano mientras tiro de él.

―Ya verás.

Mis ojos se encuentran con los de Gregory cuando pasamos junto a él, y por un segundo me preocupa haber puesto en riesgo al doctor Min.
A Gregory no le gusta perder, y no le gusta que le quiten nada. Estoy segura de que la única razón por la que me quiere de vuelta es porque lo dejé antes de que él pudiera dejarme. Probablemente soy la única mujer que le ha hecho eso y, al hacerlo, me convertí en un desafío.

―Oye, más despacio.

Hago una pausa y miro a mi alrededor sorprendida. Me he perdido en mis pensamientos, sin darme cuenta de lo lejos que lo arrastré hacia el jardín.

―Lo siento, doctor Min ―le digo, girándome hacia él.

Me sonríe y niega con la cabeza, levantando la mano para apartar mi cabello.

―No te preocupes ―murmura.
—Esto es hermoso. ―Se refiere al jardín de rosas, pero sus ojos están puestos en mí. La forma en que me mira hace que mi corazón se acelere y miro hacia otro lado, incapaz de sostener su mirada.

Caminamos juntos y, para mi sorpresa, mantiene mi mano en la suya, con nuestros dedos entrelazados. Su calidez, su tacto... lo estoy disfrutando demasiado. No puedo evitar que mis pensamientos se desvíen, y la pequeña sensación de disfrute que siento se hace pedazos por el recuerdo de la llamada telefónica que escuché.

―¿A tu novia le parece bien que camines por un jardín de rosas de la mano de otra persona? ―le pregunto, con tono duro.
—Porque a mí no me gustaría.

DR. MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora