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Hyunjin
No estaba seguro si el plan de Chan era romperme al dejarme escaldar con mis propios pensamientos todo el día. No tenía nada que hacer excepto revivir el beso de esta tarde, dividido entre la culpa y un destello de emoción aterradora, porque ese beso había sido diferente a todo lo que había sentido antes. Y cada vez que esa realización me golpeaba, mi culpase duplicaba.
Sabía que no debía disfrutarlo; no solo porque Jungwon era el hombre al que se suponía que debía besar, sino también porque Chan era el último hombre al que tenía permitido besar. Cada vez que Yeji había regresado de una noche con amigos mientras yo estaba atrapado en casa, me abrumaba una oleada de añoranza y celos. Quería ser libre para festejar con ella, pero esa habría sido mi ruina; incluso si Yeji hubiera estado a mi lado para proteger mi honor.
No podía ser visto en un club bailando toda la noche. Habíamos tenido algunas fiestas secretas en casa, que habían sido emocionantes incluso si Yeji hubiera estado pegada a mi lado cada segundo para que ninguno de sus amigos se me acercara. No es que alguno de ellos se hubiera atrevido. Todos eran mafiosos o estaban en camino de convertirse en uno. Mi padre era lugarteniente. Mi tío era el Jefe de la Organización. Mi prometido es tan bueno como el lugarteniente de Namgu y mi hermana una mafiosa.
Ningún hombre me miraba dos veces, al menos no los chicos permitidos cerca de mí. Podría haber estado desnudo y arrojarme a estos chicos y no se habrían atrevido a mirarme... por miedo a perderlo todo... y su vida. Y lo había aceptado, lo había aceptado porque estábamos sujetos a las reglas de nuestro mundo. No era como si quisiera dormir con todos como Yeji, incluso si las pocas historias que había compartido conmigo al principio cuando estaba demasiado emocionada por perder su virginidad me hubieran hecho sentir curiosidad.
La cerradura resonó y me senté rápidamente, preparándome. No permitiría que Chan me atrapara por sorpresa otra vez. Mis ojos se abrieron por completo cuando Jungsu entró, llevando un plato. Me paré. ¿Por qué estaba aquí? ¿Me ayudaría después de todo?
Jungsu contempló mi cara y luego sacudió la cabeza como si pudiera leer mi mente.
—Te traigo la cena.
Entró pero dejó la puerta entreabierta, y me pregunté por qué lo hizo. Dudaba que fuera para poder huir. ¿Le preocupaba estar solo en una habitación conmigo?
—Toma. —Me tendió el plato con macarrones y queso humeante.
Lo fulminé con la mirada.
—¿Recuerdas cómo tú, Yeji y yo jugábamos juntos? ¿Recuerdas cómo tú y ella pretendían ser mis protectores? ¿Te acuerdas de eso? —Por un momento no hicimos nada más que mirarnos el uno al otro fijamente, pero él no me permitió ver detrás de su máscara sin emociones.
