Amigos

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Nicolás, como tantos otros en busca de una experiencia trascendental, había decidido probar algo nuevo

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Nicolás, como tantos otros en busca de una experiencia trascendental, había decidido probar algo nuevo. La noche anterior había conseguido un pequeño frasco con unas gotas de un líquido transparente. Sus amigos le habían dicho que era DMT, un alucinógeno poderoso que prometía abrir las puertas de la percepción.

Se sentó en el sillón de su sala, tomando una respiración profunda antes de proceder. Vertió unas gotas del líquido sobre un trozo de papel absorbente, lo dobló cuidadosamente y lo colocó bajo su lengua. La sustancia empezaba a mezclarse con su saliva, y pronto sintió un leve sabor amargo.

Los efectos no tardaron en manifestarse. En cuestión de segundos, empezó a notar un cambio en su percepción del entorno. Los colores se hicieron más vibrantes, las formas comenzaron a ondularse suavemente, y una sensación de calidez y bienestar lo invadió. Parecía como si el tiempo mismo se estuviera ralentizando.

Mientras cerraba los ojos, una explosión de patrones geométricos y luces brillantes llenó su visión interna. Era como si estuviera viajando a través de un túnel de caleidoscopios, cada giro y vuelta revelando nuevas combinaciones de colores y formas. La realidad se desvanecía, y Nick se encontraba en un mundo completamente diferente, uno hecho de pura energía y conciencia. Un mundo donde no existían sus problemas.

Podía sentir su cuerpo fundiéndose con el universo. Su mente, normalmente ocupada con pensamientos mundanos, ahora estaba libre, explorando vastos paisajes de posibilidades infinitas. No había miedo, solo una profunda paz y un sentido de comprensión.

Después de lo que parecieron horas, aunque solo habían pasado unos pocos minutos, comenzó a regresar a la realidad. Los patrones y colores se desvanecieron lentamente, y su sala de estar volvió a ser el centro de su percepción.

Mientras la intensidad de los efectos disminuía, Nick permaneció sentado, contemplando la experiencia. Listo para visitar a su padre.

En el transcurso del camino a la unidad de su padre el chico de mirada triste decidió dar una inhalada del frasco que estaba resguardado en su bolsillo un pequeño inhalador que el chico sabía que contenía Ketamina. El reloj marcaba la medianoche cuando Nick escuchó el crujido de la puerta principal. Su cuerpo se tensó automáticamente, preparándose para lo que sabía que venía. Podía oír la pesada respiración de su padre incluso desde el salón, el sonido inconfundible de un hombre que había consumido más alcohol del que su cuerpo podía manejar.

Su padre, con los ojos vidriosos y la camisa arrugada, entró tambaleándose en la habitación. Su mirada se fijó en Nick con una mezcla de desprecio y furia descontrolada. Era un ritual que Nick había llegado a conocer bien. Se levantó del sofá, enfrentando a su padre sin una palabra.

El reloj marcaba la medianoche cuando Nick escuchó el crujido de la puerta principal. Su cuerpo se tensó automáticamente, preparándose para lo que sabía que venía. Podía oír la pesada respiración de su padre incluso desde el salón, el sonido inconfundible de un hombre que había consumido más alcohol del que su cuerpo podía manejar.

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