Somos una vez en la vida

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Cuando caigo en lo más profundo de mi alma, la sensación de impotencia y sufrimiento me envuelve, llevándome a cuestionar mi existencia en este mundo plagado de maldad

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Cuando caigo en lo más profundo de mi alma, la sensación de impotencia y sufrimiento me envuelve, llevándome a cuestionar mi existencia en este mundo plagado de maldad. Pienso en poner fin a todo este dolor, en dejar de revivir mis traumas una y otra vez. Es un tormento constante que parece más doloroso para quienes permanecen en esta realidad que para quienes deciden abandonarla para siempre.

Nadie se da cuenta de cómo todo empieza a perder importancia, de cómo el dolor se intensifica dentro de mí más que en los demás. Admiro y respeto a las personas que han decidido suicidarse porque sé que es una muerte lenta y dolorosa en vida. Es una agonía que puede durar años, meses o días, hasta que finalmente esa persona deja de existir físicamente.

Morir así es ver cómo te apagas poco a poco, cómo el dolor se vuelve insensato, cómo las fuerzas se desvanecen. Intentas sobrevivir, pero cada día pierdes un poco más. Yo estoy comenzando a perder las mías.

Cada vez me vuelvo más adicto a las drogas, cada vez necesito consumir para olvidar. No importa cuánto tiempo pase, sigo sintiéndome una basura. Me duele mentirle a mi madre, ocultarle lo que realmente me está sucediendo. Quiero contarle todo, pero prefiero ahorrarle el dolor y la decepción.

Han pasado dos meses desde aquel día en el puente, donde prometí una dolorosa despedida.

Mi dolor se ha vuelto más tolerable cuando estoy con ella. Mackenzie White es la única persona que me acepta tal y como soy, con mi carácter de mierda. Es la única que me hace sentir...

En estos meses, mi habilidad para observar y analizar a las personas ha estado más presente que nunca, especialmente en lo que respecta a la chica de cabello flameante. Una de mis cualidades es ser extremadamente observador, y Mackenzie es una chica que ha madurado en ciertos aspectos de su vida. Cada vez que está callada, es porque está lidiando con situaciones abrumadoras y ha aprendido a sobrellevarlas sola, sin necesidad de compartirlas.

He hecho comparaciones entre ella y yo. A diferencia de ella, tiendo a ser frío y cortante, pero cuando estoy con Mackenzie, me muero por hablar. Ambos hemos aprendido a resolver nuestros problemas de manera independiente, sin pedir ayuda.

Este hábito de manejar nuestras cargas por nuestra cuenta nos ha forjado de maneras similares, aunque nuestras reacciones sean distintas. Cuando estoy emocionalmente agotado, me alejo de todos, incluso de ella, y a veces no me importa lo que los demás piensen. Es mi forma de protegerme, de evitar enfrentar el juicio y la incomprensión de quienes no pueden entender el peso que llevo.

Mackenzie, por otro lado, tiende a retraerse en silencio cuando está triste. Niega la razón de su tristeza y mantiene un silencio hermético, porque solo ella sabe lo que está sucediendo. No tengo derecho a obligarla a compartir información que siente como una carga en sus hombros. He llegado a respetar su manera de manejar las cosas, porque veo en ella una fortaleza que muchos no perciben.

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