Yo murciélago

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Yo soy el murciélago, de los murciélagos fui bautizado

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Yo soy el murciélago, de los murciélagos fui bautizado...

Por aquel ser más perverso que yo...

Y hoy tomaremos las riendas para hacer cenizas.

En las sombras de la ciudad, donde la lluvia caía como un eco sordo de los secretos que cargábamos, comprendimos que ya no éramos solo sobrevivientes; ahora, éramos presas en la mira de cazadores invisibles, y la única opción era desaparecer... o convertirnos en ellos.

Han pasado más de treinta días y el silencio sobre Dominick es ensordecedor. No sabemos nada, absolutamente nada, de su paradero. Ya no podemos permitirnos la parálisis del miedo, ni fingir que el trabajo es inexistente. La presión crece, y con ella, mi determinación de tomar las riendas. No podemos seguir escondiéndonos. Hoy, he decidido que es hora de salir de las sombras y retomar el control.

Trazar una estrategia fue sencillo; ejecutarla será el verdadero reto. El territorio está libre, pero la única razón plausible para que Dominick esté atrapado debe estar relacionada con su propia ambición o los oscuros negocios que manejaba. Sea como sea, he recibido una nota, un mensaje envuelto en misterio, que me ha obligado a moverme en las sombras. Mis movimientos serán invisibles, pero mis decisiones resonarán como truenos en la tormenta.

Este juego no se gana esperando, y yo no voy a ser el peón de nadie.

No por nada me llaman el Murciélago, y no por nada soy la mano derecha del jefe. Si Dominick no está, tendré que ocupar su puesto hasta que regrese.

«Si es que regresa ».

Tomaré el mando y, aunque eso signifique cruzar líneas que antes no hubiera considerado, haré lo necesario para que esto suba de nivel. Mi moral, mis principios... al carajo con todo eso. Soy lo que soy, y no lo negaré, aunque el tormento que me consume arda en cada decisión.

La responsabilidad ahora recae sobre mí, y con ella, la carga de la traición y el poder. No soy ciego a lo que esto significa: ascender en este mundo implica tomar decisiones que te alejan de lo que solías ser, pero ¿qué me queda si no avanzo? Si me quedo quieto, me convertiré en la presa. Y eso no está en mis planes.

—Se acabaron las dudas —murmuré para mí mismo, sintiendo el peso de las decisiones que ya se estaban acumulando. Zoe me miró de reojo, notando el cambio en mi tono, pero no dijo nada. Sabía que este no era el momento para cuestionar lo inevitable y lo que ya sabían que tenía que hacer.

Mientras caminábamos bajo la tenue luz de las farolas, la ciudad parecía más silenciosa que nunca, como si estuviera aguantando el aliento, esperando el próximo movimiento. El eco de mis botas en el asfalto resonaba como un aviso de lo que estaba por venir. Sentía la urgencia de lo desconocido, la certeza de que cada paso me alejaba de lo que alguna vez fui y me acercaba más a lo que debía ser.

—Voy a necesitar a los chicos en sus puestos —le dije a Zoe sin detenerme, mi voz firme—. Esto no es solo por Dominick, es por nosotros. Y vamos a ganar.

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