-Us-usted... ¿Usted es...? -la bestia frente a él era sumamente aterradora.
-¡Soy el dueño de esta morada! ¡Ahora responde, intruso, ¡qué haces aquí?!
-No me coma, por favor, por favor, se lo ruego, mi Lord -la bestia miró al bello chico y sintió algo en lo profundo de su pecho. ¿Qué podría ser?
-Responde mi pregunta, intruso. -fue lo único que pudo decir.
-Soy el príncipe de Koryo, he huido de casa y he dado con tu morada. No deseo irrumpir en tu casa con vocerío, solo busco un lugar donde pasar la noche. -escuchó la gruesa risa de la bestia.
«Príncipe de Koryo".
-En realidad... He sido yo quien salvó tu vida del ahogamiento ¿Y aun así osas habitar en mi casa?
-¿Qué-...? Pero-...
-¡Pero nada! Yo fui quien te rescató y te has convertido en mi presa fácil. Sabiendo esto, ¿Aun te quieres quedar?
-Se... Se lo ruego, por favor, mi lord.... -su semblante cambió rotundamente -No tengo forma de regresar, he desafiado a mi padre y no tengo cara para volver... Por favor, señor-...
-Haz lo que quieras. -se dio media vuelta mirando con menosprecio -Eso sí - el pelinegro lo miró expectante -No son vacaciones, principito, tú a partir de este momento eres mi esclavo porque de lo contrario, te convertirás en uno de mis banquetes.
La aspereza en su voz le hizo sentir miedo, mucho terror, pero al momento que se giró y subió las escaleras de ese extraño castillo abandonado soltó un suspiro de alivio.
No cabía duda, era un bestia peluda y de dientes afilados. Así que eso era lo que su padre no quería que mirara.
Y ahora... ¿Qué diablos haría ahí?
La noche pasó rápidamente en medio de los estruendos y rayos, descansó sobre unos tablones siendo abrazado por el frío, pero al no tener más opción y estar cansado, se quedó dormido con la confianza en que al día siguiente despertaría y la bestia no se lo comería.
Afortunadamente, una débil luz se filtró entre las rotas ventanas y eso hizo que se despertara. No se escuchaba ni el canto de un pájaro, era un silencio total donde ni el soplo del viento daba en su andar.
Decidió levantarse, quitar su ropa húmeda para exprimirla y así sacar toda agua de ella, buscar una manera de secar aunque sea su camisa. Ahora que lo recordaba, la bestia del día anterior portaba un pantalón hasta donde recuerda, la verdad que estaba tan asustado que ni siquiera prestó atención a esa pequeñeces, pero en esa situación, realmente lo necesitaba.
¿Y si hablaba con la bestia? ¿Qué podía perder?
"La vida, mismísimo idiota".
No, no tenía nada que perder. Fue a la conclusión que llegó. Muy decidido, subió los escalones de piedra hasta el piso donde se encontraba, buscando a la bestia peluda con detenimiento para no ser sorprendido, ni comido.
Cual fue su sorpresa, que al llegar al tercer piso del castillo, se encontró con una pequeña habitación. Una puerta quebrada en pedazos, con la bisagras flojas y medio sosteniendo la madera. Una cama sin soportes, con sabanas despedazadas y almohada de plumas con rasguños y más sorprende, un cuerpo con la semejanza a un humano normal, solo que de unos dos metros, robusto, cubierto del pelo como un animal y un rostro menos aterrador qué el de la noche pasada. Mismo que miraba a su ventana en silencio.
Tocó dos veces la madera para poder irrumpir en su sagrado silencio, la bestia se giró y miró con ojos furiosos al chico.
-Mi lord, buen-...
-¿Qué haces aun aquí? ¿Acaso no entendiste mis mensajes? ¡No quiero a nadie cerca!
-Perdóneme, mi lord, pero... Usted dijo que yo era su esclavo y un esclavo no puede huir de su amo -actuó sumiso, más porque se puso en el lugar de la bestia y pensó en sus años de soledad y su dolor.
Por supuesto que a la bestia le pareció extraño que un humano como ese chico, guapo y con una vida de lujos haya decidido quedarse ahí. Con él. Aún cuando podía significar que se le comiera.
Pero él no era capaz de comerse nada humano, jamás lo ha hecho.
-Así que eres mi esclavo, ¿Eh? - quiso burlarse de él por lo que se puso de pie para pararse frente a él -¿No tienes miedo, principito?
-¿Se refiere a que si su apariencia me asusta? -obviamente iba a responder con total franqueza. -¿Qué tendría de malo su aspecto? Es más, me parece, misterioso... Intrigante saber que alguien como usted habita en este bosque...
Su respuesta lo sacó de sus cabales, sin embargo, no se iba a dejar engatusar por aquellas palabras del chico dulce.
-Aun puedo comerte, no he desayunado...
-Confío en que usted, mi Lord, no es así... No se atrevería a tocarme... -respondió con valentía -Y ya que estoy aquí invadiendo su espacio, me gustaría saber si tiene algo de ropa con la que cubrirme.
-¿Crees que alguien como yo necesite o tenga ropa?
-No se haga, mi lord, justo está vistiendo la misma hoy, no veo lo malo. -digo con gracia dedicándole una sonrisa burlona. -¿Podría ser amable y dejarme usar algo mientras mi ropa se seca?
-Aquí la luz es casi nula, no molestes y agradece que dejo que te quedes. -dijo con un tono molesto.
-Solo dígame si puedo hacerlo.
-¡No molestes!
Su grito le hizo desistir, así que solo se dio la vuelta con temor y corrió al primer piso.
La bestia negó con la cabeza y se sentó en el suelo en el inicio de los escalones.
-Dices no tener miedo, pero huyes como todos ellos...
¿Podrían arreglar aquella situación?
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The Prince ¦♕¦ binwoo
FanfictionCuenta la leyenda, que un hombre hermoso fue desterrado de sus posesiones al caerle una maldición por su avaricia y vanidad. Nadie supo nada, ni de quien se trataba, pero desde sus 6 años el pequeño príncipe Dong Min solo sabe una cosa: "Nunca vayas...