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Ava Rodríguez
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— Ava, ¿Ya estás lista? —preguntó James, mi hermano.

Estoy preparándome para acompañar a mi hermano a su entrenamiento. Les daré un poco de contexto:

Hace unos días llegué a su casa. Llevaba dos años viviendo con mi papá y su otra familia en Inglaterra a petición del mismo. No fue un periodo lindo. Mi personalidad cambió considerablemente y conseguí apoyo en las personas equivocadas, quienes me encaminaron a hábitos poco saludables, como fumar y de vez en cuando recurrir a drogas. James estaba muy feliz de verme nuevamente pero notó el cambio en mi aura. Sin embargo, no sabe ni sabrá jamás mis nuevos hábitos, me mataría.

Desde que llegué, busca pasar la mayor parte del tiempo conmigo ya que se siente culpable del tiempo perdido, me parece un lindo gesto, por lo que difícilmente le digo que no cuando me invita a hacer cualquier cosa, como en este caso, ir a su entrenamiento.

—James... ¿Podemos ver las acuarelas de las que te hablé después de salir de tu práctica?

—Depende la hora en que terminemos, no prometo nada. —me despeinó el cabello suavemente, como hacía cuando éramos más pequeños, yo solté una risita y alejé su mano de mi cabeza defensivamente, lo había extrañado de verdad.

El camino fue tranquilo, estaba viendo cómo se formaban las nubes en el cielo y el día se volvía más gélido. Al llegar al lugar, James me presentó con su equipo, bueno, casi todo. Todos preguntaban por un tal "Richard" que aún no llegaba.

Antes de que empezara el entrenamiento, estaba hablando un rato con ese chico que se llamaba "Daniel" y con Lucho, ambos fueron los más extrovertidos.

Me preguntaron muchas cosas de Inglaterra, a Lucho lo reconocí porque lo había visto antes jugar para Liverpool.

—¿Y qué tal con el frío? Porque a mí me tenía cacorro. —bromeó, Daniel y yo reímos pero antes de que pudiera contestar, los llamaron para empezar la práctica.

Al verlos jugar por un rato, me aburrí un poco. Recordé que James me había dicho que podía dar un paseo por el lugar si me aburría, por lo que aproveché para ir a la salida y encender un cigarrillo.

Comencé a fumar recostada en la entrada por un rato, cuando vi un auto parquearse en frente. Divisé por los vidrios a una pareja discutiendo. La chica manoteaba y el chico refutaba al tiempo. Negué con la cabeza y desvié la vista. Unos minutos después, el chico se bajó.

Es bastante alto, su piel perfectamente bronceada por el sol y su cabello corto ondulado con puntas platinadas llamaron mi atención. Tenía tatuajes interesantes en su pierna, pero antes de terminar de divisarlo, se puso frente a mi.

—No se puede fumar aquí. —su voz era varonil y su acento paisa bastante presente.

—Ya voy a terminar. —contesté restando importancia.

—Insisto. Ya mucho tenemos con los que fuman y dejan la basura en la entrada. Ve a hacer tus cochinadas a otra parte.

Su tono me molestó y su tonta excusa me hizo verlo de reojo, liberé una pequeña nube de humo en su rostro y dejé caer el cigarrillo. Lo apagué con el zapato sin despegar la vista de él.

—Listo.

Pude ver cómo me miraba con desprecio y solté una suave sonrisa al darle la espalda mientras volvía a entrar.

—¿A dónde vas?

No deseaba hablar con nadie, mucho menos con este idiota irrespetuoso.

—Tu novia te dejó con muchas palabras en la boca, ¿no?

Bufó dejando salir una sonrisa exasperada y algo molesta, así que decidí contestar.

—A seguir viendo la práctica de mi hermano.

Él comenzó a caminar detrás mío.

—¿Tu hermano entrena aquí?

—No puedo pedirle autógrafos por parte de nadie. —anticipé.

—¿Qué te hace pensar que te iba a pedir un autógrafo suyo?

—Amanecimos preguntones. Estoy segura de que este lugar no está abierto al público. —dije al ver que estaba entrando detrás mío.

Antes de que él pudiera contestar, escuché la voz de mi propio hermano gritar "¡Richard!"

Me di la vuelta curiosa, ¿El jugador restante estaba detrás de mí y del idiota de la entrada?

Me quedé helada al ver que justamente el idiota de la entrada levantaba la mano y le sonreía a mi hermano saludándolo. Ahí entendí. "Richard Ríos". El chico que me vio fumando e insulté tras haberme dicho que no fumara está en el equipo de mi hermano.

Mi hermano trotó hasta nosotros.

—Ah, ya conociste a Ava, mi hermana.

Me di la vuelta lentamente para ver el rostro de Richard. Él se veía sorprendido, yo más bien ligeramente asustada. Si me acusa se acabó para mí.

Pero Richard solo sonrió y levantó su mano para estrecharla con la mía.

—Mucho gusto, Richard Ríos.

Richard Ríos | enemies to lovers?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora