Richard Ríos
_____________________________________Han pasado días y no encuentro el valor de invitarla a salir. Estoy un poco asustado... ¿Y si me rechaza? Ahora mismo vive en mi casa por lo de mis cuidados. ¿Qué pasaría después de eso? ¿Se iría? ¿Se quedaría pero sería incómodo? ¿La perdería para siempre..?
Okay, ahora nos besamos y todo eso, pero.. ¿Y si ella solo quiere algo casual? ¿Y si lo hace por presión?
Ava Rodríguez
_____________________________________Desde la noche que pasamos juntos, no he encontrado el momento para acercarme a preguntarle.. ¿Ahora qué? Simplemente nos hemos.. ¿Adaptado? Nos tratamos como pareja sin ser una... y siento que me estoy irrespetando al permitirlo. Hoy específicamente comencé a evitar ligeramente las interacciones románticas.
Ahora mismo él está usando su teléfono, sentado en el sofá. Ha sido un día un poco largo, así que me senté a su lado, dejando reposar mi cabeza en el espaldar.
—¿Qué quieres cenar..? —musité con un tono un poco cansado.
—¿Estás cansada?
—No... —suspiré—. Fue un día largo, eso es todo.
—¿Te parece si cocino por ti hoy? —me miró con suavidad.
—¿Cómo vas a cocinar sin una pierna?
—¿Acaso las ollas se agarran con los pies?
Lo miré mal.
—He mejorado en mis terapias, sabes que ya puedo moverme mejor por mi cuenta. Ya hasta puedo manejar. —él sonrió por mi reacción anterior.
—Bueno... pero que sea algo simple, para que no dures mucho tiempo de pie.
—¿Unos sándwiches te parecen?
Sonreí y asentí.
—Gracias...
Al rato nos sentamos ambos a comer, en silencio. Ambos parecíamos tener temas pesados en la cabeza, me di cuenta de que no iba a haber nunca un momento en el que estuviera lo suficientemente cómoda para tocar el tema que tan revuelta me tenía la cabeza, así que volteé a verlo tras un suave suspiro de preparación, pero antes de hablar, él tomó la palabra.
—He sido un idiota por muchas razones en muchos escenarios de tu vida. En mayor y menor medida. —empezó—. Eso me lleva a... pedirte perdón por... no hablar de lo que pasó hace unos días. He notado que has intentando tocar el tema y no he hecho mucho al respecto... tenía miedo.
Lo miré sorprendida y un poco más confusa.
—¿Miedo..?
—Me gustas mucho, Ava... me gustas más de lo que nunca he gustado de nadie. —me miró con ojos sinceros, un brillo de puro amor en sus ojos—. Nada me haría más feliz que salir contigo...
Sentí mi corazón derretirse, mi estómago se llenaba de mariposas revoloteando y mis mejillas se calentaban.
—¿...Más que tener tu pierna sana? —musité para alivianar un poco la pesadez de mis emociones.
Esto le sacó una risita, asintió con seguridad, sin pensarlo. Extendió lentamente su mano y tomó la mía.
—Salgamos... dame la oportunidad de una primera cita... Por favor.
Lo miré un poco abrumada por lo fuerte que latía mi corazón, pero unos segundos después de intercambiar miradas intensas a su manera, asentí.
—Okay... salgamos.
Esto lo emocionó y lo hizo soltar un suspiro de alivio. acercándose y dándome un suave beso. Por la impresión me alejé instintivamente. Nos miramos en silencio por unos segundos y finalmente volví a juntar nuestros labios. Fue un beso lento y dulce, no se sentía lujurioso en lo absoluto, sino lleno de amor y satisfacción.
Richard Ríos
_____________________________________La misma noche que Ava me aceptó la cita, le escribí a James, suplicándole consejos acerca de a dónde podría gustarle ir. Con la información que me dió, ya tenía el día parcialmente planeado.
—Ya, está bien, no voy a hacer más preguntas. —rió después de que la regañara por su insistencia ya ambos en el carro.
—Tenemos que hacer una parada antes del lugar como tal. —informé repentinamente, arrancando.
Me miró confusa y algo curiosa.
—Te va a gustar. —aseguré con una sonrisa.
Llegamos a una tienda de vestidos de baño que le había visto ojear en instagram poco tiempo atrás. Este lugar no es respectivamente barato. Tan pronto como me parqueé se le iluminaron los ojos.
—¿Qué hacemos aquí..? —me preguntó un poco sorprendida por el inusual destino.
—¡Richard! ¿Esta es la chica de la que me hablaste? Tan linda... —Carla -una mujer que conocí gracias a mis estilistas- nos recibió en la puerta con una sonrisa—. Tienes ese cuerpo divino, muñeca. La elección que hagas te va a quedar espectacular. —le hizo un ademán y nos invitó a entrar.
Ava liberó una suave sonrisa. Concuerdo con las palabras de Carla.
Mientras la estilista iba a buscar algunos modelos específicos, Ava volteó a verme.
—Conoces los precios de este lugar, ¿Verdad? —musitó, insegura de ver a su al rededor.
Yo sonreí con seguridad y calidez.
—En una sola tarjeta tengo la plata suficiente para comprar la tienda completa cuatro veces y un poco más. —aseguré, dándole un suave beso en la mejilla.
Ella sonrió, pero antes de que ella pudiera decir algo, Carla regresó con algunas opciones.
Después de un rato de pruebas que Carla no me permitió ver hasta que Ava eligiera, se decidió por un bikini blanco hueso con detalles negros y ciertas conexiones doradas. Era hermoso; y en ella, las palabras se me quedaban cortas para expresar lo perfecta que lucía.
Seguido de esto, Carla le eligió un lindo vestido playero blanco, y a mí me separó una pantaloneta a juego con el bikini de Ava.
Nos pusimos las nuevas prendas después de haberlas pagado y le agradecí a la estilista.
Mientras salíamos, la tomé de la cintura y besé su cabeza.
—Te ves hermosa.
Ella sonrió.
—¿Ya tienes alguna idea de a dónde vamos?