Capítulo IV

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18 días antes de

—Tenemos un nuevo estudiante, Beomseok saludan a tus compañeros de clase.

—Hola, soy Oh beomseok

Hye mordía su lapicero mientras analizaba el nuevo, se veía como un pequeño cervatillo asustado, tragaba saliva tantas veces como si estuviera en un desierto y se veía muy muy muy influenciable.

Y ella estaba segura que Youngbin también lo había notado, solo podía sentir pena por aquel chico.

El sonido conocido de final de clase sonó, mientras algunos iban a la cafetería, otros simplemente salían a charlar y pasar el rato, Ella y sus amigas se habían quedado en el aula.

—Por dios ese filtro es horrible —Dijo la castaña mirando con asco el teléfono que la chica de cabello corto sostenía en alto.

—A mi me gusta —replicó la peli corta.

—Te hace ver los ojos más pequeños —eunbin agregó

—Ash, tu de verdad —las tres rieron, hasta que una pequeña tensión en el ambiente atrajo su atención.

—¿Has perdido la cabeza?

Sus miradas se fijaron en el pequeño enfrentamiento de yeongbin y sieun, la chica rodó los ojos, yeongbin realmente era como un niño fastidioso en busca de pleitos, harta de su forma de actuar por milésima vez en la semana interrumpió con fastidio.

—Ustedes realmente tienen un problema —habló atrayendo la atención de los cuatro chicos de pie, justo cuando iban a replicar una voz más apareció.

—¿Por qué están tan parlanchines estos días? alguien está tratando de dormir aquí ¿Puedo dormir en paz? ¿Por favor?

Dió una risa burlona al ver que se retiraban, cobardes.

Su vista se encontró con la de sieun, rodó sus ojos y volvió a posar frente a la cámara.

[•••]

Mantenía la mirada fija en la moto alejándose, después de despedirse de suho fue hacia la parada de autobús, no dando más de un vistazo a quien ya estaba ahí esperando.

Se sentó y se puso sus auriculares, rato después subiéndose al bus hacia sus clases intensivas.

Le molestaba mucho ir allí, pero era el precio a pagar por la libertad, ya que sus padres le dijeron que las clases intensivas eran un requisito o no podría volver a salir con sus amigos, no lo veía como un precio justo, aún así tenía que aguantar más horas a un maestro hablar.

Torciendo su cuello para despertar un poco giró su mirada hacia la derecha donde estaba sieun con su mirada muy fija en el maestro, él realmente se esmeraba, ¿no? bajo un poco la vista fijándose en su cuello, lineas rojas con marcas de los dedos de taehoon, estaba bastante rojo ya que había sido el día anterior, tampoco parecía que sieun hiciera mucho intento por ocultar o bajar la rojez.

Al terminar sus clases intensivas, con fastidio por la rutina iba tras sieun de nuevo, realmente pensaba mudarse solo para no encontrarse con él.

Con su mirada fija en su teléfono se detuvo cuando casi choca con la espalda del chico, con el ceño fruncido alzó la mirada encontrando dos tipos al frente, sus ojos abriéndose en sorpresa al encontrarse al primo de youngbin, Seokdae.

—Aun me causa gracia que seas domiciliario de drogas — Habló saliendo tras la espalda de sieun, llamando la atención del mayor que la miró sin expresión.

—Cómo te va, Min.

—Mejor si tus lacayos se quitaran de mi camino —El mayor le dió una mirada a los chicos quienes aun le ofrecían a sieun lo que era obvio, drogas.

—Oye, te dije que es una niña —lo absurdo de la situación la hizo reir.

—Muevete —La castaña alzó sus cejas ante las palabras de sieun, lo creía antes y lo creía ahora, Yeon Sieun no era ningún cobarde —Muévete, estás parado en mi camino.

—Bueno, bueno, no me gusta ese tono, debes querer morir, tampoco me gustan esos ojos. —La castaña podía entender porque les molestaba tanto aquellos ojos, realmente te hacen sentir un imbécil, captando de reojo como sieun sacaba su esfero y lo apretaba con fuerza, además del dealer que no dejaba de parlotear torció su cuello mientras daba una sonrisa ladina.

—Oye, ¿cuándo dejas de hablar? ¿No te das cuenta que esta apunto de atacarte? —el chico la miró por un segundo demasiado largo, la castaña sin paciencia le dio una mirada al mayor quien suspirando empujó el chico a un lado.

—Vete —La castaña rodó los ojos y avanzó en su camino sin mirar atrás.

Escuchando pasos tras suyo, sabiendo perfectamente quién era simplemente suspiró avanzando en su camino, hasta que una voz la detuvo en seco.

—Cada vez estás peor. —La voz de sieun a sus espaldas la hizo girar su cabeza con una mueca de enojo.

—¿Qué dijiste? —el contrario la miró sin emociones y solo pasó por su lado.

—¿Ahora eres amiga de traficantes?

La castaña no daba crédito, ¿que mierda le pasaba a este?

—A ti que carajo de importa. —vociferó con rabia viendo la espalda del contrario que seguía caminando como si nada.

—¿También te drogas? —su rostro hizo una mueca, se quedó de piedra en su lugar mientras el contrario volteaba a verla con un rostro serio, sus cejas estaban fruncidas.

—Estás cruzando la línea.

—Supongo que sí.

—Que mierda claro que no me drogo, imbécil —se acercó con rapidez al contrario empujándolo de sus hombros, sieun solo se tambaleó mientras le sostenía la mirada —Para tu información es el primo de yeongbin.— se acercó al rostro contrario con la rabia y la indignación brotando de sus poros, notó los hombros de sieun destensarse, sus pechos se rozaban ambos siendo de la misma estatura, pasaron un segundo bastante largo en silencio, solo viéndose a los ojos hasta que la castaña en un bajo susurro habló —Deberías aprender a cerrar la boca.

Avanzó lo más rápido que pudo, su mente repetía tanto aquellas palabras que ni siquiera se dió cuenta cuando llegó a su casa.

¿Él realmente pensaba que se drogaba?

Todo eso...tal vez eran las consecuencias de sus malas decisiones.

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𝙃𝘼𝙏𝙀 | Yeon SieunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora