Obsesiones peligrosas

CAPITULO 8: La Trampa del Deseo

"Narrado por katherina"

Los días siguientes pasaron en un torbellino de estudio y tensión. Katherina, Jade y Caroline seguían sumergidas en su investigación, cada vez más cerca de desentrañar el misterio de las desapariciones y las oscuras conexiones de la familia aristocrática. Sin embargo, la presión y el peligro constante empezaban a afectarles.

Una tarde, mientras revisaban unos viejos mapas de Dublín en la biblioteca, Jade se levantó abruptamente.

—¡Chicas, miren esto! —exclamó, señalando un punto en el mapa—. Aquí hay un edificio que pertenece a la familia aristocrática. Está cerca del lugar donde se han producido algunas de las desapariciones.

Katherina y Caroline se acercaron, observando el punto señalado. Sus corazones latían con fuerza al darse cuenta de que estaban un paso más cerca de resolver el enigma.

—Necesitamos ir allí y revisar ese lugar —dijo Caroline con determinación—. Puede que encontremos algo que nos dé más pistas.

Esa noche, decidieron visitar el lugar señalado en el mapa. El edificio estaba en una parte antigua de la ciudad, un área que había visto mejores días. Cuando llegaron, se encontraron frente a una mansión en ruinas, rodeada de una alta verja oxidada.

—Esto da miedo —murmuró Jade, mirando la estructura abandonada con desconfianza.

Katherina sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero su determinación no flaqueó. Abrieron la verja con cuidado y se adentraron en el patio oscuro. La mansión parecía aún más imponente de cerca, con sus ventanas rotas y su fachada deteriorada.

—Vamos, no podemos detenernos ahora —dijo Katherina, liderando el camino hacia la entrada.

La puerta principal estaba entreabierta, y al empujarla, se quejó con un chirrido que resonó en el interior oscuro de la mansión. Entraron en fila, con sus linternas alumbrando el camino.

El interior era aún más desolador, con muebles cubiertos de polvo y telarañas colgando de los techos. Las chicas avanzaron con cautela, explorando cada habitación en busca de pistas. Finalmente, encontraron una escalera que descendía al sótano.

—Debe haber algo aquí abajo —dijo Caroline, tomando la delantera.

Descendieron con cuidado, sintiendo el aire volverse más frío y denso. Al llegar al sótano, encontraron una puerta de madera reforzada con candados oxidados.

—Parece que alguien no quería que esto se abriera —comentó Jade.

Katherina usó una vieja palanca que encontraron en el suelo para forzar los candados. Con un esfuerzo conjunto, lograron abrir la puerta, revelando una sala oculta detrás de ella. El interior estaba lleno de artefactos antiguos, libros y documentos.

—Esto es increíble —dijo Caroline, recogiendo un viejo libro de cuero—. Estos documentos podrían contener la clave de todo.

Mientras las chicas examinaban los artefactos, Katherina encontró una caja de madera tallada escondida en una esquina. Al abrirla, descubrió una serie de cartas y un diario. El contenido la dejó sin aliento.

—Chicas, miren esto —dijo, mostrando las cartas—. Estas cartas mencionan rituales y sacrificios. La familia de Axel y Hudson parece estar involucrada en todo esto.

La revelación fue impactante, pero también aterradora. Sabían que estaban lidiando con algo más grande y peligroso de lo que habían imaginado.

De repente, Jade encontró una fotografía antigua que mostraba a varias personas en lo que parecía ser un ritual. Entre ellas, reconocieron a alguien que se parecía a Axel.

—Esto confirma nuestras sospechas —dijo Jade—. Axel y Hudson están conectados con estos rituales. Debemos confrontarlos.

—Sí, pero debemos ser cuidadosas —respondió Katherina, sintiendo una mezcla de miedo y determinación—. No sabemos hasta qué punto están involucrados y qué podrían hacer para proteger sus secretos.

Decidieron volver a la residencia y planear su próximo movimiento. La noche había sido reveladora, pero también había aumentado el peligro al que se enfrentaban.

Al llegar a su habitación, Katherina se sintió abrumada por las emociones. Sabía que necesitaba confrontar a Axel y Hudson, pero también era consciente de la atracción que sentía hacia ellos, una atracción que complicaba todo.

—Esto es una locura —se dijo a sí misma, tratando de mantener la calma—. Debo centrarme en la verdad, no en mis sentimientos.

Decidió escribir en su diario, tratando de ordenar sus pensamientos y sentimientos. Mientras lo hacía, recordó la última conversación con Axel y Hudson, las insinuaciones y las miradas que habían intercambiado. Sabía que debía mantener la distancia, pero la atracción que sentía hacia ellos era cada vez más difícil de ignorar.

Al día siguiente, mientras caminaba por el campus, se encontró nuevamente con Axel. Esta vez, su encuentro fue más directo.

—Katherina —dijo Axel, acercándose con una expresión seria—. Necesitamos hablar.

Katherina lo miró con cautela, sintiendo el peso de la revelación de la noche anterior.

—¿De qué quieres hablar, Axel?

Axel la miró a los ojos, su expresión era una mezcla de seriedad y algo más, algo que Katherina no podía definir.

—He notado que has estado investigando sobre mi familia —dijo él, su voz baja pero intensa—. Quiero que sepas que hay cosas que no entiendes, cosas que son peligrosas.

Katherina sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que estaba adentrándose en un territorio peligroso, pero su determinación no flaqueó.

—Quiero entender, Axel —respondió ella—. Quiero saber la verdad.

Axel suspiró, su mirada se suavizó por un momento.

—La verdad es complicada, Katherina. Pero si realmente quieres saberla, debes estar preparada para enfrentar las consecuencias.

Katherina asintió, sabiendo que no había vuelta atrás. Estaba decidida a descubrir la verdad, sin importar el costo. La atracción y el deseo seguían presentes, pero ahora estaban eclipsados por la urgencia de resolver el misterio y enfrentar los oscuros secretos que se ocultaban detrás de las desapariciones. Con el tiempo agotándose y el peligro aumentando, Katherina sabía que la batalla apenas comenzaba y que estaba dispuesta a luchar hasta el final.