Para cuando volvimos a Manhattan ya eran las 3 de la tarde, me dedique a ver la carretera y a escuchar la música de la radio, no estaba de ánimos para hablar con Evan, estaba terriblemente cansada.
─Iremos primero a casa de Noah Mitchell y luego a la de Estefanía Miller ─Comentó Evan.
De repente salí de mis pensamientos al escuchar mi nombre. Mierda, me había olvidado de ese pequeño pero importante detalle.
Si mis padres me ven sabrán al instante que soy yo, no importa si estoy disfrazada y tengo dos kilos de maquillaje en mi rostro cubriendo todo mi aspecto original, lo sabrán.
Espero que mientras esté en casa de Noah se me ocurra algo para salir de esta.
Noah y yo antes de todo esto éramos mejores amigos, íbamos a la escuela juntos y prácticamente éramos vecinos, pero sorprendentemente, nada más vi a sus padres una sola vez, técnicamente no los conozco.
Punto para mí.
Llegamos al elegante edificio, entramos a la recepción y dimos nuestros datos para poder subir al piso de Noah, siempre odie la seguridad de estos lugares, de todas maneras nunca funciona.
Subimos al penthouse, puede que sus padres no estuvieran nunca aquí pero todo era lujos por donde miraras.
Llamamos a la puerta e inmediatamente nos abrió una muchacha de servicio.
─Buenas tardes, ¿en qué les puedo ayudar? ─Preguntó.
─Soy el detective Evan Jones y quisiera saber si alguno de los dueños de esta casa se encuentra en este momento ─Pregunta.
─Si claro, el señor hoy se encuentra en casa ─Responde.
─Estupendo, ¿podría preguntarle si puede atendernos? Solo necesitamos hablar una cosa con él.
La muchacha se retira por un pasillo y yo me dedico a ver un poco el lugar donde pasé algunas tardes hace años, han cambiado la pintura en las paredes y los muebles y no dejo de notar que las fotos de Noah ya no están.
─Buenas tardes detectives -─Rápidamente me doy la vuelta para ver al señor Mitchell, quien solo nos dedica una insignificante mirada antes de dirigirse al mini bar que se encuentra una esquina de la sala.
─Señor Mitchell, gracias por recibirnos soy... ─Evan empieza a hablar pero es interrumpido por el señor Mitchell.
─Usted es un detective con su asistente, que vienen a irrumpir en mi casa sin hacer una cita previa ─Dice antes de tomar un trago de la bebida que acababa de servirse. -─Que conste oficial, que por ser un hombre de la ley es que lo estoy atendiendo, soy un hombre muy ocupado.
Disimuladamente ruedo los ojos, Noah siempre me dijo que su padre era un cabrón.
─Discúlpenos señor, pero hoy estamos aquí por un asunto de mucha importancia así que solo le pediré unos minutos de su tiempo y luego, si volvemos a necesitar de usted, le avisaremos con antelación -─Dice rápidamente el hombre a mi lado.
El señor Mitchell lo mira por unos segundos y luego vuelve a servirse un trago para luego caminar hacia los muebles en el medio de la sala e invitarnos a sentarnos.
Evan, ya con su libreta de notas lista, se sienta rápidamente en el sofá enfrente del señor Mitchell, yo me siento a su lado y solo me le quedo mirando al hombre que tengo enfrente.
─Antes de empezar ─Digo mirando fijamente al señor Mitchell. ─El nombre Noah ¿le resulta conocido? -─Pregunto.
Bingo. La cara del señor Mitchell ha cambiado por completo, no logro identificar qué clase de expresión es esa que tiene en su rostro pero sé que ya no es la cara de prepotencia y superioridad que nos daba cuando llegamos.