capítulo 6. criminal

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La música retumbaba en los oídos de Martin. Intentaba centrarse en bailar con Chiara y Denna, pero por alguna razón no podía dejar de mirar cómo su amiga pelirroja estaba cantándole al imbécil de su vecino la letra de 'Criminal ' a escasos centímetros de su boca. Intentó distraerse, de verdad que lo intentó, pero el mareo que tenía a causa de las luces sumado a las cantidades exageradas de alcohol que había ingerido hacían que sus pasos de baile fuesen más torpes de lo que era habitual en él y no le fuera posible meterse del todo al ritmo de la música.

El mayor, por otro lado, estaba en su salsa. Sí que se había percatado de que Martin les miraba, pero no podía importarle menos en ese momento, no iba a dejar que un chaval que le odiaba sin conocerle y sin razón le arruinase la diversión. Su atención esa noche se la había robado toda la chica que tenía enfrente y que se movía como si le fuese la vida en ello. Ruslana había pasado de  cantarle peligrosamente cerca a girarse para restregarse contra él de una forma salvaje. No sabía cuánto tiempo más iba a aguantar allí dentro si seguía moviéndose así. La chica pegó su espalda a su pecho e inclinó la cabeza para abrirle paso a su cuello. No se lo pensó dos veces, agarró la cadera de la chica y se inclinó para besarle el cuello. O eso pretendía hacer antes de que el impertinente de su vecino tropezase contra ellos.

– Martin, careful!! Sorry he's a bit drunk– Chiara y Denna lo sujetaban, el chico ya ni siquiera era capaz de mantenerse en pie.

Juanjo resopló. Al parecer, el destino había decidido que no iba a conseguir perderle de vista tan fácil, ni siquiera esa noche.

– ¡Amor! ¿Estás bien? – de repente, la ucraniana parecía extremadamente preocupada por su amigo.

– Quiero seguir bailando– el vasco intentó recomponerse, con las mejillas coloradas a causa de lo que había tomado y la vergüenza que acababa de pasar.

– Vámonos al piso mejor– Ruslana intentó coger a Martin apoyándolo en sus hombros pero aunque el chico parecía delgado, en realidad estaba bastante fuerte y la pelirroja era demasiado bajita, por lo que consiguió zafarse de ella con facilidad.

– Ni de coña, yo me quedo y vosotras también. No pienso arruinaros la no– no pudo acabar la frase pues volvió a tropezar, esta vez contra el pecho del chico que tenía enfrente.– Ups– dejó ver una de sus sonrisas más inocentes, mirando desde abajo a un Juanjo que parecía estar a nada de perder la paciencia. A pesar de que no lo dejó ver, su cara enterneció un poco al maño.

– Ya lo llevo yo, que mañana tengo que madrugar y así me recojo pronto.– Ruslana le pedía con la mirada que no lo hiciera, que se quedase un poco más, pero le habían cortado todo el rollo y ya no le apetecía estar así con ella.

– ¿Seguro? – preguntó Chiara preocupada.

– Sí. No es nada, de verdad.– cogió a Martin, pasándole el brazo por encima de sus hombros y rodeándole la cintura para ayudarle a estabilizarse– ¿Sabéis dónde está Nai? Quería despedirme de ella.

– Creo que se encontró antes con Lucas y desde entonces le perdí la pista.– El maño intentó buscar a la morena con la mirada pero no había ni rastro de ella. Dio por supuesto que estarían pasándoselo bien juntos y no le dio más importancia.

– Nos vamos entonces. Encantado, chicas.– dio un sonoro beso en la mejilla a su amiga Almudena y arrastró a Martin fuera de allí.

[...]

El bar estaba a apenas tres minutos de su piso, pero el mayor sintió que fueron los tres minutos más largos de su vida. Martin no dejaba de retorcerse e intentar despegarse de él, gritando que le llevase de nuevo a bailar y que no le iba a decir lo que tenía que hacer. Si no fuera porque tenía un mínimo de moral, le hubiese dejado tirado a medio camino. Ganas no le faltaban. Llegaron al fin al bloque, abrió y fue directo al ascensor. Se negaba a arrastrar al chico por las escaleras.

Una vez dentro, Martin notó como el mayor aflojaba su agarre y logró zafarse. Malísima idea. Tropezó con sus propios pies y volvió a caer, sujetándose en los hombros del contrario. Las puertas se cerraron y el vasco se percató de lo cerca que estaban. Desde ahí, pudo fijarse en cada detalle de su rostro. En la pelusilla que le hacía sombra en la zona de la barba, resaltando sus pómulos hundidos y pasando por sus mejillas que se tornaron de un rosa que cualquier marca de maquillaje envidiaría. También se fijó en sus pestañas, largas, y no pudo evitar llevar la vista también a sus labios. Pensó que tenía la boca más bonita que había visto en su vida y comprendió por qué su amiga estaba dispuesta a ignorar que era un chulo y un mujeriego por un rato. Definitivamente había bebido demasiado, porque creyó ver que él también le estaba mirando los labios. No tuvo tiempo de darle más vueltas, pues las puertas se abrieron y se obligó a sí mismo a tomar un poco de distancia y mantenerse en pie, caminando hacia su puerta.

Juanjo se quedó detrás de él, sin hacer ni un mísero ruido. El menor rebuscó en sus bolsillos sin atreverse a mirarle.

– Mierda– pegó un golpe seco con la palma de la mano a la puerta y se giró apoyando su espalda en esta, dejándose caer hasta el suelo para apoyarse sobre sus rodillas.

– Tú y tu estúpida manía de agredir a objetos inanimados– Juanjo se había agachado para quedar a su nivel, apartándole las manos de la cara, permitiéndole así ver la sonrisa tranquilizadora que le estaba dedicando.– ¿Qué pasa?

– He perdido mis llaves.

– Vale. No pasa nada.– intentó ofrecerle su mano para que se levantase, pero se la rechazó.

– ¿Que no pasa nada?– estalló el menor– Para ti es fácil decirlo, como tú no eres el que va a dormir aquí tirado.

– ¿Eres imbécil? – el menor frunció el ceño. ¿Se estaba burlando de él?– No voy a dejar que te quedes ahí. Levanta, hoy duermes en mi casa.

El menor dudó por un segundo, pero vio que no le quedaba otra opción que aceptar a juzgar por el tono de Juanjo. Entraron en su apartamento y le llevó directo a la habitación, donde le dejó caer en la cama con delicadeza.

– No pienses que voy a dormir contigo– el menor se arropó con la sábana aún con la ropa puesta y cerró los ojos. El otro chico se sentó en el borde de la cama.

– ¿Te pone nervioso dormir conmigo?– dijo mientras sonreía. Martin odiaba cuando se reía de él de esa forma. Juanjo intentó tirar de la sábana hacia él.

– Ni de coña. Si a ti no te van los tíos.– volvió a tirar de la sábana hacia sí.

– Ah, claro. Eso no cuadra con la idea que te has montado en tu cabeza sobre mí, ¿no?– Martin asintió, satisfecho con sus conclusiones y acomodándose para dormir. El mayor volvió a tirar esta vez con más fuerza. – Desvístete.

–¿Perdón?– los ojos se le salieron de las órbitas al más pequeño y se incorporó en la cama, atónito.

– No te hagas ilusiones, bonito.– el menor sintió que sus músculos se relajaron al momento. Estaba tan tenso que ni siquiera escuchó cómo le había llamado.– No te voy a dejar dormir en mi cama con ropa de calle. Te dejo un pijama.

Martin se levantó y comenzó a quitarse la camiseta, obediente.– ¿Te vas a quedar mientras me desnudo?– Juanjo rebuscaba en su armario, no parecía haberle escuchado.

– ¿Quieres camiseta o con un pantalón te sirve?– se giró para hablarle, y se lo encontró en calzoncillos. No pudo evitar mirarle de arriba a abajo.

– ¡No mires!– Martin corrió hacia él para taparle los ojos y el mayor tuvo que ahogar una carcajada.

– No hay nada que me interese, tranquilo– le apartó las manos de sus ojos y volvió a repasarle con la mirada.– Aquí tienes. Te dejo intimidad pero intenta no caerte otra vez, que no voy a estar yo para agarrarte.– seguía agarrando una de sus muñecas, dejando sobre la zona un cosquilleo cuando se alejó.– Si necesitas algo estaré en el sofá.

Sólo cuando le vio salir por la puerta pudo volver a respirar con normalidad. En cuanto se cambió se tiró en la cama y nada más rozar las sábanas cayó rendido.

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Nota de la autora:

Hola bonitos y bonitas, ¿me dejáis saber qué os ha parecido el capítulo? Si veo apoyo me pongo corriendo a escribir el siguiente. Gracias por todo el amor que le estáis dando al fic. Os quiero.

Bisous <3

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