Juanjo se despertó con el sonido de la tostadora y tardó un par de minutos en recordar qué hacía tirado en su sofá.
– Por fin te despiertas, mamonazo– la voz de Álvaro le sacó de sus pensamientos.– ¿Tostadas?
– ¿Hay jamón?– Álvaro asintió, sacando un paquete nuevo de la nevera.– Oye, ya sé que te di las llaves por si algún día querías venir a mi piso, pero podrías haberme llamado.– se restregó los ojos, quitándose las legañas que se le habían quedado pegadas.
– Lo siento, es que he discutido con Bea y necesitaba salir de allí lo antes posible– el maño asintió comprensivo y se levantó para acercarse a su amigo.– Por cierto– Juanjo se giró arqueando una ceja, invitándole a hablar– ¿Quién era el chico que ha salido antes corriendo de tu cuarto?
Juanjo se quedó helado. ¿Que quién era? No lo sabía ni él. Su mente comenzó a divagar cuestionándose realmente cuánto sabía del chico que había pasado la noche en su cama. ¿Por qué había salido huyendo?
– No tengo ni idea. Se de él lo mismo que tú, sinceramente– se encogió de hombros, pasando un paño húmedo por donde Álvaro pasaba al hacer el desayuno. Le ponía de los nervios que su casa no estuviese impecable y su amigo era un desorden con patas. El sevillano estalló en una carcajada.
– ¿Me estás diciendo que lo has recogido por la calle y te lo has traído a casa o qué?– su ocurrencia consiguió arrancarle una sonrisa a su amigo también.
– Sí, justo eso.– lo dijo tan serio que Álvaro por un segundo se lo creyó, abriendo la boca con sorpresa y dando un paso atrás.– ¡Claro que no! – su amigo se relajó y volvió a adoptar una postura desenfadada– Es el vecino de enfrente, salí de fiesta con él y sus amigas ayer.– Juanjo se sorprendió a sí mismo cuando se refirió a Ruslana como la amiga de Martin y no al revés.
– ¿Y por qué se quedó aquí? ¿Le daba pereza dar dos pasos hasta su piso o...?– paró un segundo a reflexionar– ¡Madre de Dios! ¡Te has follado a tu vec– el maño se dio prisa en taparle la boca con una mirada amenazante, advirtiéndole que no seguiese con la frase.
– Te recuerdo que las paredes son de papel– susurró, soltándole– Y claro que no, si ese fuera el caso no habría dormido en el sofá, listillo.
–Touché. Entonces, ¿qué hacía aquí?
– Estaba borracho, no encontraba sus llaves y pues me dio pena y le dejé dormir aquí– el maño se encogió de hombros y puso la cápsula en la cafetera mientras se llevaba una loncha de jamón a la boca.– No entiendo cómo te puede gustar esta mierda– dijo cuando el líquido marrón comenzó a salir de la máquina.
– No me cambies de tema, maricón. ¿Entonces no pasó nada interesante anoche?– Álvaro agarró los dos platos con las tostadas y se dirigió hacia el balcón, cuando el otro chico se interpuso en su camino.
– Comemos en la mesita de café mejor, ¿no?– dijo con una sonrisa incómoda.
–Pero si tú odias comer en el sofá– y era verdad, le ponía de los nervios pensar tanto en una mancha de café en su perfecto sofá de color claro como en el tacto de las migas de pan al tumbarse, pero no le apetecía hablar de la noche anterior donde podían escucharles sus vecinos.
– Hoy me apetece, ven– de un tirón, acomodó a su amigo en el sofá.
Juanjo intentó evitar el tema, pero al final su amigo acabó por sonsacarle la información. Le dijo que se moría por conocer a la chica y al resto del grupo, a pesar de que el maño ya le advirtió de que el vasco no era demasiado simpático cuando estaba sobrio. Al final, le hizo prometer que organizarían algo todos juntos.
[...]
Martin se despertó con un dolor punzante en la sien y aún sin abrir los ojos alargó la mano para alcanzar su móvil de su mesita de noche. Frunció el ceño, extrañado por no encontrarla con facilidad, y abrió uno de sus ojos para ver mejor.
No es que no encontrase su mesita de noche, es que no estaba porque ese no era su cuarto. Asustado, miró hacia abajo y se dio cuenta de que no llevaba camiseta. Se apresuró a sacarse la manta de encima para comprobar si estaba desnudo de cintura para abajo también. Se calmó cuando comprobó que, efectivamente, llevaba pantalones.
Una vibración en su almohada le sobresaltó. Alcanzó su móvil y la pantalla se iluminó con una notificación de Gabriel. En aquel momento, algo pareció hacer clic en su cabeza. Su novio estaba preocupado escribiéndole mientras que él estaba en la cama de algún desconocido. Se apresuró a ponerse los zapatos y salir huyendo de ahí lo antes posible. Se deslizó sigilosamente por el pasillo, hasta que llegó al salón y se encontró con su vecino durmiendo plácidamente en el sofá. Al menos no podía haber hecho ninguna tontería, al mayor no parecían interesarle los hombres, ¿verdad?. Los recuerdos de la noche anterior le arrasaron como un huracán. Se quedó más tranquilo al acordarse de que sólo estaba allí porque no encontraba sus llaves.
Cuando estuvo por salir del domicilio, una voz a sus espaldas que no reconoció le hizo darse la vuelta de un bote.
– ¿Te quedas a desayunar?
– Joder, qué susto. Me iba ya, gracias.– dijo con prisas, deseando desaparecer de una vez por todas.
Cuando salió de allí, pudo por fin respirar, apoyándose en la puerta para coger aire. Se tranquilizó y se acercó a su puerta. Llamó al timbre. Estaba estropeado. Aporreó la puerta hasta que la pelirroja le abrió.
– ¿Dónde estabas? ¿Qué haces sin camiseta?Nos tenías preocupadas.– le dijo cruzada de brazos, enfadada.– Kiki, ven, ya está aquí.
Martin ni siquiera respondió, se limitó a ir hasta la entradita, donde vio sus llaves en el cuenco que tenían sobre la mesita, enterrada en pinzas, horquillas y bisutería de su amiga. Suspiró de alivio. No las había perdido.
– Me duele la cabeza chicas, pero estoy bien no tenéis de qué preocuparos. Luego hablamos, ¿sí?– les dio un beso en la frente a ambas y se adentró en su habitación sin mediar ni una palabra más.
Las chicas se miraron, sorprendidas. No era habitual en él evitar conversaciones con ellas, pero decidieron darle su espacio y dejarlo estar. El vasco escribió un mensaje a Gabriel antes de dormir "Acabo de llegar a casa. Todo está en orden. Luego te llamo, beau :) ".
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Nota de la autora:
Le disteis muchísimo amor al capítulo anterior, así que me puse rápidamente a escribir para poder teneros el siguiente. Espero que os guste tanto o más. Gracias por leerme, por votar y por comentar cosas bonitas, adoro ver vuestras reacciones. Os quiero.
Bisous <3
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quédate en madrid
FanfictionEsta es la historia de cómo dos personas encuentran en la intimidad de la pequeña -aunque a veces gigante- distancia que separa sus balcones una vía de escape.