Capitulo uno: El principio del fin

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¡¿Qué?!
¿Acaso su vista le estaba fallando? ¡No! Definitivamente era él. ¡Sérgio "Checo" Pérez estaba entre el público del Gran premio de México!

[…]

Había estado tan indeciso de asistir o no, era algo que discutía consigo mismo varias veces durante los días posteriores a cuando había conseguido todo para entrar y ver la carrera como una persona normal lo haría, sin tanto ajetreo, disimuladamente. Sabía que las personas lo reconocerían, pero confiaba en que su gente mexicana lo dejaría vivir la experiencia en calma como en otras ocasiones, incluso cuando todavía era piloto...
Veía su computador, aún sin tomar ninguna decisión. En verdad tenía ganas de ir, pero no creía que fuese el mejor momento para presentarse de nuevo frente al público.

Y sobre todo, frente a Lewis.

No pudo evitar preguntarse qué habría pasado por la cabeza del británico el día que todos se enteraron de su retiro. ¿Habría estado triste? ¿Molesto?... ¿Por qué no lo había buscado? Incluso ahora... Pensándolo bien, tal vez nunca significó nada para él, tal vez Sérgio realmente no pertenecía al mundo del moreno... Pero ahora, ¿Qué pensaría Lewis si lo viese de nuevo? ¿Lo habría extrañado?
Y entonces se percató de algo: ¿Él había extrañado a Lewis?
Más que extrañarlo, tenía la necesidad de entender el por qué. Por qué Lewis había tomado esas decisiones, por qué jamás regreso a hablar las cosas con calma, por qué, desde un inicio, había prometido tantas cosas que jamás cumplió. Y por qué demonios, él, Sérgio Michel Pérez; le había creído. Al final de todo, sabía perfectamente que esas preguntas jamás serían respondidas, pero muy adentro de su pecho, estaba ese deseo. Así tal vez dejaría de sentirse tan miserable.

Siseó mientras ladeaba la cabeza sin despegar los ojos de la pantalla. Había perdido la pista de las carreras, desconocía las puntuaciones y los rendimientos, no sabía quién había tomado su lugar ni de cualquier otro movimiento dentro de la parrilla o las escuderías, estaba complemente desactualizado... Pero qué más importaba, iría para vivir la emoción del deporte, tal vez esa adrenalina era lo que necesitaba para salir de ese hoyo en el que él mismo se había enterrado.
Su vida después de la fórmula uno realmente no había sido complicada, pero vaya que sí estaba siendo tan aburrida y monótona que lo estaba volviendo loco. De conducir a altas velocidades y llevar al maximo su cuerpo y sus reflejos; paso a estar sentado frente aún escritorio todo el día, leyendo documentos y firmando papeles: había adquirido un trabajo en un buffet de abogados donde solía trabajar su padre. No lo hacía mal, pero realmente no estaba pasando un momento increíble como a los que se había acostumbrado. Había una voz en su cabeza que le decía que su vida había tomado un retroceso, y ese sentimiento nunca lo dejaba tranquilo. En fin, negó con la cabeza mientras cerraba de golpe su laptop y se olvidaba de ese tonto informe. Debía irse a dormir si quería llegar a tiempo mañana a la carrera. Estaba decidido, no más "Sérgio el aburrido"

[…]

—¡Y ahí está damas y caballeros! Entre todo el público: ¡Checo Pérez! Por siempre el piloto mexicano número uno —Decía aquel narrador mientras las cámaras lo enfocaban
Su gran sonrisa y sus ojos cubiertos por esos lentes de sol redondos, su playera polo blanca y un pantalón de mezclilla claro, creía que lo harían invisible, pero hasta él mismo se había olvidado de su gran impacto en el deporte en México.
—Me he puesto sentimental, deberíamos estarlo viendo correr en su carrera de casa, ¡Pero aún así aquí está señores! ¡Después de varios años podemos admirarlo de nuevo! —Seguía.
La gente gritaba por él y lo saludaban, lo animaban y mostraban su afecto, Checo sentía que el corazón le volvía a latir con calidez, se sentia genuinamente feliz en ese fugaz momento, donde por primera vez, sintió que lo habia hecho bien. Pronto todos tomaron asiento, la carrera estaba por comenzar y nadie quería perder detalle. Pronto los monoplazas arrancaron y comenzó el principio del fin.

Había sido una carrera bastante tranquila, sin accidentes y con varios rebases interesantes, pero nada fuera de lo común, Sérgio pensaba que estaba bien para comenzar, algo tranquilo al inicio no le vendría mal para ir recordando poco a poco todas aquellas abrumantes emociones. Ya iría subiendo de intensidad conforme el tiempo pasará. O no.
En el podio se mostraban: Lando Norris en tercer lugar, un pequeño chico con grandes pestañas al cual no reconocía. En segundo lugar Lewis Hamilton, las palabras sobraban. Pero, en primer lugar estaba un chico rubio de ojos azules a quien tampoco reconocía, pero sí que reconocía los logos en su traje, era un Bull. De un momento a otro se quedó estático, mirándolo. Lo admiró tanto como pudo, sin mover ni un dedo, analizando su rostro y expresiones, no se parecía a nadie a quien haya conocido antes y aquello le intrigaba. Había demostrado grandes habilidades a la hora de conducir durante toda la carrera, y por los comentarios que había escuchado entre el público, no era la primera, ni la segunda carrera que ganaba, por alguna razón, todos parecían frustrados por otra victoria por parte del rubio, dato que de igual manera, lograba llamar su atención.
Pero en fin. Había algo más que captó su mirar: Los ojos de Lewis.
El sol pegaba en su piel haciéndola ver tan lisa y resplandeciente, la luz se reflejaba en sus ojos y hacían a su mirada brillar por sobre todas las demás, había recordado cómo era que se había enamorado de ese hombre...tan perfecto... Negó. Basta. Esto no se suponía que fuera de esa manera, debía detener esos pensamientos antes de que se tradujeran en acciones de las cuales se arrepentiría después.
Se encontraba a mitad de una pelea consigo mismo cuando un hombre de seguridad se le acercó, haciendo que todos sus pensamientos se esfumaran y se centrará solo en él.
—¿Sérgio Pérez?
Él asintió con una cara de confundido. El hombre le colocó un gafete y lo tomó por el brazo sin previo aviso, asuantando al mexicano quien de primer momento pensó que lo sacarían del lugar.
—Lo espera el señor Horner —Sergio soltó una carcajadas amarga.
Y, cuando menos lo creyó, se encontraba en los garajes de RedBull, envuelto entre los brazos de su ex jefe, quien reía alegre mientras ingenieros y mecánicos los rodeaban y vociferaban felices el regreso de Checo.
Su sonrisa se extendía de oreja a oreja, el de pecas no podía creer todo el aprecio y cariño que había dejado atrás debido a la situación con el moreno, y, por alguna razón, no podía evitar sentirse tan culpable que hacía a su corazón doler. Pronto todo se vió en cámara lenta y pudo observar la alegría de todas las personas que lo rodeaban. ¿Cómo había estado tan ciego? Durante su última temporada solo podía pensar en el estrés y la urgencia de salir de aquel lugar para dejar de ver a Lewis actuar como si nada, jamás se percató de las personas que tenía consigo, ni de todo el apoyo y amor que éstas le brindaban. Había dejado atrás a su familia, por un hombre que le rompió el corazón...

En Algún Lugar | Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora