—No creas que puedes ligarte a uno de mis pilotos en mis narices.
—¿Perdona?
La cara de confusión de Max ante aquella afirmación de su jefe era un poema. ¿Qué carajos estaba pasando?
Esa mañana había sido llamado por Horner a su oficina, con la excusa de discutir cómo se sentía en el auto, pues había reportado unas fallas con anterioridad, pero, en lugar de discutir aquél tema, nada más entró a aquél cuarto, Horner comenzó a atacarlo.
Bueno, no mentía, sin embargo sí que lo había tomado por sorpresa.
—Te estoy observando Verstappen —Lo señaló con severidad.
—Oye, en serio basta, no tengo idea de lo que hablas —Alzó las palmas de sus manos como gesto de honestidad que Horner no se tragó, de hecho, se mostró incluso más molesto que antes.
Respiró pesadamente, dios, Max no entendía por qué era que aquél hombre estaba tan molesto. Sí, era obvio que la noche de la fiesta estaba ligando con Sérgio, pero ¿Y qué con eso?
—Escucha, ya lo perdí una vez y no dejaré que vuelva a pasar —Pronunció entre dientes, mientras pasaba ambas manos sobre el escritorio y cargaba su cuerpo hacia Max, de alguna manera intentando intimidarlo, mas no lo consiguió, contrariamente, sólo plantó la duda en el rubio. Alzó una ceja.
—¿Perderlo? ¿De nuevo? —hizo una pausa—. Horner, creo que hay algo de lo que me estoy perdiendo —Cruzó sus brazos sobre su pecho y se recargó en la silla por completo, una sensación de desagrado comenzaba a revolver su estómago. Necesitaba aclarar a qué tanto se refería Horner antes de sacar conclusiones.
El mayor se petrificó al darse cuenta de que habló de más, solo alcanzó a carraspear y a cambiar su semblante por uno de arrepentimiento. Comenzó a llenar su cabeza de preguntas. ¿Sería prudente contarle a Max? Tal vez sería mejor inventar cualquier excusa. Nada le daba el derecho de contar la historia de Sérgio... Pero...
Un silencio se hizo entre ellos dos por unos largos minutos, mismos en los que Max jamás apartó su mirada de él, pendiente de una respuesta.
—Sabes que no me iré hasta que me lo digas —amenazó. Horner lo miró fugazmente y se hundió en sus pensamientos una vez más.
[…]
Sérgio saldría hacia Saõ Paulo en dos días para encontrarse con el equipo, él decidió viajar por su cuenta para ahorrarse el estrés logístico que es moverse junto al equipo, así podría llegar más tranquilo y centrado, además de que le daría tiempo para mentalizarse.
Estaría en el paddok una vez más, pero esta vez, no le daría el poder a Lewis de arruinarlo. Ya no.
Su perspectiva cambió: ¿Y qué si tal vez esto era justo lo que necesitaba para sanar la herida? Aprender a enfrentarlo en lugar de seguir huyendo y huyendo...
Sonrió mientras hacía su maleta y pensaba en ello, extrañamente se sentía motivado y contento. Eso le agradaba. Ropa ligera para el calor y las camisetas que conservaba con el logo de la escudería, la verdad no presto suficiente atención como para percatarse si éstas cambiaron de diseño o no, pero decidió ignorarlo. lguien tocó a la puerta rompiendo la burbuja en la que se encontraba. Él se extrañó, pues no esperaba a nadie.
—Entrega para Sérgio Pérez —Escuchó al otro lado de la puerta.
Ahora era él viendo aquél paquete sobre su mesa, con las manos en las cintura y un ceño fruncido. El no había pedido nada. Alzó los hombros rendido y comenzó a abrir el paquete esperando no arrepentirse.
Sus ojos brillaron con asombro y su boca se abrió sin quererlo. Eran las gorras especiales para el GP de Brazil. Rió impresionado. Ah, en verdad había extrañado todas estas sensaciones, sintió a su corazón bailar y en seguida se las probó. Esto apenas comenzaba.
[…]
—¿Y bien?
Así como había dicho, Max seguía sentado frente a Horner, aún esperando una respuesta convincente después de rechazar unas cuantas.
Horner se recargó en su silla y miró al techo, tendría que hablar.
—Escucha, Max, literalmente me estás obligando, y me siento sucio al contarte algo que no me corresponde —Hizo una pausa, no lo miró, por alguna razón Max comenzó a asustarse—. Confío en que harás uso correcto de esta información y que no se lo dirás a nadie—. El rubio se reincorporó y aclaro su garganta nervioso.
—Cuenta con ello.
—La verdadera razón por la que Sérgio se retiró fue por Lewis, ellos solían ser pareja.
No supo porqué, pero las náuseas se hicieron presentes y su cuerpo se tensó por completo al grado de hacer rechinar la silla de oficina en la que se encontraba sentado, todo su cuerpo se volvió pesado. Su mente estaba en blanco.
—Al parecer; Sérgio encontró a Lewis teniendo sexo con alguien más y todo terminó terriblemente mal... Sérgio no pudo más con la presión, así que al terminar aquella temporada se marchó.
«Yo fuí el único en enterarme, pero no hice nada en su tiempo, me mostré ajeno a la situación por temor. Fui un cobarde y dejé solo a mi piloto. Es como un hijo para mí, al igual que tú y los demás. Sentí que le fallé.
No importaron los aumentos, ni los patrocinios, menos los beneficios que le ofrecí, negó cada oferta que le hicimos y simplemente se marchó. Abandonó su sueño por un hombre. Todos le fallamos, yo lo dejé solo y jamás lo volví a buscar, no podía con la culpa, sentía que eso merecía, perderlo... Me quedé de pie, observando cómo poco a poco Sérgio se desmoronaba...»
El silencio se hizo.
Los puños de Max estaban tan apretados que la sangre ya no corría por sus dedos. La impotencia lo invadía y tenía tanto enojo acumulado que sentía su garganta harder. Cuánto dolor tuvo que haber pasado Sérgio para tomar una decisión tan difícil de una manera tan firme. No podía imaginar todo lo que sintió y soportó en silencio, mientras fingía que todo estaba bien, tantos días que tuvo que convivir con quién lo hizo pasar un infierno, manteniendo apariencias...
—Necesio golpear a Hamilton, ahora. —Se levantó con brusquedad, lanzando la silla hacia atrás.
—¡Max! ¡¿Qué es lo que te acabo de decir?! —Alzó la voz molesto, aún sin mirarlo. Max se quedó de pie, estático, con la mirada clavada en el suelo.
—Estoy a punto de reconciliarme con Sérgio. No quiero que vuelva a pasar por algo así, ¿Entiendes? No cuando acaba de regresar.
Max no dijo nada. Él sabía que jamás sería capaz de hacer algo como Hamilton, pero entendía perfectamente la postura de su jefe. Él estaba asustado y aún cargaba con la culpa, así que ese sentimiento lo impulsaba a actuar de esa manera.
—Aún así, tu no sabes lo que Sérgio necesita —Murmuró. Christian apretó sus labios y pasó una de sus manos por todo su rostro.
—¿Y entonces tú si? —Desafió, dejándose llevar por sus emociones.
—No, pero por lo menos no pretendo hacerlo.
—Sabez qué, olvidalo. No seguiré está conversación. Igual, es culpa mía por esperar que alguien tan terco como tú lo entendiera.
Max no dijo nada más, sólo se dió la media vuelta y salió de la oficina azotando la puerta.
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En Algún Lugar | Chestappen
General FictionSérgio Pérez se ha retirado del mundo del automovilismo después de su ruptura con el piloto Lewis Hamilton. Pero un par de ojos azules hace que su vida vuelva a cambiar de rumbo.