Capítulo ocho: La cita

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Al final del día de la Qualy todo había salido especialmente bien, tanto con Max como con el quipo. El rubio era un piloto increíble, de otro nivel, había conseguido la pole position sin mayor problema. Era imposible para Sérgio no quedar hinoptizado cada que lo veía correr. Incluso se desesperaba imaginando cómo sería correr junto a él, sería simplemente encantador.
Se encontraba analizando las estadísticas de Max cuando sintió una mano pasearse suavemente por su espalda, exaltándolo por completo hasta girarse ciento ochenta grados para ver al culpable.
—¡Carlos! —El español estaba a sus espaldas con una gran sonrisa. Sérgio inmediatamente se levantó y lo abrazó, podía sentir como Carlos se derretía en sus brazos.
No supo cuánto tiempo estuvieron juntos, pero fue lo suficiente como para que todas las memorias regresaran a su cabeza en un golpe de nostalgia que casi lo hacía lloriquear.
—¡Cabrón dónde has estado! —Le reclamaba Carlos con burla mientras lo separaba de él—. Había intentado encontrarte estos días pero no había podido. Hombre estoy tan feliz de verte.
Conectaron ambos pares de ojos, Sérgio sonrió y lo volvió a abrazar.
—Lo siento, no he salido de aquí en ningún momento —Rió, estaba tan feliz de volver a conectar con sus viejos amigos, los momentos se sentían tan surreales.
—RedBull te vuelve a tener prisionero ¿No es así? —Ambos soltaron una carcajada.
Un silencio cómodo se hizo entre ambos
—¿Cómo está Charles? Escuché los rumores de... —El semblante de Carlos cambio por completo.
Hace no mucho la noticia de que Carlos cambiaría se escudería habían comenzado a resonar en los medios. Sérgio sabía que su amigo tenía algo que ver románticamente con su compañero de equipo, pero también sabía que los dos eran lo suficientemente tontos como para no querer darse cuenta de ello. Así que se suponía que debía haber algunas asperezas.
—Está molesto —Se rascó la nuca incómodo—. Se enteró por los medios así que supongo que se siente un poco traicionado. No he logrado hablar propiamente con él y realmente no sé qué hacer... —miró al suelo.
Sérgio colocó una de sus manos en el hombro de Carlos y lo volvió a atraer a él.
Sérgio continuaba hablando con el español, cuando unos ojos azules se fijaron en su perfil a la distancia. Estaban molestos.
—¿Y tú? He escuchado algo sobre Lewis yendo a tu habitación en la madrugada, ¿Qué le sucede a ese cabrón? —Carlos cruzó sus brazos y mejoró su postura, podía notarse que era muy protector con Checo.
—No lo sé, no entiendo —Claro que lo hacía—. Mi teoría es que se confundió de habitación...
Carlos no se convencía mucho con aquella respuesta, pero el silencio de Sérgio no le permitió especular más, simplemente dejó salir un suspiro y relajó su cuerpo.
—Sérgio te llamaré y saldremos por algo de beber —Su ánimo de repente había mejorado, y, efectivamente, aquello no había sido una pregunta. Sergio río y asintió.
Max estaba listo para intervenir al ver la sonrisa que Sérgio le dedicó a Carlos, podía sentir como el calor le subia a la cabeza cada vez más rápido, pero, antes de poder dar un paso, fue interrumpido, debia asistir a la conferencia de prensa. Hastiado, caminó en dirección contaría, lejos de Checo.

[…]

Estaba por terminar su jornada en el paddok, Sérgio estaba recogiendo sus cosas mientras se hundía en su propia mente. No había visto más a Max, cosa que le resultó extraña, ya que el rubio siempre procuraba estar con él, pero bueno, supuso que este tendría algunos compromisos que atender, tal vez podrían verse más tarde... Sí... Se detuvo, miró al suelo y se volvió a hundir en su mente. ¿Qué si llamaba a Max? ¿O le enviaba un mensaje? ¿Era tan valiente como para hacer eso? Ladeó su cabeza con duda.
Alguien tocó su hombro, tomándolo por sorpresa y haciéndolo respingar, pero pronto su cuerpo sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando se giró para ver quién estaba frente a él.
—Lewis... ¿Qué haces aquí? —Dijo, casi en un susurro. Estaba temblando, pero tenía que mantener la compostura.
El moreno lo observó por unos segundos y después clavó su mirada en el suelo, era raro verlo de esa manera, tan de cerca. Extrañamente estaba tranquilo y ¿Apenado? Era imposible para Sérgio leer su semblante. El Mexicano sólo lo miraba con ojos temblorosos, sus últimos encuentros no habían sido tan amigables.
—Sérgio... —El susodicho tembló, pero de una manera diferente, al escuchar su nombre nuevamente ser pronunciado por aquel hombre—. Yo... Sé que no tengo cara ahora para esto, pero no sé qué más puedo hacer. Solo quiero disculparme, por todo lo de ahora y lo de antes...
Checo alzó una ceja, realmente no creía que las palabras de Lewis fueran sinceras, pero sí estaba logrando remover algo en su interior.
—Es solo que... Verte de nuevo disparó algo dentro de mí que...no fui capaz de controlar y actúe por impulso. No era mi intención molestarte o asustarte, sólo no sabía cómo debía acercarme a tí. Realmente me avergüenza lo que he hecho durante estos días contigo...—Continuó, esta vez buscando los ojos de Sérgio. No se movió, permaneció plantado en su lugar, expectante a la reacción del mexicano.
—He cambiado Sérgio. Sé que es difícil de creer, pero me he estado esforzando —Entonces, dió un paso adelante—. Te extrañé —Dijo finalmente con su suave voz. Ahora, aquel escalofrío recorrió todo el cuerpo de Sérgio, pareciera como si un shock de energía de repente golpeara su ser.
Su corazón latió tan fuerte que pensó que se le saldría del pecho, pudo sentir el calor subir hasta sus orejas. Pero no dejaría que Lewis se diera cuenta, aún era muy pronto como para creer todo lo que él decía. Pero vaya que esas palabras, esas palabras habían despertado una ilusión que creía enterrada. Sonrió sin darse cuenta.
—Lewis... —Atinó a decir. El moreno sonrió de igual manera.
—No tienes que decir lo mismo, entiendo. Solo quiero que sepas que estoy feliz de verte de nuevo por aquí y que nada de lo que dije anteriormente era en serio. Lo siento—Estiró su brazo y rozó el meñique de Sérgio con el propio, dando así un mensaje claro: Tenía la intención de recuperar a Sérgio.
El mexicano sin darse cuenta sonrió mientras miraba al moreno a los ojos.
Y es que maldición, se engañaría tanto al decir que no lo había extrañado, su vida sin Lewis había Sido tan buena pero tan diferente a lo que él realmente quería. Aún tenía tanto anhelo por lo que fue en el pasado y por el futuro que se había creado en su mente, exactamente ese que creyó y jamás pasó.
Lewis se alejaba a la distancia, había correspondido su sonrisa y se marchó sin decir más. Sérgio estaba tan confundido mientras sus emociones hacian un revuelo en su estómago, demonios estaba seguro de que podía vomitar en ese mismo instante.

[…]

Miró su celular, estaba postrado sobre la pequeña mesa de madera en su cuarto de hotel, el estaba sentado frente a él sosteniendo su rostro entre sus manos. Llevaba ahí cerca de veinte minutos indeciso por lo que debía hacer pues quería llamar a Max y preguntarle cómo le había ido con la prensa, sin embargo, sus dedos no le respondían, estaba paralizado. Entonces las palabras de su amiga resonaron nuevamente en su cabeza, aquellas dónde lo acusaban de estar enamorado de Max, juraba que podía ver el rostro de su amiga frente a él, repitiéndolo una y otra vez... Ah Carola, cuánto deseaba que no tuvieras razón.
Chasqueó su lengua y de un movimiento levanto el teléfono y marcó el número de Max, ya no había vuelta atrás, ahora claramente estaba correspondiendo los coqueteos del rubio.
—¡Checo! —Escuchó del otro lado alegre. Sonrió.
—Hola, sólo llamaba... —dudó— Quería saber cómo te fue hoy, ya sabes, con los periodistas —Max soltó una ligera risita, estaba encantado, Sérgio lo había llamado porque le interesaba saber sobre su día.
No iba a mentir, el también estaba a tres segundos de ir a tocar su puerta para verle, realmente había estado tan ocupado que no había podido parar para ver a Checo y eso lo estaba matando.
—Vayamos a cenar, sé que es un poco tarde pero conozco un lugar increíble —Aquello había tomado por sorpresa al Mexicano, pero sin dudar mucho aceptó.
—¿Tendré que ir formal? —Preguntó burlón, robándole una carcajada al neerlandés.
—¡Claro que no! Estaré afuera de tu puerta en quince —Y colgó, sin dejarle oportunidad a Sérgio para arrepentirse.
Ah maldición, ¿En qué se había metido? Negó mientras se reía de si mismo, ahora se tenía que cambiar el pijama.

Cuando abrió su puerta estaba Max listo para irse, olía tan bien y se veía tan pulcro, vestía un simple pantalón de mezclilla recto, una camiseta blanca junto a una chaqueta casual azul marino. Checo tampoco se había complicado tanto, llevaba un pantalón de algodón color beige y una playera blanca, pero él no llevaba abrigo.
Oh, Max lucía tan brillante, su rostro se iluminó aún más cuando miró a checo frente a él, abrió sus brazos y el mexicano no dudo en corresponder el abrazo. Cuando se separaron, Max paseo su mano suavemente por el cabello negro de Sérgio, si tacto era tan suave y encantador, no quería dejar de sentirlo.
—Ví que hiciste esto con Carlos en la mañana, yo también quería un abrazo —Dijo, Sérgio inmediatamente soltó una carcajada—. ¿Qué? ¡Lo digo en serio!
—¿Acaso son celos? —alzó una ceja con burla, Max lo miró de una manera muy peculiar.
—Supongo que jamás lo sabrás. ¡Vámonos! —Y lo tomó de la mano guiandolo al ascensor.
Llegaron a un restaurante italiano muy casual y acogedor, la iluminación anaranjada daba ese toque cálido que buscas en medio de una noche fresca y solitaria, se podían por risas a lo lejos acompañadas de charlas animadas, el ambiente era bueno y la música suave. Se sentía tan bien pero... ¿Esto era una cita, cierto? Hacia tanto tiempo que nadie lo llevaba a un restaurante lindo, a pasarla bien, hacia tanto tiempo que no se sentía en compañía. Hasta que Max había llegado a invadir sus días.
Mientras estaba sentado frente a él lo admiró leyendo el menú y recapituló todas aquellas veces que Max rió a su lado, cuando lo tomaba de los hombros o apretaba sus manos mientras todos los miraban asombrados, era una persona bastante peculiar. ¿Qué más podía pasar durante este tiempo? De repente, la imagen de Lewis y lo que había pasado ese día, tan solo hace algunas horas, golpeó su memoria, robando su sonrisa al instante al recordar cómo le había sonreído, ¿Por qué sentía que se alguna manera, había traicionado a Max?
—¿Sucede algo? —Preguntó Max, regresando a Sergio en sí.
—¡No!...no... —Rió nervioso —Sólo recordé algo no tan agradable...
—¡Descuida! Estás conmigo, lo único malo que pueda pasar es que no estés en el menú —Dijo sin mirarlo, clavando sus ojos en la carta como si lo buscara fervientemente en ella.
Checo sonrió de lado y alzó sus cejas, mirando fijamente a Max, quien evitaba a toda costa el contacto visual después de hacer su comentario claramente intencionado. Sérgio rió sonoramente y decidió, por fin, leer la carta. Este chico iba en serio, y a él no le molestaba.
Hablaron de todo y de nada mientras cenaban, Max tenía tantas preguntas acerca de la estadía de Checo en RedBull y Sérgio tenía centenares de anécdotas que quería contar y por fin, había encontrado a alguien que las quería escuchar. Rieron tanto y comieron hasta llenar, se miraron infinidad de veces de tantas maneras y compartieron tanto de los dos como pudieron, y después de salir del aquel restaurante, a mitad de la noche con el frío rozando sus pieles, volvieron al hotel...

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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