Capítulo cuatro: La propuesta

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Podía notar que todos ya estaba un poco ebrios para cuando él llegó, sobre todo Daniel, su ex compañero, quien desde que lo vió no lo soltó ni permitió que alguien más se le acercara. Lo mantenía abrazado y pegado a él en todo momento, inclusive había dejado salir unas cuantas lágrimas al verlo por fin, pues no habían podido convivir cuando Sérgio estuvo en el paddok -por obvias razones-. A Checo no le disgustaba estar entre los brazos de Daniel, al contrario, por algún motivo se sentía cálido y a gusto, sobre todo protegido, ya que él, en el pasado, habia sido el único que, a pesar de no saber que ocurría con certeza, no lo dejó solo en su situación incómoda con Lewis. Daniel solo entendía que Sérgio se sentía incómodo estando cerca del moreno y siempre lo defendió y lo cuidó cuanto pudo. Daniel siempre cubría su espalda y Sérgio la de él.

El ruido, las bebidas, las risas de todos y las charlas sin sentido, esa euforia creciendo en su pecho y la felicidad floreciendo en él una vez más, sintiéndose vivo y en su lugar. Por un instante todo se había teñido con cierta nostalgia, sonrió disfrutando el panorama, dejó de ponerle atención a lo que alegaba su amigo y recorrió con sus ojos cada detalle de la escena delante de él, hasta que se topó con una mirada llena de furia.
Alzó su ceja mientras veía al chico rubio.
—¿Estás bien? —dijo lo suficientemente fuerte para que él lo pudiera escuchar.
Sérgio se dió cuenta de que Max los estaba mirando fijamente, a él y a Daniel, estaba claramente molesto, pero no podía entender el por qué. ¿Era por ellos? ¿Sérgio no le agradaba? O tal vez pensaba en otra cosa y ellos se interpusieron accidentalmente.
Max no respondió, sólo se acomodó mejor y le dió un trago más a su cerveza, desviando ligeramente la mirada, Sérgio solo se confundió aún más.
—¡No le hagas caso! Así es Max, un minuto está bien y al otro ya no... —Dijo Daniel, quien comenzaba a arrastrar las palabras. Checo sonrió divertido y devolvió sus ojos al chico, ya tenía más información.
—¿Max? —Pronunció y esbozó una sonrisa.
Al instante, el susodicho volteó a verlo asombrazo, su labio tembló ligeramente y sus orejas comenzaron a ruborizarse. Ahí estaba de nuevo. Carraspeó—. ¿Qué pasa? —La misma sonrisa.
Él permaneció inmóvil unos segundos, mientras lo miraba fijamente, después comenzó a negar efusivamente.
—Nada... Solo... Te llevas bien con Dany... —Sergió soltó una carcajada. Daniel mantenía su brazo alrededor de sus hombros pero ya había dejado de ponerle atención. Con un movimiento se liberó del agarre, el rizado ni siquiera se dió cuenta de aquello.
Se sentó al lado de Max y pudo notar cómo él se tensaba, ¿Acaso estaba nervioso?
—Te fuiste por culpa de Lewis —No había entonación, aquello había sido una afirmación. La amargura entonces pintó su sonrisa, estiró su mano para alcanzar un shot y lo bebió de una antes de responder.
—Así es.
—¿Por qué? ¿Te hizo algo? —Giró completamente su cuerpo para estar frente a frente. Sérgio negó como respuesta—. ¿Eran amigos?
Rió brevemente.
—¿Tu eres su amigo? —Max negó al instante—. Ahí tienes la respuesta. —Aquellos ojos azules, una vez más, se fijaron en su rostro.
Un silencio se hizo entre ellos, Sérgio miraba el alboroto que los rodeaba y Max permanecía mirándolo a él.
—Eres buen piloto, Max, te ví, me alegra que alguien como tú esté en mi lugar —Exclamó momentos después intentando olvidar el tema de Lewis. Max nuevamente se sonrojó, no podía evitarlo, su piel pálida lo delataba.
—Tu lugar está intacto, yo sólo me anexé al equipo
—Modestia aparte
Max sonrió y se acomodó mejor, cargando su cuerpo cada vez más cerca de Sérgio, quien no rechistaba.
—¡Hablo en serio Sérgio! Eres una leyenda —Pausó y lo miró a los ojos —. En verdad te admiro.

El mexicano bajó la mirada y sonrió enternecido, Max en verdad tenía un aura encantadora, no se podía resistir a él y le era imposible no creer cada palabra que éste decía, hacia mucho que no se veía en una situación como esta. Alzó sólo un poco la mirada, lo suficiente como para observar que la distancia entre sus manos, ambas posadas sobre la mesa, cada vez se acortaba más gracias al rubio. Se extrañó, pero no se alejó, quería ver hasta donde era capaz de llegar Max en lo que fuese que estuviera haciendo. Dudoso, lo volteó a ver, topándose con una pequeña sonrisita amigable, tanto que lo hizo volver a sonreír mientras comenzaba a sentir un ligero roce en su mano que no rechazó... Por un momento el tiempo paró, Pero esta vez se una forma distinta...
—¡Checo! ¡Ah! —la voz temblorosa y fuerte de Horner los destanteó, obligandolos a reincorporarse y alejarse lo suficiente como para que el hombre se pusierra entre ellos, nuevamente el semblante molesto de Max regresó—. Vendrás con nosotros al GP de Brazil la siguiente semana, ¿cierto?
Bueno, esto sí le interesaba a Max. Sérgio por su parte se notaba incómodo, mirando a todos lados sin saber qué decir. Cómo le explicaría a Horner que realmente, ya no quería asistir a otro gran premio después de lo ocurrido esa tarde con Lewis. Porque estaba seguro que no sería la última vez que lo interceptaría
—Yo...
—Segio, es una cortesía, no la puedes rechazar.
Los ojos del mexicano bailan entre Horner, Max y la mesa frente a él, las palabras no le salían, en su garganta estaba hecho un nudo y sus dedos jugueteaban nerviosos.
Ahora tenía un dilema. Esta gran oportunidad de regresar a la vida de sus sueños y hacer lo que le apasionaba estaba ridiculamente frente a su rostro. Pero...

Sí, ese era el problema; siempre había un pero...
No era como si su vida actual estuviese mal, simplemente no era algo a lo que se terminaba de acostumbrar, o más bien, no era algo que le terminaba de agradar, Pero tampoco tenía los ánimos para cambiarlo, mas volver al mundo del automovilismo sería la cereza del pastel para sí mismo, estaba seguro de que muchas cosas cambiarían para bien, sin embargo, Lewis seguía ahí, siempre sería esa espina en el zapato, jamás lo dejaría respirar tranquilo en el paddok... Suspiró.
—Dame dos días, lo pensaré —Aseguró con una sonrisa apretada y fingida.
—Escucha, ven con nosotros, sólo danos esta oportunidad... —Lo miró esperando que Sérgio viera la esperanza en sus ojos— Prometo que si no te sientes seguro después de esto, te dejaré en paz. Pero si decides volver, en verdad sabes que puedo darte el puesto que tú quieras, por favor, sólo por esta vez...
No sabía si era gracias al alcohol o a los remordimientos, pero en ese momento Horner se sentía especialmente desesperado por que Sérgio volviera y odiaba sentir que, una vez más, el mexicano se estaba resbalando de sus manos. Su corazón dolía, pues aunque no quería, sabía que si Sérgio tomaba una decisión que no le agradaba, él tenía que aceptarlo, y dejarlo ir por fin...
—¡Ven con nosotros! —Dijó Max, de igual manera, con cierto desespero en su voz.
Y entonces, empujando ligeramente a Horner hacia atrás, terminó por acortar la distancia entre él y Sérgio tomando con firmeza la mano del bronceado, sorprendiéndolo.
Respingó un poco, más no retiró su mano, clavó sus ojos en aquellos iris azules y abrió su boca, queriendo decir algo, sin embargo, una vez más, no fue capaz de formular palabras alguna. Sólo podía mirarlo.
Su mano estaba cálida, a pesar de haber tenido entre sus dedos las bebidas heladas, y se aferraba a él con una fuerza extraña, sentía la presión en su mano, sin llegar al dolor, pero era suficiente como para impedirle irse. Eso era, Max le pedía claramente que no se fuera.
Sergio unió sus labios en una fina línea y asintió brevemente, girando ligeramente su mano para corresponder el agarre de Max con suavidad, éste sonrió aparentemente aliviado. Todo bajo los ojos confundidos de Horner.
—Bien, iré.

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