Capitulo dos: El encuentro.

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De un momento a otro el ambiente se calmo, y el mexicano pudo ver un destello de nostalgia en los ojos de Horner, quien parecía intentar guardar cada detalle del rostro frente a él. Lo miraba con detenimiento y cariño.
—Las cosas han cambiado demasiado desde que te fuiste, Checo —El susodicho sonrió con una pizca de amargura. De repente un gran arrepentimiento presionaba su pecho. Checo no apartó la mirada en ningún momento, aunque las ganas de llorar se hacían presentes—. Sabes que aquí siempre tendrás tu lugar.
Sérgio arqueó una ceja, ¿Era acaso aquello una insinuación? No le molestaba la verdad, pero sí que lo hacía dudar. Mucho.
Un silencio se estacionó entre ellos, cada segundo volviéndose más incómodo debido a la duda del mexicano sobre cómo responder. Horner pronto se dió cuenta de eso.
—¡Ven a ver el nuevo auto! —Exclamó entusiasmado de la nada—. Te va a encantar, lo juro —Y lo tomó del brazo para dirigirlo a un garage, donde nuevamente, fue recibido de manera cálida.
Reía y miraba impresionado las mejoras, escuchaba a su ex jefe y a los nuevos ingenieros y mecánicos hablar entusiasmados de los logros que habían conseguido recientemente, en verdad estaba pasando un buen momento ahí, hasta que un sonido se clavó en sus oídos perforándolos, y, de alguna manera, quebrando la linda realidad que se encontraba viviendo.
—¡Sérgio!
Esa voz, ese acento. El ruido de fondo se ensordecía y el tiempo se detuvo, a lo lejos podía oír voces que intentaban detener a aquel hombre de bronceada piel, pero nada funcionaba, de pronto la pantalla se puso en negro mientras Sérgio, inconscientemente, se giraba en dirección a aquella voz. Parpadeó y su ritmo cardíaco aumentó.
Lewis estaba justo frente a él.
Sudado, respirando agitadamente, totalmente desesperado por él, por verlo, por hablarle. Pero Sérgio, él estaba asustado, confundido, quería salir corriendo de ahí pero sus piernas no le respondían, estaba completamente inmóvil, hasta que la voz de horner se hizo presente y pareció regresarlo en sí.
—Hamilton, estamos en medio de algo ahora mismo...
—¡Lo siento! —alzó su volumen de voz —Pero necesito hablar con Sergio. Ahora —Sus ojos jamás se apartaron de los del mexicano, quien se limitó a tragar con dificultad—. A solas.
No supo porqué, pero lo único que atinó a hacer fue asentir ligeramente con su cabeza y dejarse arrastrar por Lewis hasta un rincón solitario del garage, todo bajo la mirada molesta de Christian. Una vez que estuvieron los dos solos, Lewis se dedicó a mirarlo, de arriba a abajo, entre más lo hacía, más se oscurecía su mirada. No dijo nada durante un buen rato.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! —Bueno, eso no fue lo que esperaba.
Entonces Sérgio se sintió un completo idiota. ¡Claro que Hamilton estaba molesto! Cómo carajos llegó a creer que este estaba emocionado por verlo, por qué, durante un minuto, creyó que Lewis lo había extrañado. La realidad lo golpeó tan duro, pero dolió más el sentir que eso era justo lo que debía pasar.
—Bueno, creo que era bastante obvio que tarde o temprano asistiría a este gran premio. ¿No crees? —Respondió con neutralidad.
—¡¿Por qué no avisaste?! No tienes nada que hacer aquí. Sabes que no me refiero a la carrera, me refiero a aquí dentro, con todos —Ahora sonaba amenazante. Sérgio mejoró su postura y frunció el entrecejo.
—¿Avisar? ¿Qué? ¿Ahora tengo que pedirte permiso? ¿Acaso te estás escuchando?
Poco a poco la discusión se volvía más acalorada, ambos se estaban retando, pero ninguno realmente sabía lo que quería del otro. Pudo ver cómo él apretó su mandíbula y tensaba su cuerpo, sin embargo no se dejó intimidar, continuaba sosteniendo la mirada, aunque por dentro, sus piernas flaqueaban ante el imponente hombre delante de él.
En un instante ya tenía a Hamilton acorralándolo contra la pared, fue entonces entonces que el miedo comenzó a recorrer sus venas.
—Escucha bien, no puedes venir aquí de repente y hacer lo que te plazca, como si no hubiese ocurrido nada —Así que eso era—. ¡¿Puedes explicarme por qué, lo primero que me pasó al salir de la entrevista fue toparme con Carlos totalmente alucinado gritando que estabas aquí?! —exclamó en su oído con una voz profunda —. ¿Por qué todos sabían que estabas aquí, excepto yo? ¿Ah? ¿En serio ya no te importo? —dijo esta vez en un susurro.
Sérgio nuevamente se encontraba inmóvil pero podía sentir que su estómago estaba revuelto por tantas sensaciones que Lewis había despertado en él, sensaciones que creyó muertas y que se habían convertido en algo atroz.
Se le escapó un pequeño jadeo, notó como Lewis reaccionó sutilmente a el, y le consoló no ser el único con ese tipo se sentimientos, sin embargo se encontraba sin palabras. Era mentira decir que no consideró a Lewis al momento de decidir asistir o no a la carrera, pero no podría admitir que lo hizo para verlo, o que no tenía la esperanza de hacerlo. ¿Cómo le aclararía algo que ni siquiera él sabía? ¿Cómo eso sonaría creíble?
—Ejem... —alguien fingía aclarar su garganta al percatarse de tan peculiar situación.
Inmediatamente ambos hombres giraron en dicha dirección claramente incómodos. Lewis liberó a Sergio y éste se reincorporó, tomando su distancia con respecto al moreno y, de igual forma, carraspeando—. ¿Sucede algo aquí?
Ah, era él. El chico de ojos azules que estaba en el podio, el nuevo piloto en red Bull que lo había sustituido. Aún ni sabía su nombre. Nuevamente, no fue capaz de gesticular palabra alguna.
—Nada de tu interés, Verstappen —Sentenció Lewis ahora más molesto que antes.
Bueno, ahora por lo menos sabia su apellido.
—Bueno, de hecho, estás en mi garage, así que técnicamente todo lo que pase aquí es de mi interés —Dijo con naturalidad mientras se encogía en hombros como un gesto de obviedad. Su manera de hablar casi le roba una risita a Sergio, pero este se contuvo.
Lewis bufó, miró por última vez a Sergio, como si le diera un ultimátum y caminó rápido, sin voltear a ver a nadie más. Fue entonces que los ojos de ese chico y los del de pecas; conectaron por primera vez.
—Gracias... —susurró, no sabía por qué agradecía, pero sentía que era correcto hacerlo. Max apuntó en la dirección en la q se fue Hamilton.
—¿Lo conoces? —preguntó aún viendolo fijamente.
Sérgio sacó todo el aire de su cuerpo y volvió a inhalar lentamente, intentando reponerse.
—Más de lo que me gustaría —Respondió e instantáneamente comenzó a caminar para regresar con Horner, dejando a Max atrás. Él lo siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista, inmóvil, completamente perdido en el hombre aquel.

Por fin.

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