Miley Cyrus - Angels Like You (1:14 - 2:12)
El bar está lleno a esta hora, pero él asiento que usualmente ocupo cuando vengo aquí está vacío y no es una sorpresa considerando quien es la persona sentada en el banquillo a la izquierda de este. Nada más y nada menos que Garrett Walker.
Sus ojos se fijaron en mi un segundo después de que entré y ahora me está sonriendo y golpea con su palma el asiento vacío a su lado.
Suspiro y camino hacia él.
—Ibas a tener un hijo —es lo primero que sale de mis labios cuando me siento a su lado en la barra—. Con la novia de tu hermano. Qué gran hombre resultaste ser.
No es ningún secreto que suelo tomar decisiones y actuar de diferente manera cuando siento algo con lo que no estoy familiarizada y que seguramente está fuera de mi control, ya sean ataques verbales o alguna que otra travesura autodestructiva. Por ejemplo, tiendo a sabotear mi propia felicidad cada vez que se insinúa una pequeña dicha de satisfacción asegurándome de mantenerme alejada o de manera más efectiva de alejar, la razón por la cual me siento feliz.
Es lo que hago y a lo que estoy normalmente acostumbrada; Evito a las personas cuando estoy enojada, creo caos cuando estoy herida y bebo hasta el olvido cuando estoy frustrada o triste.
Pero, cuando estoy enojada, me vuelvo vengativa y mezquina. Muy mezquina. Como, Taylor Swift en su canción de monólogo en SNL.
— ¿Sabes algo? También ibas a tener un hijo conmigo, pero nunca te lo dije. Te oculté que aborté a tu bebé. ¿Recuerdas ese viaje que se supone tuve a Seattle unos meses antes de que termináramos? Mentí. No fui ahí, tenía una cita en una clínica abortiva y me realicé un abortó. Tenía cinco semanas cuando sucedió. Saqué la cita apenas me enteré.
Fueron días terribles entre enterarme de ese embarazo y esperar a la cita. Bajé de peso, vomitaba todo el tiempo y estaba encerrada en mi apartamento "estudiando".
Pero fue la mejor decisión. Jamás me arrepentí.
¿Qué hubiera hecho yo con un bebé?
—Hubiera sido una madre terrible.
Los ojos de Jackson se encuentran con los míos y pido un Negroni que él prepara de inmediato y lo deja frente a mí.
Lo bebo de golpe y pido otro. Porque hoy es ese tipo de noche.
—Tal vez pudiste cambiar por ese bebé, no lo sabes. No sabes que hubiera pasado, Leo. Y al menos debiste decirme, incluso sí ibas a tomar esa decisión, tenía que saberlo. También era mi hijo.
No, los niños no son centros de rehabilitación de sus padres, ni deberían venir al mundo con la responsabilidad de hacer cambiar a sus progenitores. Y mucho menos se deben traer al mundo a niños si no están dispuestos a quererlos, si no son emocionalmente estables.
—Pero no lo hice, no te dije. ¿Y sabes por qué? Hubieras querido quedarte con esa expectativa de vida, incluso aunque sabías que no quería ser madre. Incluso aunque debiste ser consciente de lo mal que estaba y lo terrible que hubiera sido que alguien como yo, traiga un bebé a este mundo.
Al final quienes sufren son los niños. Yo soy un claro ejemplo de aquello.
—Afuera de la clínica una mujer me preguntó si hubiera querida que mi madre me aborte —me rio ante en recuerdo—. Y mi respuesta fue sí. Dioses sí. Mira la vida de mierda que he tenido solo porque mi madre no quería serlo y, aun así, decidió tener y luego dejarme como basura afuera de una iglesia.
Ni por un segundo se me cruzó por la mente quedarme con ese bebé porque era consciente de que no podía ofrecerle nada bueno.
No podía ofrecer algo que no tenía —me digo.
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Hasta que las mentiras nos separen
Roman d'amourLeone y Emrys están comprometidos, pero tienen un pequeño problema... se odian. **** En realidad, no se odian, solo que no les agrada la idea de ser obligados a casarse, dado que ni siquiera se conocen y ninguno de los dos cree en el matrimonio. S...