31. Interludio.

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Había una vez un joven pastor que cuidaba las ovejas de su pueblo en una colina. El trabajo le resultaba tedioso, y a menudo se aburría. Un día, buscando algo de emoción, decidió hacer una travesura.

«¡El lobo! ¡El lobo viene!» gritó con todas sus fuerzas.

Al escuchar los gritos, los aldeanos subieron corriendo la colina listos para defender a las ovejas. Pero cuando llegaron, solo encontraron al niño.

«Era una broma. No hay ningún lobo».

Los aldeanos, molestos, regresaron al pueblo. Sin embargo, el niño repitió la misma broma varias veces más, y cada vez, los aldeanos acudieron en su ayuda, solo para descubrir que no había ningún lobo.

Finalmente, un día, apareció el lobo de verdad. El niño, aterrorizado, gritó con desesperación:

«¡El lobo! ¡Por favor, el lobo está aquí!»

Pero esta vez, nadie acudió a su llamada. Los aldeanos, cansados de sus mentiras, no le creyeron. El lobo atacó, y el niño murió.

Sus mentiras lo mataron.

—Hubiera esperado esa traición de cualquiera, pero no de ti. ¿Qué tan estúpida me convierte eso?

Vine aquí varias veces, cada vez que me sentía perdida, pedía el mismo trago y me emborrachaba. Otras veces venía solo por una bebida y hablaba con él. Le conté cosas que no le he contado a nadie más.

Jackson está de espaldas a mí, pero deja de hacer lo que estaba haciendo y se queda quieto.

—¿Por qué? —le pregunto.

A mi mente vienen tantas posibilidades y razones de porque lo pudo hacer, pero ninguna tiene sentido.

—No solo porque grabaste nuestras conversaciones si no porque cortaste lo demás que dije, donde confesaba que amaba a Emrys y que realmente estoy intentado que esto funcione. Lo hiciste con toda la intención de que él no confíe en mí. De perjudicarme. ¿Por qué?

Lo cual, no es tan difícil dada mi reputación en el tema de la confianza.

Pero estúpidamente confiaba en Jackson al menos lo suficiente para hablar de cada cosa que me sucedía y... ¡Y es que no había nada que me diga que él podría hacer algo así! Aunque justo así es como funciona la traición, ¿no? De alguien que no lo esperas y en el momento donde dejas caer todas tus barreras.

—Pensé que éramos amigos.

—Amigos —suelta la palabra con amargura en un tono que jamás he escuchado en él—. Amigos. Es ese el problema, que yo me cansé de ser tu amigo.

Se da la vuelta y esperaba ver al menos un atisbo de arrepentimiento por lo que me hizo, pero no hay nada de eso.

—¿Qué?

—Por años te he visto venir aquí suspirando por Garrett y después, cuando finalmente lo has superado, vas y te enamoras de su hermano. De todos menos de mí. Estuve aquí frente a ti todo este tiempo y jamás me miraste más allá de venir a contarme tus dramas románticos.

Me quedo sin palabras, sintiendo cómo mi corazón se encoge con cada palabra que sale de su boca. Esperaba que dijera cualquier cosa menos eso.

—No sabía que te sentías así —murmuro, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Nunca dijiste nada.

Él se ríe, una risa amarga que resuena en el silencio del bar.

—Eso es lo peor de todo —dice, sus ojos llenos de una tristeza que nunca había visto en él—. Que ni siquiera te diste cuenta.

Hasta que las mentiras nos separenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora