Capítulo 4: Joder que boca

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Me levanto sobre las seis de la mañana para arreglarme lo mejor posible y se vea lo más natural posible, me aseo, visto y peino ya que con el uniforme poco me preocupa el outfit... a quien quiero mentir el día que no me interese armar mi conjunto de ropa, estaré muerta en vida.
Me decanto por un recogido para que el pelo no me moleste y caiga en la comida, un maquillaje sutil con rímel y los labios rojizos y para estar más cómoda opto por usar lentillas, para cuando vaya a la empresa en la tarde me volveré a poner las gafas para que mis ojos descansen; me calzo mis manoletinas y salgo de casa con un bolso de por si acasos.

—Qué madrugadora.

—Buenos días, señor Kang, no quería llegar tarde.

Apenas está amaneciendo cuando abrimos la puerta del local, el señor Seo-Joon me explica con detalle todos los seguros y llaves que usa para abrir, como encender las cámaras y los primeros pasos para abrir la tienda.

—Lo primero que debes hacer es entrar y cambiarte de ropa lo más rápido posible, miras el calendario si hay que recoger paquetería, dejas la puerta abierta para que el repartidor deje los paquetes —asiento para que sepa que le estoy atendiendo mientras apunto todo en mi libreta por si me surgieran dudas—, después revisas que estén todas las bebidas colocadas, por si por algún error no se repusieron la noche anterior. Colocas los vasos en caso de que no lo estén y cortas las tartas que nos llegan de ese día. Ahora te enseño cómo las cortamos para que queden parejas y revisas que los precios estén bien y si hay oferta, colocarlo. ¿Has entendido todo?

—Entendido y escrito, voy a revisarlo todo por orden para ir quedándome.

—Perfecto —en ese momento se escucha la puerta abrirse y tres personas encapuchadas con mascarillas entran al local, dan un poco de miedo, —Yo atenderé a los clientes.

Annyeonghaseyo chicos

Annyeonghaseyo Seo-Joon

—¿Lo de siempre?

Butakdeuryeoyo gracias

Las voces se alejan conforme me adentro al almacén y así comienza mi primer día de trabajo. A pesar de estar muy nerviosa, las chicas son muy comprensivas y no me meten prisa ni se molestan cuando confirmo alguna que otra vez su pedido, y digo chicas porque el 89% de personas a las que he atendido son mujeres, si acaso algún hombre, pero de edad adulta.

Seo-Joon parece darse cuenta, cuando me resuelve la duda que atravesaba mi mente.

—La mayoría son fans de alguno de los grupos de la agencia a los que están apunto de debutar o simplemente esperan conocer a algún idol en su pre-debut y que se enamoren de ellas —no puedo evitar que me cause algo de ternura, yo también pensaría igual.

—¿No es tener muchas esperanzas? O sea, es difícil que algo así suceda.

—Totalmente, de hecho, la mayoría lo que menos le interesa es una relación. La agencia y el estrés le tienen la vida ocupada.

—No puedo ni imaginarme.

Annyeonghaseyo cuatro ice americanos grandes, butakdeuryeoyo.

—Enseguida.

—Lo estás haciendo muy bien, ¡fighting!

Contra todo pronóstico, trabajar en la cafetería no me agobia o supone un estrés añadido al trabajo en el departamento de protocolo, es como un respiro. Disfruto de la dinámica con Seo-Joon, es muy agradable y atento conmigo, me ayuda cuando me equivoco, se alegra genuinamente cuando hago las cosas bien y me felicita cuando ve que me esfuerzo.

Me encanta ver a las chicas con sus outfits coquetos, sus mini peluchitos y Lightstick sacando fotos y charlando de cualquier cosa. Son numerosas las ocasiones en que me han pillado curioseando y con ello me he ganado alguna photocard que tenían repetida o pegatinas, son realmente agradables.



Entre notas y silencios | Kim SunwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora