El cielo comienza a teñirse de calidez desde la ventana del coche, la vista es preciosa, encendido en un intenso naranja anunciando el fin del día. La música de fondo, su mano entrelazada a la mía sobre mi regazo y la carretera vacía, pocas veces son las ocasiones en las que me encuentro con mi mente callada. Sin pensamientos intrusivos, sin demonios del pasado que quieren hacerse presentes, sin terror por un futuro hipotético que nunca llegará y si lo hace no me importa, sé que Sunwoo me ayudará a frenarlo, a alejarlo como aleja todo lo malo de mí de una forma tan natural que asusta.
—¿Puedo preguntar hacia donde me estas llevando?
—Puedes preguntar lo que quieras Byeoliya...
—Claaro, otra cosa es que me contestes ¿no? —sonríe de forma engreída.
—Ya lo vas pillando.
—Jaja.
—Pesado.
—Tal y como te gustan —me reacomodo en mi asiento.
—¿Qué te hace pensar que me gustan pesados?
—No sé, el imbécil con el que saliste, Alexander, yo...Es de mala educación rodar los ojos a tus mayores Mei-ssi.
—Ahora eres la educación personificada.
—Ya tardabas en darte cuenta, pero te lo perdono.
—Pero serás...
—Un romántico empedernido.
—Eres imposible.
—Y tú eres increíble—siento el calor volver a mis mejillas.
—¡Sunwoo!
Se ríe descaradamente mientras volvemos a entrar en la bulliciosa Seúl ¿Qué se le habrá ocurrido?
—Sunwoo ¿de verdad es necesario subir hasta la última planta?
—Si quieres comer sí, pero no te preocupes. Cuando llegues se te quitará la presión —el espejo muestra cómo se posiciona tras de mí manteniendo una mínima y tortuosa distancia mientras acaricia mi cabello y mi espalda de forma poco disimulada, absorto en sus pensamientos.
—¿Qué tienes en mente? —su sonrisa ladeada eriza mi piel obligándome a recomponerme.
—Solo estoy planteando las posibilidades de que me hallas hecho brujería.
—¿Yo? ¿Por?
—No encuentro otra explicación, la atracción que siento hacia ti, tan adictiva como destructiva.
—¿Y de qué se me acusa si se puede saber? —no me atrevo a encararle por lo que me fijo en las pocas plantas que nos quedan para llegar al final.
—De hacerme un amarre.
—Podría ser algo que hubiese hecho, pero no es el caso.
—¿Sabes hacer amarres? —toma lugar frente al espejo y en cierta forma me obliga a mirarle.
—Desde pequeña me llamó la atención todo lo relacionado con lo espiritual, las energías, las religiones y similares. Era muy curiosa así que probé algunas cosas, pero no tanto como llegar a un amarre. Nada de lo que debas asustarte.
—No sé, eso me serviría de justificación para tantas cosas.
—¿Ah sí? —asiente en tono bajo mientras me acerca a él.
Se ve tan increíble, que creo que desgastaría todos los adjetivos existentes si los pronunciara en voz alta. La confianza que desborda es ensordecedora, se ve tan tranquilo recostado contra el espejo, con sus manos rodeando suavemente mi cintura. Deslizo mis manos entrometidas sobre él provocando un intenso hormigueo en mis dedos. San Judas Tadeo, allá donde estés, te pido ayuda con este hombre, porque madre mía.

ESTÁS LEYENDO
Entre notas y silencios | Kim Sunwoo
Fanfiction-Créeme, si pudiera olvidar todo lo vivido y enterrarte en mi memoria, lo haría, pero no puedo. -No te dejaría. -¿El qué? -Te lo dije hace tiempo y te lo digo ahora, no puedo no ser egoísta contigo, te quiero junto a mí. Quiero estar a tu lado, quie...