Desesperados y rotos

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El viento norte comenzaba a soplar fuerte, presagiando un posible nuevo conflicto para todo el grupo.
Al salir corriendo para alcanzar a la otra mitad del grupo en el camino hacia Deb, como era el plan premeditado, se encontraron a pocos metros de dónde estaba la casa de Albert, quienes desde una casa alta de dos pisos, por una ventana llena de moho y enredaderas levantaban la mano, en señal de que fuesen.
El grupo de tres entró a la casa, mirando las viejas paredes, con columnas de madera en buen estado a pesar de sus años.
La casa al frente estaba cubierta de algunos árboles gigantescos, a más de 1000 metros de los soldados de Adonis, que no se habían percatado del grupo que a gachas se movilizaban por arbustos y un pequeño cerco de ladrillos.

-¿Que pasó?- Preguntaba Fausto algo intrigado.

-Adonis, bloquearon el camino.- Respondía Julia.

Ethan, Marc y Fausto se topaba con una nueva disyuntiva, enfrentarse a los soldados de reales, o esperar que no pase lo peor, a oscuras en la casa en ruinas trataban de observar a los soldados, pero también a Reginald.
Ethan observaba el panorama y quedaba completamente preocupado, su objetivo de ver por primera vez a su madre. Marc notaba la incertidumbre del muchacho y se acercaba.

-Tu madre seguramente debe haber ido a Deb.- Exclamaba la vez que se resentía de sus heridas en el abdomen el pescador.

-¿Como va eso?- Preguntaba Ethan.

-Pues...no es un lecho de rosas.- Tenemos que ver cómo salir de aquí.- Contestaba Marc en tono sarcástico y denotando un claro disgusto por la pregunta que parecía casi a propósito. -¿De donde eres muchacho?- Decía al percatarse que realmente la pregunta no fue con mala intención.

-Concuerdo.- Decía Ethan mientras miraba por la ventana y seguía. -De Valderrobes, Chipre.-

-¿Donde no anochece? Sus puertos son magníficos.

-Dimelo a mí.- Decía el nieto de Aitor mientras miraba al suelo. -Y el mar también.

-¿Eres pescador? Decía Marc mientras observaba que el joven asentía con una sonrisa tímida. -¡Que coincidencia! Decía Marc por primera vez esbozando una leve sonrisa. ¿Que tienes en mente muchacho?

-Podemos probar hacernos pasar por mercaderes. Sugería Taiana.

-Es arriesgado. Exclamaba Julia.

-Dame algo de tiempo. Expresaba Ethan.

Fausto en tanto transcurría la conversación, se encontraba husmeando los cajones de los antiguos dueños de la casa.

-¡Wow! ¡Ropa nueva!- Decía a la vez que daba un leve salto y se ponía una polera vieja llena de agujeros. En el instante que sus pies tocaban el piso, una tabla de madera completamente verde que estaba bajo sus pies, se quebraba. -¡Oh qué bien!- Decía enojado.
Ethan observando a Fausto decía.

-La casa.- A lo que miraba a marc y los demás.
-¡Esta abandonada hace mucho, al menos está si!

-¿Que sugieres? Decía Fausto mientras salía del hueco que había ocasionado por su euforia mientras los niños de Marc lo jalaban.

-Puede ser un plan arriesgado, pero es lo único que se me ocurre por el momento.- Decía mientras todos quedaban expectantes. -Podemos atraerlos aquí, uno de nosotros debería ser-

-¿Arriesgado? ¡Es una locura!- Decía Julia.

-Si, lo sé, pero es lo único que tengo en mente.

-Esta bien, dejémoslo que termine con su idea. Decía el doctor, mientras ponía un poco de gasa en la pierna de Fausto por su leve raspón.

-Podemos debilitar algunas columnas de la primer planta, hacerlos que se metan y luego, ¡Blam!

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