Conflictos.

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Elizabeth en su alcoba mecía en su mano derecha una copa de un reconfortante vino mientras dialogaba con su más íntimo asesor.

-Mi señora, Ezra...- Decía con la cabeza a gachas. -¡Déjalo pasar!- Decía de manera contundente. -Y puedes retirarte Kael.-

-¡Buenoa días alteza! Decía Ezra mientras se inclinaba y hacia reverencia a la reina, algo que hacía muy pocas veces en privado, dado la confianza que tenían.

-¡Ezra! ¿A qué estás jugando conmigo?- Decía observando la armadura negra y de plata adel general, pues Ezra había desobedecido a las órdenes de la reina quien le había encargado y expresado que debería ser totalmente de plata.

-Quise solo darle un poco de mí impronta.- Decía observando sonriente de forma sarcástica a la reina. -Te he sido leal Elizabeth, casi veinte años, he sido muy paciente.- Decía observando seriamente a la reina.- Y se acercaba lentamente a ella, pero no en tono amenazante.- Dame a mí padre, está aqui, en la ciudad, salí a buscarlo por la mañana y no lo encontré.- Ezra se acercaba más y tomaba delicadamente el mentón de Elizabeth con sus manos y acercaba su boca a la suya. -¡Por los buenos tiempos!- Decía
Elizabeth se dejaba besar, pero no era tonta, sabía que Ezra la estaba utilizando.

-Tenemos que hablar del ataque sufrido ayer por los forajidos-

-No me distraigas, Elizabeth- interrumpió Ezra, alejándose ligeramente. -Sabes tan bien como yo que esto es más importante. Me prometiste a mi padre... y a esa mujer. Ambos me traicionaron, y sabes que he esperado mucho por este momento.--

Y lo tendrás, Ezra- respondió ella, sin perder la compostura. -Pero debes ser paciente un poco más. Hay asuntos en juego que no puedes ignorar.Ezra la miró, su expresión volviéndose más oscura. -Mi paciencia tiene un límite, Elizabeth. Y ya ha pasado suficiente tiempo.-
Elizabeth sabía que Ezra se estaba volviendo alguien volátil, no lo temia, ni desconfiaba de su lealtad, no al menos hasta hace poco, verlo a Aitor lo dejo enceguecido, nuevamente, por sus deseos de venganza.

-Ezra tu eres de nuestros mejores soldados, ¿como se que tu lealtad seguirá hacia mí una vez de consumada tu venganza?- Decía Elizabeth tratando de seguir el juego de Ezra, acercándose lentamente ella a él y poniendo su mano en su rostro. -Tu nombre resuena en los cinco reinos, todos te temen, a ti y tu caballería.- Decía besando su mejilla. -Te estimo más que cualquier persona en el reino.- Elizabeth sabía que la lealtad de Ezra estaba allí, pero que su deseo desmedido por la venganza era un arma de doble filo.

-Elizabeth.- Ezra apretaba los dientes mientras miraba aquella mujer que había servido por largos años. Aquel soldado yacía con la cabeza a gachas frente a su reina y luego la levantaba. -Necesito a Aitor, prometo serte leal.-

-Convocaremos una cumbre para negociar la paz con gador.- Decía Elizabeth mirando a su general, cambiando drásticamente la conversación.- Le pediré las minas que tienen de salitre y carbón, no es mucho, pero servirá para seguir manteniendo el poderío de nuestro ejército y te necesito alli.-

-¿Y si se niegan?- Respondía seriamente Ezra.

-Los demás reinos lo consideran principal sospechoso del asesinato de mí ex esposo, Jorge.- Elizabeth servía dos copas de vinos para ella y Ezra.- El ataque de ayer salió a pedir de boca, es cierto, el saldo de muertos fue algo más de lo pensado, pero tenemos contra las cuerdas a Gador.-

-Elizabeth, podemos tomar las tierras que quieras hoy mismo.-

-Ezra, no es tan fácil, habrá muchas bajas, hemos subido los impuestos para costear gastos militares, pero allá afuera la gente está molesta.-

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