𝗘𝗹 𝗘𝗻𝗰𝗮𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗥𝗼𝗺𝗮 (𝗗𝘆𝗯𝗮𝗹𝗮)

146 5 0
                                    

En la bulliciosa ciudad de Roma, Paulo Dybala se encontraba en una etapa emocionante de su carrera futbolística. Recientemente había firmado con el AS Roma, y los fanáticos ya lo adoraban. Pero su vida personal estaba a punto de volverse igual de emocionante.

Todo comenzó una tarde de verano, cuando Paulo decidió visitar un café cercano al estadio después de un agotador entrenamiento. Necesitaba despejar su mente y disfrutar de un buen café italiano. Al entrar, sus ojos se encontraron con una chica que estaba sentada en una esquina, absorta en su laptop. Tenía el cabello largo y oscuro, y una sonrisa encantadora que iluminaba la habitación.

Paulo se acercó al mostrador para pedir su café y, sin poder evitarlo, lanzó una mirada más a la chica. Decidió sentarse en una mesa cercana, y mientras esperaba su bebida, se dio cuenta de que ella lo estaba mirando también.

—Disculpa, ¿te conozco de algún lado? —preguntó ella con una voz suave pero segura.

Paulo sonrió.

—No lo creo, pero siempre hay una primera vez para todo. Soy Paulo Dybala.

— Ahh, ahora ya me acordé quién sos —respondió ella, sonriendo—. Soy Delfina. Vivo aquí en Roma, pero soy argentina, como vos. Trabajo como periodista deportiva.

—¿En serio? Entonces seguro me viste jugar en algún partido —dijo Paulo, bromeando.

—Más de una vez —rió Delfina

Esa tarde, la conversación fluyó fácilmente entre ellos. Hablaron de Argentina, de sus familias, de música y de la vida en Roma. Delfina tenía una personalidad vibrante y un sentido del humor que hizo reír a Paulo en varias ocasiones. Acordaron verse nuevamente, y así comenzó una serie de citas llenas de risas y momentos románticos.

Unos meses después, decidieron pasar un día en la playa de Ostia Lido. Habían planeado irse juntos en auto, ya que quedaba a unos 35 kilómetros de distancia, esperando encontrar un momento en que ambos estuvieran libres.

En la playa, Paulo, desafió a Delfina a una carrera hasta el agua. Delfina, con su espíritu competitivo, aceptó de inmediato. Ambos corrieron por la arena, pero Paulo, queriendo impresionar, tropezó y cayó estrepitosamente. Delfina no pudo evitar reír a carcajadas mientras Paulo se sacudía la arena del cuerpo.

—¡Sos un desastre! —dijo ella, ayudándolo a levantarse.

—¿Y aún así querés salir conmigo? —respondió él, fingiendo estar herido.

—Tal vez —dijo Delfina, guiñándole un ojo.

Sin embargo, no todo fue risas y diversión. A medida que su relación avanzaba, ambos comenzaron a enfrentar desafíos. La vida pública de Paulo traía consigo una presión constante, y los rumores y las especulaciones de la prensa a veces eran difíciles de manejar. Delfina, como periodista, también sentía el peso de la situación, ya que debía equilibrar su ética profesional con su vida personal.

Una noche, después de un partido importante, Paulo se encontró con un artículo que hablaba negativamente sobre él y Delfina. Molesto y preocupado, fue a verla.

—Esto se está saliendo de control —dijo él, mostrando el artículo.

Delfina suspiró, sintiendo la tensión en el aire.

—Paulo, sabemos que esto no es fácil, pero si dejamos que los rumores nos afecten, ellos ganan.

—Lo sé, pero no quiero que te lastimen a vos.

Delfina lo miró a los ojos, tomándole las manos.

—Estamos juntos en esto, ¿te acordás de lo que hablamos? Podemos superar cualquier cosa, porque lo que tenemos vale la pena.

Esa noche, se prometieron apoyarse mutuamente, sin importar las circunstancias. Su relación se volvió más fuerte y madura, aprendiendo a lidiar con los desafíos con amor y comprensión.

Con el tiempo, Delfina se volvió una figura querida en la vida de Paulo, no solo por su apoyo incondicional, sino por la alegría y el amor que aportaba. Y Paulo, por su parte, se convirtió en una fuente constante de inspiración y fuerza para Delfina.

Juntos, crearon una vida llena de aventuras, amor y risas. Aunque enfrentaron altibajos, siempre encontraron la manera de volver a conectarse y recordar por qué se enamoraron en primer lugar.

Y así, en la eterna ciudad de Roma, entre partidos de fútbol, días en Ostia Lido, y noches bajo las estrellas, Paulo y Delfina vivieron su propia historia de amor, una que era tan real y apasionada como los mismos latidos de sus corazones.

Cortitos de la ScalonetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora