Capítulo 21: Hoshino Ash, Parte Uno

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Era de noche, no me llega a la mente la hora

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Era de noche, no me llega a la mente la hora. ____ siempre elogiaba mi buena memoria, aunque a veces creía que solo exageraba.

Era verdad, recordaba perfectamente a los personajes que contemplaba a través de una pantalla o una hoja de papel. Recordaba sus nombres, sus edades, sus gustos, sus características, sus pasados... Había grabado todo aquello en mi mente como si lo hubiera hecho en piedra.

Tampoco he olvidado a nuestros padres. Su recuerdo permanece intacto en mi memoria.

Y cómo me gustaría borrarlo.

Reparé en la luna llena mientras tomaba asiento en el tejado de la Finca Mariposa. Era algo que me gustaba hacer desde que había llegado; una forma simple pero efectiva de mantener mi mente en blanco y despejar de ella todo aquello que no me permitiese pensar con claridad.

No sé cuándo fue que me volví así de calculador. Por hoy prefiero pensar que la luna llena me está haciendo enloquecer.

Tomé entre mis dedos un cigarrillo y me lo llevé a la boca, aspirando su humo, reconfortando mi espíritu herido. _____ no sabe que fumo desde los nueve, ni sabe que sufro en solitario por algo que no puedo poner en palabras. Pero es que es tan fácil sonreír al lado de ella, bromear con ella, abrazarla y discutir por cosas sin sentido.

Ha sido así de fácil desde que llegó a mi vida.

Eva y Julián. Así se llamaban nuestros padres, por lo menos, nuestra madre. Julián solo era padre de _____, porque mi madre me tuvo con un hombre que, como si de magia se tratara, se esfumó de nuestras vidas justo después de mi nacimiento.

_____ no lo sabe. Nadie nunca tuvo el coraje de contárselo.

Eva se casó con Julián seis meses después. En mi memoria —y sabe Dios cómo— permanecen aún los recuerdos de mi vida a los tres años.

Julián se pasaba todo el día en el trabajo, de noche iba con sus supuestos amigos a emborracharse en el bar más barato que tuviera cerca. Pocas veces volvía de noche a la casa, solo para encerrarse en el cuarto con mamá y no salir hasta el amanecer.

Mamá también pasaba de mí. Cuando yo lloraba, me miraba con frialdad y satisfacía alguna de mis necesidades de la manera más tosca en que pudiera hacerlo. No fue hasta los cinco años que aprendí a prescindir de su insensible cuidado y a arreglármelas yo solo.

Pero antes de llegar a esa edad, aún teniendo tres años, mamá dio a luz a quien pasaría a ser la única esperanza de mi vida:

_____.

Cuando la conocí estaba dormida, no había abierto los ojos por primera vez. Era pálida, pero su nariz y mejillas permanecían siempre del mismo tono carmesí. Poseía escaso cabello oscuro, pero debido a las mantas no se le notaba tanto.

Isekai 異世界 (Tomioka Giyuu y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora