6.4: Bienvenida en Invierno

8 3 0
                                    


**(Narra Kaito)**

Apenas salimos de la Central un escuadrón de cuatro zorros gigantes con varias colas nos rodearon y con algún tipo de magia de teletransportación nos llevaron al ayuntamiento del pueblo principal de invierno.

—Muchas gracias, general —dijo Shi haciendo una leve reverencia.

—Es parte de nuestro trabajo majestad —contestó devolviendo la reverencia.

—Gracias por el viaje —les dije copiando a Shi.

También me reverenció a mí y entonces adquirieron formas humanoides, pero mantuvieron máscaras de zorro.

—Son Kitsunes, son algo parecido a un mini ejército ninja que hace de servicio secreto en invierno.

—¿Cómo es que ya sabes tanto? —pregunté intrigado.

—Mi padre me dijo todo sobre invierno unos días antes de que entremos en Kisetsu. Me habló sobre los Kitsunes e hizo los preparativos previos para que ellos nos traigan directamente al pueblo principal y así ahorrar tiempo —respondió.

—Luego de que atraviesen esas puertas se presentarán frente a todo el pueblo de invierno —interrumpió uno de los Kitsune.

—Ya estamos listos, general, por favor abran las puertas —pidió Shi en un tono muy cortés.

—Disculpe mi señora, pero primero hay otra cosa que hacer —nos dijo escondiendo sus manos detrás de su espalda.

Antes de que siquiera podamos reaccionar el general nos puso algo en la nuca y caímos desmayados al instante.

Aparecí recostado sobre un montón de agua. A mi alrededor solo había oscuridad y de repente sentí una brisa fría recorrer mi espalda, seguidamente también comencé a sentir un aura de opresión muy fuerte detrás de mí.

—No los salvaste, fracasaste —me dijo una voz espantosa directamente dentro de mi cabeza.

—¿Qué quieres decir con que no los salve?

Debajo de mis pies apareció un vacío negro. Estaba en el espacio exterior, al levantar la mirada vi la pesadilla que me comenzó a atormentar desde que comenzó todo esto de ser los salvadores del mundo.

—El mundo pereció, y no hicieron nada para salvarnos —me dijeron varias voces en mi cabeza, entre las que reconocí las voces de mis padres.

El planeta tierra estaba partido en dos, no era ni siquiera necesario preguntar quién había sido, era obvio que fue el enemigo, los desastres.

Sin que yo haga o piense en nada, aparecí en un campo de batalla desolado. Aparentemente, era de una batalla que ya había terminado. A la distancia vi una espada clavada en una roca y corrí a ver un poco más de cerca, al llegar detrás de la roca encontré otra cosa que nunca hubiera querido ver. Detrás de aquella espada me encontré con los cuerpos sin vida de mis compañeros. Shi, Akira y hasta Areky, todos estaban muertos detrás de esa piedra.

Comencé a escuchar una risa a la distancia así que me recompuse y busqué de donde provenía. Corrí lo más rápido que pude mientras seguía esa voz, entonces llegué a un claro y vi a una persona sentada en el borde del mundo, justo donde fue partido en dos. La persona llevaba una capucha negra que no me dejaba distinguir quien era. Al sentir mi presencia la persona se puso de pie, se acercó a mí y al quitarse la capucha la reconocí.

—Conque aquí estás, solo nos faltas tú —me dijo una voz que no conocía.

Aquella persona era uno de los desastres que habíamos combatido en la escuela, era la mujer con poderes parecidos a los de Areky.

—¿Ustedes los mataron? —le pregunté apretando mi puño.

—Es obvio, mis compañeros mataron a la mayoría, pero los inútiles murieron antes de matarlos, solo me falta a mí matarte y toda esta historia habrá llegado a su final.

—¿Para qué lo harías? El mundo ya está destruido, acabaron con toda la vida.

—Si no te mataría a ti también las estaciones podrían volver, y si no es en este mundo es en el siguiente —me dijo y luego extendió su mano hacia mí.

Pensé que estaba intentando manipular algún elemento de mi cuerpo, pero en mi forma de estación era imposible, aunque resultó no ser eso, de la nada sentí una espada atravesándome el costado. Al verla bien era la espada que estaba en la piedra, era suya.

—No sé cómo sobreviviste, eres débil —me dijo haciendo el corte más profundo.

Esas palabras no solo hirieron mi orgullo, sino que también me dolieron... aunque, eran ciertas, obviamente soy más fuerte que una persona promedio, pero en el grupo no me siento capaz de poder proteger a los demás. Aun así no permitiría que esto se haga realidad, evitaré a toda costa que esto llegue a pasar.

—Contigo muere el último vestigio de las estaciones —me dijo extendiendo su mano con otra espada en ella.

—Me niego —dije suavemente.

Utilicé todas mis fuerzas para lanzar un ataque que acabe con mi enemiga, no tendría sentido, pero no dejaría que luego de matar a mis amigos se quede con vida. Su ropa se notaba chamuscada, seguro fue ella la que los mató. Hice aparecer mi tridente en mi mano y me lancé a atacarla. Moviéndome rápidamente la acorralé y ya teniendo la punta más larga de mi tridente a punto de entrar en contacto con su cuello, todo se terminó.

Desperté de golpe en un palco y poniéndome de pie pude ver a todo el pueblo de invierno, volteé a ver a mi derecha y ahí estaba Shi. Seguramente lo que acababa de vivir era mi peor miedo, perder a todas las personas que conozco y además perder esta guerra que se nos impuso. Me pregunto que le pasó a ella, debió ser algo peor que lo mío, después de todo tenía una cara de trauma que con su carácter nunca creí ver.

—¡Las estaciones de invierno lo lograron! ¡Pasaron la prueba de valor enfrentándose a sus mayores miedos! —anunció una ninfa muy alegre.

Todo el pueblo de invierno se regocijó por tenernos, pero luego de ese horrible momento que nos hicieron pasar a Shi y a mí, no estaba contento en lo absoluto y no planeaba callármelo.

—No estuvo bien que nos hagan eso —le dije al general en voz baja para que nadie más escuche. —Mire a mi amiga, nunca la había visto con esa cara.

—No te enojes con ellos Kaito, mi padre ya me habló de esto, yo ya sabía que pasaría —me interrumpió Shi poniendo su mano en mi hombro.

Al verla con una leve sonrisa, aunque fuera la más falsa que había visto en mi vida, le seguí la corriente y por ella sonreí al pueblo de invierno.

Luego de una breve ceremonia en la que los líderes de las razas se presentaban. Razas como los espíritus de agua, que eran prácticamente ninfas de agua, con la diferencia de que también había hombres; los Kitsunes que fueron los primeros que conocimos y el pueblo de las Yuki-onna. Nos retiramos a descansar y el resto de la semana nos la pasamos visitando todos los lugares de invierno. Aun cuando estuve ocupado en esos días no podía dejar de preguntarme qué le pasó a Shi. Aunque al verla mejor no quise preguntar para evitar que le vuelva a la mente lo que sea que vio ella.

...

—No puede ser... no tenías que liberarte —exclamó Shi.

—¿Cómo no lo haría? Soy tú, pero con más poder, la única forma de acabar esto es cerrar el ciclo tú misma.

—Por el bien de todos lo haré —exclamó Shi.

Al ver su reflejo en un espejo, pero con los ojos rojos y llenos de furia Shi tomó su espada y se atravesó el corazón con ella. Pero esas palabras eran ciertas, el ciclo de guerra sin fin tenía que acabar, pero no dejando que su ira tome el control.

Kotoshi no Kisetsu: Las estaciones del añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora