capítulo 3: La sospecha

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Lucerys y Aemond respiraban con dificultad. Lucerys apoyó su mano en el pecho de Aemond para empujarlo, pero Aemond sonrió y acarició la mejilla sonrojada y sudorosa de Lucerys. Luego, comenzó a moverse lentamente dentro de él. Habían estado así durante la mayor parte de la noche. Lucerys sentía que en cualquier momento se desmayaría; ya no tenía fuerzas ni siquiera para gemir o decirle algo a Aemond.

Lucerys estaba demasiado confundido. Se suponía que Aemond debía estar enojado por haber sido engañado y haberse casado con un chico, pero en su lugar, estaba dentro de Lucerys con una expresión de gozo, y ni siquiera le había pedido explicaciones.

"Aemond... ya no puedo, estoy cansado", murmuró Lucerys con la boca entreabierta. Aemond aprovechó para volver a besarlo, profundo y apasionado, dejando que sus lenguas se encontraran en una danza lenta y ferviente.

Aemond abrazó con fuerza a Lucerys mientras seguía embistiéndolo hasta que ambos alcanzaron el clímax. Después, Aemond se separó y salió de él, dejando una sensación de vacío y alivio en Lucerys.

Lucerys suspiró aliviado; quería dormir al menos mil años. Sentía sus huesos cansados y un líquido cálido corriendo entre sus piernas, señal de la intensa noche que habían compartido.

"Arriba, taoba, la noche terminó y debes cumplir tu deber de esposa", dijo Aemond mientras levantaba a Lucerys. Él lo miró con ojos abiertos y cansados.

"¿Qué...?" Lucerys no planeaba salir de su habitación en todo el día.

"Hoy se celebra el aniversario del matrimonio de mi padre y mi madre. Debes estar allí como una buena esposa", explicó Aemond, acariciando el pecho de Lucerys con una ternura que lo desconcertaba.

"Aemond, estoy cansado", protestó Lucerys. Aemond sonrió ante sus palabras, como si fuera una broma.

"Pero tienes que reponer fuerzas para esta noche", dijo Aemond, besando nuevamente los labios de Lucerys, quien sintió un fuerte sonrojo y una calidez que se extendía por todo su ser.

Aemond con cuidado, colocó la peluca de Visenya sobre la cabeza de Lucerys, ajustándola con precisión. Luego, lo cubrió con las cobijas, protegiéndolo del frío de la madrugada. Lucerys apartó la mirada, incómodo por la desnudez de Aemond que se movía con naturalidad por la habitación.

Aemond se colocó sus pantalones y salió un momento, dejándolo solo con sus pensamientos y el cansancio que lo envolvía. Cuando regresó, se sentó al lado de Lucerys y, con una sonrisa juguetona, lo lanzó suavemente sobre la cama.

"Aemond, estoy cansado", murmuró Lucerys, sintiendo cómo el agotamiento pesaba sobre sus párpados.

"Shhh, taoba", susurró Aemond, colocando un dedo sobre los labios de Lucerys. Sin previo aviso, deslizó sus dedos al interior de Lucerys, moviéndolos con una habilidad que hizo que Lucerys se arqueara involuntariamente. "Relájate, déjate llevar."

Lucerys gimió suavemente, su cuerpo respondiendo a las caricias de Aemond a pesar de su fatiga. Aemond retiró sus dedos y los llevó a su propia virilidad, preparándose antes de entrar en Lucerys nuevamente. Se inclinó sobre él, besando su cuello y susurrándole al oído.

"Eres mío, Lucerys. Todo tu ser me pertenece", dijo Aemond con una voz cargada de deseo. "Quiero que sientas cada momento, cada movimiento."

Los susurros de Aemond continuaron, mezclándose con suaves gemidos y palabras de aliento. Lucerys, aunque agotado, se dejó llevar por las sensaciones, perdiéndose en el ritmo lento y constante de Aemond. Sentía cómo su cuerpo respondía, cómo el placer se acumulaba dentro de él, acercándose a un clímax inevitable.

my boy princess [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora