Visenya Targaryen era una visión de belleza que cautivaba a todos los que la contemplaban. Su cabello oscuro, que caía en suaves ondas hasta la cintura, brillaba como la obsidiana bajo la luz del sol, resaltando la blancura de su piel. Aquellos que la veían por primera vez quedaban inmediatamente atraídos por sus ojos, un azul profundo que recordaba a un océano en calma, pero que podían convertirse en un mar tormentoso con un solo cambio de humor.
Su cuerpo era el objeto de envidia de muchas mujeres y de admiración de muchos hombres. Aunque sus pechos no eran grandes, eran perfectamente proporcionados, pequeños pero firmes, enmarcados por una cintura tan diminuta que parecía esculpida por los mismos dioses.
Los rasgos de su rostro eran finos y perfectamente delineados, con labios hermosos y una nariz esculpida. Pero lo que verdaderamente diferenciaba a Visenya era la ferocidad en su mirada. Ella era una mujer que no solo era hermosa, sino que también emanaba una fuerza de carácter que hacía que todos a su alrededor supieran que no debía subestimarse.
Se decía que Visenya había heredado la belleza de su madre, Rhaenyra Targaryen, una mujer conocida en su juventud por ser tan resplandeciente como el fuego de un dragón. Incluso el rey Viserys, abuelo de Visenya, afirmaba que su nieta era tan hermosa como Rhaenyra había sido en su mejor momento. Pero junto a esa belleza estaba la fuerza de su "verdadero padre", Harwin Strong.
Sin embargo, ni su belleza ni su fuerza parecían conmover a Aemond, quien, desde el regreso de Visenya, no dejaba de preguntar con insistencia: "¿Dónde está él?". No importaba cuánto tiempo pasara, ni cuántas veces la mirara, Aemond solo tenía un pensamiento en mente, una única pregunta que lo carcomía por dentro. La había tomado del brazo, llevándola lejos de la familia. "¿Dónde está mi esposo?", repetía una y otra vez, su mirada clavada en los ojos azules de Visenya, como si intentara desentrañar la verdad.
"Lucerys se fue, Aemond. ¿En qué te afecta? Tú lo odias," dijo Visenya. Aemond la observó en silencio, y una sonrisa curva se dibujó en sus labios, como si acabara de escuchar una broma que solo él entendía.
"Yo amo a Lucerys," respondió Aemond, su tono seco, sin rastro de duda. Notó cómo las palabras parecían golpear a Visenya, quien se estremeció levemente, incapaz de ocultar el impacto de lo que acababa de escuchar. Pero para él, esto no era nada nuevo; esta verdad había estado latente en su interior desde hace tiempo.
"¿Amas a Lucerys? Tú lo odias porque te quitó el ojo... ¿No estás enojado? Yo cambié mi lugar con Lucerys y tuviste que casarte con él, con un chico." Visenya intentaba mantener el control de su voz, pero Aemond podía ver el miedo asomándose en su mirada, el temor a lo que su respuesta podría revelar.
Aemond la agarró por los hombros, apretándola con fuerza, no solo para hacerla sentir su dominio, sino también para hacerle entender la realidad que tanto se empeñaba en ignorar. "¿Un chico? Fue más placentero con Lucerys que con cualquier otra persona. ¿Qué crees que estuvimos haciendo?" La crudeza de su voz era deliberada, un golpe calculado para desarmarla, para mostrarle que no tenía idea de lo que realmente había ocurrido entre él y Lucerys.
Mientras hablaba, Aemond no podía evitar pensar en lo fácil que había sido para Lucerys manipular a Visenya. «Seguro que Lucerys le mintió». La idea se repetía en su mente, casi con diversión. Lucerys, siempre astuto, habría hecho lo que fuera necesario para protegerla de la verdad, para evitar que Visenya sintiera la verdadera profundidad de lo que él y Aemond compartían. Era algo tan típicamente Lucerys, esa habilidad innata para envolver a otros en su red de mentiras piadosas, manteniendo las apariencias mientras ocultaba lo que realmente le importaba.
"Lucerys me dijo que a ti no te importaba el hecho de que fuera un chico, pero no le hiciste caso y tenías amantes," continuó Visenya.
«Lucerys solo intentó protegerte». pensó Aemond. Lo que ellos dos habían compartido era algo que Visenya nunca podría entender, y en el fondo, Aemond se regocijaba en el hecho de que Lucerys lo había comprendido perfectamente. Ahora, mientras miraba a Visenya, se daba cuenta de que, al final, Lucerys había sido el más astuto de los dos. Había dejado a Visenya con una mentira cómoda, y a Aemond con la verdad cruda, una verdad que ahora ardía dentro de él, recordándole lo que había perdido.
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my boy princess [Lucemond]
FanfictionRhaenyra,ha dado a luz a dos gemelos: Visenya Velaryon y Lucerys Velaryon. A medida que pasan los años, surge un dilema cuando Visenya se ve obligada a casarse con Aemond, un matrimonio que ella no desea. Para resolver esta situación, Visenya toma u...