"Ella está embarazada, muchas felicidades, mi príncipe", dijo el maestre con una sonrisa.
Alicent sonrió satisfecha mientras abrazaba a su hijo. Un bebé era lo más maravilloso, y después miró a la princesa, orgullosa de ella aunque por su expresión ella no se esperaba esa noticia.
"Un bebé es lo más maravilloso", dijo Alicent sentándose al lado de la princesa.
Alicent la abrazó, pero ella rechazó su toque, incómoda, para después mirar a su esposo.
"Un embarazo al mismo tiempo que el de Rhaenyra", dijo Aemond.
"Serán amigos", exclamó Lucerys mirando a Helaena con una sonrisa cálida. La sonrisa de Lucerys era sincera, aunque oculta bajo la fachada de Visenya.
"Lo has hecho bien, Helaena, no como otras", exclamó Alicent refiriéndose a Lucerys.
"Los dejaré solos con su noticia", dijo Lucerys levantando el pesado vestido blanco adornado con perlas y un cuello alto, coronado con una diadema de oro. Con el tiempo, se había acostumbrado a usar vestidos, y a menudo pedía a las costureras diseños específicos, más por aburrimiento que por otra cosa, mientras su mente volaba a otros lugares.
Lucerys sentía el peso de las joyas que adornaban su cuello, manos y dedos. Con el tiempo, había adquirido el gusto por usarlas; era extraño no tenerlas. Cada joya, cada pieza, era una pequeña prisión que le recordaba la vida que estaba viviendo, una vida de engaño y simulación.
"No vas a felicitar a mi esposa?", preguntó Aegon con una sonrisa mientras bebía vino. El ambiente en la sala se volvió tenso, las miradas se cruzaron y el silencio se hizo palpable.
Lucerys se volteó a mirar a Helaena. Ella y Aemond eran las únicas personas que valían la pena para Lucerys en ese lugar. La mirada de Helaena era tranquila, comprensiva, mientras que Aemond mantenía una expresión impasible.
"Felicidades, princesa", dijo Lucerys con una inclinación. La reverencia era perfecta, fruto de un año de práctica y observación.
"Ya un año de matrimonio y aún sin hijos. Podrás cuidar del hijo de Helaena", exclamó Alicent con cierta burla.
"Madre", dijo Aemond con molestia.
Lucerys solo sonrió para después salir de la habitación. Aemond no lo seguiría, sabía que era mejor dejarlo solo en esos momentos.
Después de un año de matrimonio, ellos se habían conocido mejor. Cuando Lucerys estaba molesto o triste, Aemond sabía que lo mejor sería dejarlo solo. Cuando Aemond estaba enojado o decaído, Lucerys sabía que lo mejor sería estar para él.
En ocasiones, Lucerys no podía creer cómo había pasado un año estando casado con Aemond, haciéndose pasar por Visenya. La mentira aún se mantenía. Lucerys sentía que había aprendido a comportarse como una princesa, con modales, aunque aún no sabía hacer cosas básicas. No quería perderse a sí mismo, aún quería ser Lucerys Velaryon, no Visenya Velaryon.
Cada día era una lucha interna, una batalla entre su identidad y la máscara que debía portar.
Visenya había dejado de enviar cartas, casi como si hubiese desaparecido para siempre. A Lucerys no le importaba; ella lo había puesto en esa situación. En parte, la situación era buena: a Lucerys le gustaba estar con Aemond, lo quería. Pero ella había sido egoísta al dejarlo solo, ella que había prometido que estarían juntos se había ido en un barco, dejándolo a la deriva en el mar, rodeado de tiburones que querían devorarlo.
Alicent presionaba para que Lucerys y Aemond tuvieran un hijo que nunca existiría. Había llegado a tal extremo que pidió al maestre que presenciara cómo Lucerys y Aemond mantenían encuentros íntimos, para comprobar que Aemond estaba haciendo bien las cosas. Lucerys había rogado a su abuelo que no permitiera tal cosa, y él lo había escuchado. Además, Aemond dejó de hablarle a Alicent por un tiempo después de que sugiriera que Aemond no sabía cómo tomar a su "esposa".
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my boy princess [Lucemond]
FanfictionRhaenyra,ha dado a luz a dos gemelos: Visenya Velaryon y Lucerys Velaryon. A medida que pasan los años, surge un dilema cuando Visenya se ve obligada a casarse con Aemond, un matrimonio que ella no desea. Para resolver esta situación, Visenya toma u...