Capítulo 9: Mi versión

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La habitación se quedó en silencio cuando el mensajero pronunció esas palabras.

"El príncipe Lucerys Velaryon se arrojó al mar con intención de... morir."

Aemond sintió como si el mundo se detuviera. ¿Por qué Lucerys? ¿Por qué él? ¿Cómo podía su Luke, su único amor, hacerle esto? El pensamiento de un mundo sin Lucerys lo llenó de un vacío insoportable, un dolor tan profundo que lo asfixiaba. Aemond intentó ignorar el segundo golpe que esas palabras llevaban consigo—la posibilidad de que Lucerys hubiera logrado su objetivo.

"Luke...él.. " susurró Visenya, su voz rota, apenas audible, como si temiera pronunciar en voz alta lo que todos temían.

Rhaenyra comenzó a respirar rápidamente, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Su hijo, su querido Lucerys, se había arrojado a la muerte.

"¿Y dónde está ahora?" exclamó Aemond con desesperación, mientras las lágrimas quemaban, forzándolas a quedarse donde estaban. No podía permitirse el lujo de quebrarse. No ahora.

"Bueno... él se..." tartamudeó el mensajero, incapaz de encontrar las palabras para continuar.

Visenya, débil se levantó con dificultad, apoyándose en las sirvientas. Se acercó a Aemond, colocando suavemente sus manos en sus hombros.

"Aemond, hay que buscarlo," dijo Visenya.

Aemond sin pensarlo dos veces, tomó a Visenya por el cuello. No ejerció fuerza, pero el simple gesto hizo que todos los presentes contuvieran la respiración. La apartó bruscamente, su odio palpable.

"¡Aemond, ¿qué haces?!" gritó Rhaenyra mientras corría hacia él, arañando sus brazos en un intento desesperado por hacer que soltara a su hija.

Los guardias ya estaban detrás de Aemond, pero ninguno se atrevió a intervenir.

"Tú... Tú eres la causa de todo esto," murmuró Aemond con una voz que nunca antes habían escuchado. "Te ríes en mi cara, preguntas por Lucerys cuando eres tú la que lo ha llevado a esto. Exiges y exiges, pero no das nada a cambio. ¡Eres egoísta! ¡Por tu culpa, Lucerys, mi Lucerys, está sufriendo!"

Una lágrima cayó de su ojo bueno, rodando lentamente por su mejilla, mientras que de la cuenca vacía de su otro ojo caía un hilo de sangre.

"Lucerys hizo todo esto por ti," continuó Aemond. "Cuando comenzó a usar esos vestidos, humillándose a sí mismo. Cuando tuvo que dejar de ser un hombre... ¡todo por tu culpa! Hizo tantos sacrificios por ti. ¿Y tú? ¿Dónde está tu sacrificio? ¿Qué has dado a cambio?"

El silencio que siguió fue pesado, impenetrable,nadie se atrevió a moverse, a respirar,hasta que Aemond soltó a Visenya.

Rhaenyra se adelantó,y abrazó a Visenya. "¿De qué estás hablando, Aemond?" gritó.

Aemond apenas la escuchó. Su mirada se desvió hacia Visenya, que estaba allí, demacrada y asustada. No confesará la verdad, pensó, nunca lo haría. Ella no se atrevería a admitir lo que ha hecho, a enfrentar las consecuencias. Preferiría marcharse y dejarlos a todos en el caos que había creado. Su mirada se endureció, y volvió a centrarla en el mensajero.

"¿Dónde está mi Lucerys?" preguntó. el apodo que usó no pasó desapercibido.

El mensajero, sorprendido por la familiaridad con la que Aemond se refería a Lucerys, tragó saliva antes de responder. "Un marinero lo encontró en el mar. Ahora está con el príncipe. El marinero se llama Adam."

Aemond suspiró aliviado. Lucerys estaba vivo. Pero no todo había terminado.

En ese momento, las puertas de la habitación se abrieron y Alicent Hightower entró, su rostro iluminado por una sonrisa ansiosa, emocionada ante la perspectiva de conocer a su futura nieta.

my boy princess [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora