Capítulo 5

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La pareja dispareja de amo y lobo volvían a con el resto de los estudiantes de primero, quienes no tardaron ni un segundo en llenarlos de preguntas sobre su reunión con los P4... Al parecer, es estatus que aquellos muchachos tenían era tan alto que causaba una gran sensación.

Ciel trataba de verse calmado, respondiendo las dudas de sus compañeros sin darle mucha importancia ni ir a tanta descripción... Para él no había sido más que una reunido como cualquier otra que ya había tenido... Se había juntado a charlar con personas mil veces más importantes que cuatro estudiantes de último año, no llegaba a entender cómo algo tan simple podía llamar tanto la atención... Ni siquiera habían llego a un tema realmente importante.

Por su parte, Sebastián permanecía en un absoluto silenció. Desde que había gritado en el mirador del cisne a aquel muchacho rubio no había dicho palabra alguna. Y por supuesto, su amo no lo pasaba de alto, se preocupaba de saber que podía estar afectando a su amigo canino.

Horas más tarde, el joven azulino caminaba por el pasillo, acompañado de su azabache lobo y su compañero y de pecas y lentes... Quien se había vuelto muy cercano a ellos durante aquel tiempo.

-¿Sabes...? Creo que el superior Clayton está interesado en convertirte en su famulo- Mencionó McMilliam, siguiendo muy de cerca los pasos del joven con parche.

-Oh, eso estaría bien... Supongo- Respondió sin mucho interés el contrario.

Llegaron hasta la cocina, y el joven de lentes no dejaba de hablar y mencionar lo emocionante que sería ser el famulo de alguien como Clayton, quien sería uno de los perfectos el año siguiente... Eso dejaría a Phantomhive en un lugar muy bueno entre los estudiantes... Hasta que pareció recién percatarse dónde estaban.

-Phantomhive... ¿Que hacemos aquí? Los estudiantes no pueden ingresar a la cocina.- Dijo mientras temblaba a causa del miedo que le daban el ser descubierto... Podrían tener un castigo realmente malo.

-Tranquilo, tengo un permiso por parte del director...- Lo calmó el azulino, sacando de su bolsillo un pedazo de papel firmado por el director de la inscripción, afirmando que el joven tenía libre ingreso a aquella habitación. -Sebastian necesita demasiada carne para estar sano, así que me deja sacar lo que sea en el momento que yo quiera.

-¡Eso es genial! ¿Conociste al director? Dicen que solo los P4 pueden verlo.

-No lo conocí en persona... Nos hicimos cercanos por correspondencia, antes que entrara al colegio y mientras pedía todos los permisos requeridos para ingresar con Sebastián.

El lobo levantó las orejas, giro su cabeza y comenzó a gruñir, mirando en dirección al pasillo otra vez. Los dos jóvenes presentes se percataron del ruido de unos pasos cerca, pero no debían ser más que solo otros estudiantes.

-Esta bien, no pasa nada...- Trató de calmarlo su dueño, mientras acariciaba su cabeza con calma, más no parecía funcionar. -McMilliam, ¿Porque no mejor nos esperas afuera? No estoy seguro de si mí permiso de acceso de puede compartir con otros estudiantes, y sería una pena que te castiguen por un simple error.

-Tienes razón, los veo luego- Respondió el muchacho, al tiempo que se alejaba y saludaba con su mano.

Una vez niño y can estuvieron solos, el joven se sentó en el suelo, mirando fijamente al animal. Sus manos de pasaron por el pelaje oscuro, aún así, Sebastián no lo miraba.

-No dijiste nada desde la junta con los P4 en el mirador del cisne... ¿Te sientes mal por haber gritado?- Quiso saber el azulino, sin algún tipo de respuesta alguna. -¿Tuviste un pensamiento feo?

Las orejas del lobo se movieron, indicando que aquello pareció ser cierto... Suspiró con algo de cansancio.

-¿Recuerda aquel invierno cuando era niño...? Usted aún estaba muy enfermo, y yo me aleje por unos minutos...- Mencionó el animal, con algo de culpa en su voz.

-¿De verdad estás así por eso?- Quiso saber el niño, bastante confundido, ya que para tantas cosas que habían pasado juntos, era inusual que aquel mínimo recuerdo lo afecte tanto. -Sebastian, tenía asma... Y fuí yo quien te pidió que vayas hasta la cocina. Sin mencionar que ya me sentía mal antes de eso y no dije nada. No fue tu culpa, fue mía.

-No es el ataque de asma... Es que en ese entonces no lo entendía. - Respondió el azabache, para luego acostarse en el suelo, dejando su cabeza cerca de los pies del niño. -Cuando usted enfermo ese día, su padre... El señor Phantomhive, me recordó que mí prioridad principal sería usted... Todo el tiempo, sin importar que. En ese momento, no fuí capaz de entenderlo... De haberlo hecho, de haber cumplido con mí palabra y cuidar de su bien estar sin importar que...- No pudo terminar la frase, pero no debía hacerlo, el niño sabía exactamente a dónde quería llegar con aquella confesión.

Los brazos del menor rodearon el cuello del enorme animal, pasando sus finos dedos por el pelaje oscuro... La respiración de Sebastián era fuerte y profunda.

-No podemos evitar las cosas que ya pasaron... De nada sirve volver atrás y cuestionarse "¿Que habría sido si...?". Lo que sucedió no fue un accidente, no fue culpa de ninguno de nosotros, no lo pedimos... Fueron ellos.- Se alejó un poco para poder ver a su amigo, quien finalmente se digno a verlo también. -Todos tenemos malos días, y todos cometemos errores.

-¿Cómo podría ser el lobo de la familia Phantomhive...?

-En este momento, no necesito al "lobo de la familia..." Necesito a mí amigo.

El niño extendió su mano a animal, quien tras mirarlo por unos segundo, finalmente colocó su pata sobre aquella mano pequeña y temblorosas.

En momentos era complicado, llego a costarle muchas veces dejar de ser su amigo para ser su protector... Y otras veces tenía que olvidar que debía protegerlo para ser su amigo. Era una tarea confusa y difícil... Más no podia dejar de ser una o la otra aún si él quisiera... En una lo pondría en peligro otra vez, y en otra le rompería el corazón... Otra vez.

¿En qué momento se volvió tan difícil quedarse a su lado?

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~Good Boy~ Kuroshitsuji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora